Las pedanías de Huesca piden que el suelo que se calificó para viviendas vuelva a ser rústico

Proponen al Ayuntamiento de Huesca modificar el PGOU para cambiar el uso de los terrenos, por los que pagan una alta contribución.

El representante de los vecinos de Apiés, Mariano Allué, ante los cuatro adosados sin terminar.
El representante de los vecinos de Apiés, Mariano Allué, ante los cuatro adosados sin terminar.
R.Gobantes

Estaban preparados para la llegada de nuevos vecinos que iban a ocupar flamantes urbanizaciones, pero todo quedó en un espejismo por el estallido de la burbuja inmobilaria. Hoy, 15 años después de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) cargado de promesas, los barrios rurales de Huesca solicitan que el suelo que entonces se calificó como urbanizable revierta a su situación anterior y vuelva a ser rústico. Sus propietarios están pagando la contribución correspondiente a su valor catastral, pero ante ellos siguen teniendo una era para la que no ven posibilidades de desarrollo.

El PGOU de 2003 marcó como urbanizables varias hectáreas de terreno alrededor de las pedanías de Huesca. Así lo reclamaron entonces los representantes vecinales, que veían como en poblaciones cercanas a la ciudad (Chimillas, Tierz o Quicena) habían empezado a construirse urbanizaciones de un tamaño considerable, lo que suponía la llegada de más habitantes. Ellos también querían suelo para crecer.

El documento urbanístico recogió estas aspiraciones y entre Cuarte, Huerrios y Banariés (municipios incorporados al Ayuntamiento de Huesca) planeó la llamada ‘ciudad lineal’, con 500 viviendas situadas en el eje que iba a conformarse. Las tres poblaciones formarían un corredor próximo al casco urbano y donde también estaba prevista la instalación de nuevas industrias. Todo quedó en humo.

En la zona norte de Huerrios, una de las grandes constructoras de la capital oscense, a través de una permuta, se hizo con 4,5 hectáreas para construir unas 80 unifamiliares. En 2007, el Ayuntamiento tenía destino para el dinero que le iba a suponer el 10% de ese suelo, según el convenio urbanístico (560.000 euros). Pero el proyecto no se hizo realidad, la empresa desapareció con la crisis y las parcelas volvieron a sus dueño. Solo uno de ellos había decidido cobrar en metálico en lugar de cambiarla por un chalé.

En la entrada de este núcleo también estaba previsto edificar viviendas, pero en este caso el suelo ha quedado en manos de los bancos.

En Cuarte ha pasado lo mismo. El alcalde pedáneo, José Antonio Torralba, explica que algunos propietarios están interesados en que el suelo urbanizable se cambie a rústico por el gasto que supone la contribución (Impuesto de Bienes Inmuebles). La propia asociación de vecinos paga 750 euros anuales por un terreno de esta características. "A otros les da igual pero en el Ayuntamiento nos han dicho que la modificación puede hacerse si más del 50% estamos de acuerdo", indica.

En los barrios rurales esperan que los técnicos de Urbanismo convoquen a los vecinos para explicarles cómo hay que llevar a cabo la recalificación del suelo.

También los esperan en Banariés, otro de los barrios implicados en la famosa ‘ciudad lineal’. "Los vecinos quieren volver a dejar el suelo como rústico porque están pagando por una nave como si fuera una vivienda", indica el portavoz, David Sauras.

Cerca de Montearagón

También había grandes expectativas de crecimiento en Apiés, por su cercanía al embalse de Montearagón. En el año 2004 la comisión de Urbanismo dio el visto bueno a dos proyectos de reparcelación en esta localidad. Como testigos de aquellas pretensiones quedan cuatro adosados sin terminar, cuenta Mariano Allué, alcalde pedáneo.

"Aquí no se ha construido nada", afirma Tomás Escartín, representante vecinal de Fornillos. Según explica, en esta población hay dos terrenos urbanizables. Uno de ellos es de una constructora, que lo compró. "Tiene 10.000 metros y nos hicimos ilusiones porque nos dijeron que iban a hacer una urbanización con 20 casas, aquí que hay solo ocho o diez", manifiesta .

Hay otra parcela de 1,5 ha que es de varios propietarios. "Se pusieron a vender, pero todo lo que les daban les parecía poco y ahí está el suelo", señala Escartín. "Ahora pagan mucha contribución y por eso lo quieren sacar de urbanizable", añade. Recuerda que hace unos 20 años se pidió al Ayuntamiento de Huesca la recalificación porque "veíamos que en los pueblos de alrededor se estaba construyendo, pero nos dijeron que se iba a hacer un Plan General de Urbanismo y que había que esperar". A él no se le olvida que un vecino pidió recalificar una era para que sus dos hijos pudieran hacerse ahí una casa, y le dijeron que no. "Después ya fue tarde", dice.

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