Reparto de magia y color a raudales en Huesca

La cabalgata oscense comenzó con una temperatura histórica de 17 grados. Miles de personas recibieron a los Reyes Magos en la plaza de Navarra.

La carroza del rey Melchor, precedida de los bárbaros, a su llegada a la plaza de Navarra, donde esperaban miles de oscenses.
La carroza del rey Melchor, precedida de los bárbaros, a su llegada a la plaza de Navarra, donde esperaban miles de oscenses.
Javier Broto

"¡Vamos pronto a la cama que mañana hay mucho que jugar!", dijo Melchor a los niños y padres que ayer recibieron a los Reyes Magos en la plaza de Navarra, en Huesca. Pero nadie quería irse y dejar de mirar las capas relucientes y de escuchar la música de los últimos villancicos de esta Navidad. Al final, los sones de la ‘Marcha Radetzky’ y los fuegos artificiales de la Pirotecnia Oscense lanzados desde lo alto del Casino marcaron el final de una cabalgata que volvió a ser mágica para las más de 8.000 personas que acudieron a verla. Los 17 grados que se registraron al inicio de desfile pueden calificarse como históricos para una tarde del 5 de enero.

La comitiva de sus majestades de Oriente siguió el mismo recorrido que el año pasado y, bajo la dirección artística de la compañía Lagarto Lagarto, partió de la avenida Monreal cuando el maestro de ceremonias, Alfonso Palomares, dio la salida. Los personajes de ‘Los zagales’ de Aragón TV y una unidad móvil de esta encabezaron el desfile, que sorprendió desde el primer momento con 18 pequeños zanquistas disfrazados de duendes y acompañados de una minicarroza que era una vaca.

Mientras la cabalgata, que comenzó a las 18.00, emprendía el trayecto, en la plaza de Navarra el grupo Los Lambreños y María Pardo amenizaron la espera de quienes en lugar de ir al Coso Alto o los Porches de Galicia prefirieron esperar allí para asegurarse un buen sitio cuando los Reyes Magos salieran al balcón del Casino. Una incansable Caperucita Roja también encaramada a unos zancos se encargó de mantener alerta al público y de explicar quiénes eran todos y cada uno de los grupos que participaron en el desfile, con más de 300 colaboradores y 60 actores profesionales.

Otros miles de oscenses optaron por contemplar el paso de las carrozas por el centro de la ciudad, bajo el alumbrado navideño y la iluminación de los comercios donde eran muchos los que hacían las compras de última hora. Las luces azules de las motos de la Policía Local anunciaban la llegada del desfile más brillante de todos los que se celebran en Huesca. Los agentes recibieron también el saludo cariñoso de los niños y los padres porque ayer todo el mundo llevaba la sonrisa puesta.

Junto al edificio de Correos, Pablo Trallero, de 11 años, esperaba "como todos los años". "Siempre venimos a ver aquí la cabalgata", dijo. Esta vez esperaba recibir un ‘smartwatch’ o reloj inteligente entre las muchas cosas que había pedido a los Reyes. Junto a él, Cecilia García, de cinco años, soñaba con la mañana de hoy para tener un pintacaras y un disfraz de pirata y explicaba que en su casa siempre dejan turrón para Melchor, Gaspar y Baltasar y agua para los camellos. Desde Lalueza vino a ver a sus majestades Rodrigo Martín, de seis años. Una Play Station 4, una camiseta y una equipación de fútbol del Barcelona, con el número 10 ( "el de Messi") eran sus peticiones.

Los patinadores del Club Patín disfrazados de ‘trolls’; el grupo de animación ‘El árbol’ con una coqueta casita; el carrusel de la Pajaritas y la carroza Ciudad de Huesca con las mairalesas infantiles (ataviadas con trajes regionales de los valles altoaragoneses para ir abrigadas) y los bailarines de Espacio Danza llegaron a la plaza de Navarra hacia las 19.00.

Los camiones de Bomberos

En la calle olía a castañas asadas y, aunque no hacía mucho frío, había niños que aguardaban tapados con mantas o sentados sobre ellas. Vieron desfilar a los integrantes de clubes de tiempo libre como ángeles, un barco pirata con ruedas, un coche histórico de Santos Ochoa cargado de regalos y precedido por soldaditos de plomo y a los camiones de Bomberos, uno antiguo y otro con la escalera iluminada y los rotativos encendidos. También iba la furgoneta de Correos por si alguien había olvidado echar su carta.

Esto no le pasó a Alba Añaños, que incluso mandó una foto con las pulseras de colores que pidió al rey Gaspar, quien también le traerá un patín. Daniela Lou, de cinco años, esperaba de Melchor un estuche de manicura y tatuajes, unos patines en línea y el colegio de Playmobil, con bus incluido. A su lado, Bruno Añaños, de la misma edad, quería un lego de un coche. Todos, con familia en Huesca, habían venido a ver la cabalgata desde Zaragoza.

Empezaba a refrescar cuando los heraldos a caballo de Club Hípica Salas anunciaron la llegada de las carrozas más esperadas, las de los tres Reyes Magos, quienes dieron la mano a los que estaban más cerca ante de hacer sus ofrendas en el belén.

Al anochecer, el espectáculo dirigido por Jesús Arbués frente al Casino, concentró todas las miradas en el balcón del Casino, desde el cual Melchor, Gaspar y Baltasar consiguieron que los niños renovaran la promesa de ser mejores. La fachada del emblemático edificio sirvió como fondo para traducir el mensaje real al lenguaje de signos.

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