Afectados por gastroenteritis varios grupos de barranquistas en un cañón del Pirineo

El alcalde de Linás de Broto, donde está el barranco de Sorrosal, echa la culpa a la falta de depuradoras. Sesenta y seis localidades del Pirineo vierten todavía las aguas residuales a los cauces sin un tratamiento previo.

El barranco de Sorrosal en los días que se produjeron los casos de gastroenteritis
El barranco de Sorrosal en los días que se produjeron los casos de gastroenteritis
J. V.

Más de 60 localidades del Pirineo siguen vertiendo sus aguas residuales sin depurar, un problema que además de tener consecuencias en los cauces principales de los ríos, se deja notar también en los barrancos, un recurso turístico de primer orden en la provincia. Es lo que ha ocurrido recientemente en el de Sorrosal, uno de los más populares de la comarca de Sobrarbe, donde varios grupos de barranquistas tuvieron síntomas de gastroenteritis después de realizar el descenso.

El episodio se produjo en el puente del 15 de agosto. En los foros especializados, diversas personas denunciaron que habían sufrido vómitos, diarreas y dolor abdominal. Una de ellas es Javier (prefiere no dar su apellido), de Tarragona, que pasaba unos días en Broto junto a un grupo de 20 personas que viajaron al Pirineo para hacer barranquismo. "Los primeros se empezaron a poner malos después de hacer el Sorrosal y poco a poco fuimos cayendo casi todos", explica.

Lo contó en un grupo de Facebook de barranquistas como una anécdota del viaje. "Me sorprendí al ver que salía más gente con el mismo problema", afirma. Aunque inicialmente lo atribuyeron a la comida, poco a poco, a través del contacto con otros, se dieron cuenta de que la única coincidencia era que todos habían realizado el mismo descenso. "Nos volvimos a casa el sábado por la mañana, antes de tiempo, porque estábamos enfermos. Nosotros somos de Tarragona, otras personas del grupo eran de Madrid y Lérida". En 24 horas desaparecieron los síntomas. Él ni siquiera fue al médico, pero asegura que otros sí pasaron por servicios de urgencias.

Javier hace barrancos con frecuencia, ha bajado varias veces el Sorrosal y nunca le había ocurrido algo parecido. "No bebemos agua, sabemos que no está potabilizada, pero en los saltos o en los toboganes, cuando te revuelcan, te puede entrar por la nariz o por la boca", explica. "Olía muy mal, parecía una cloaca".

No son las granjas

Otro barranquista de Broto, que conoce la situación de este cañón, le aclaró la causa: el origen no hay que buscarlo en las granjas de cerdos, como algunos suponían, sino en las aguas residuales sin depurar de los pueblos que vierten al barranco.

Lo ratifica el alcalde de Linás de Broto, por donde discurre el Sorrosal. Enrique Ramón se lamenta de que las localidades de la zona, como muchas otras en el Pirineo, carecen de depuradoras. "Evidentemente los desagües van a parar allí, como en todos los barrancos con pueblos encima. Nadie desea esta situación. Ninguno queremos verter al río los desagües, pero estamos donde estamos y tenemos las infraestructuras que tenemos". El alcalde lamenta lo ocurrido, pero recuerda que no depende de los ayuntamientos, que llevan muchos años esperando la construcción de estas plantas.

Enrique Ramón reconoce que el barranco huele mal en esta época, porque el caudal va a menos y los vertidos a más, al aumentar la población. Aguas arriba están los núcleos de Viu, Linás y Fragén, con depuradoras proyectadas desde hace "un montón de años". "En Viu en invierno hay 13 habitantes y en Linás, en torno a 30. El vertido es mínimo, pero ahora en verano, cuando bajan los turistas por el barranco, hay menos caudal y más gente en los pueblos", señala el alcalde. Niega rotundamente que el problema sean los purines de las granjas de cerdos, porque no las hay. "Son naves de vacuno y no vierten ni una gota de agua al río porque tienen sus pozos", aclara.

El convenio firmado hace 10 años entre el Ministerio de Medio Ambiente y el Gobierno de Aragón para construir 297 plantas, dentro de un Plan Integral de Depuración del Pirineo, todavía no se ha hecho realidad. Solo se ha ejecutado un 10% de las actuaciones previstas y todavía hay 66 localidades del norte de la provincia de Huesca que vierten las aguas sucias a los ríos, algunas tan turísticas como Benasque, Sallent de Gállego o todo el valle del Aragón, donde a la carga contaminante de los residentes se suman las instalaciones hoteleras y las estaciones de esquí. De los grandes municipios, solo Jaca, Sabiñánigo y Biescas disponen de plantas.

"No se debe beber en ningún barranco", afirma el veterano guía Juan Patallo, de Aventuras Pirenaicas, en el municipio de Broto, aunque reconoce que accidentalmente "te puedes pegar un trago". Él coincide con el alcalde en que el problema viene de la falta de instalaciones para depurar en las cabeceras de los ríos, por lo que hay que tener especial precaución en aquellos cañones con pueblos aguas arriba, sobre todo en verano.

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