Ocho generaciones de comerciantes

Casa Artero, de Barbastro, cumple 175 años manteniendo un trato directo con el cliente sin contemplar la venta por internet para las 15.000 referencias de su catálogo.

Los hermanos Lourdes y Enrique son la octava generación de este comercio familiar.
Los hermanos Lourdes y Enrique son la octava generación de este comercio familiar.
José Luis Pano

En tiempos de venta ‘online’, aún hay comercios locales que se resisten a dar el salto a internet y prefieren mantener un trato directo con el cliente como Casa Artero, uno de los iconos comerciales de Barbastro, que celebra sus 175 años.

Muchos barbastrenses y visitantes que recorran el centro de la ciudad se habrán sorprendido de la lona que cubre parte del bloque de pisos en la esquina de General Ricardos con Oncinellas para anunciar este aniversario. En su interior, trece personas, la mayoría mujeres, mantienen una actividad que no paró ni cuando la Guerra Civil, a pesar de que el negocio fue intervenido. "Los trabajadores pasaron a estar al frente del negocio y a mi abuelo lo pusieron a repartir los paquetes, pero el negocio siguió.  Se pagaba con vales que después de la contienda no valían para nada y luego llegó la posguerra, que fue peor todavía", recuerda Enrique Albert, encargado de la contabilidad, que junto a sus hermanos son la octava generación al frente de esta sociedad limitada de carácter familiar.

Fueron los años más duros, junto con la I Guerra Mundial, al no poder importar productos de Alemania. Se sobrepusieron de la caída de una bomba en 1937 que destruyó el edificio. El documento más antiguo es de 1843, aunque creen que el negocio pudo estar en marcha años antes. A medidos del siglo XIX se llamó Casa Bosque que luego cambiaría por Artero, apellidos de las mujeres de esta familia de comerciantes.

En estos momentos ofrecen un catálogo de 15.000 referencias. "Hemos vendido de todo menos calzado, electrodomésticos y alimentación: juguetes, perfumería, quincalla, pasamanería, navajas, pero básicamente textil como mercería interior, pasamontañas, pijamas, y ropa. Hubo épocas en las que vendíamos mantillas y rosarios", cuenta Enrique Albert.

Su hermana Lourdes, la gerente, destaca también como claves del éxito trabajar con primeras marcas y producto nacional y dar un servicio postventa cercano y familiar: "No vendemos por internet porque valoramos  el trato con el cliente. Ofrecemos servicio y casi no hacemos rebajas, como mucho del 20%, porque quien nos compra sabe que el precio es razonable todo el año", asegura.

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