Obligan a un joven oscense a llevar el apellido de su padre, un maltratador que lo abandonó a los 3 años

El Ministerio de Justicia acaba de rechazar la petición del chaval para ponerse los dos apellidos de la madre y lo aboca a acudir a los tribunales para poder cambiar los datos de su dni.

El joven oscense no podrá de momento cambiar los datos que figuran en su dni.
El joven oscense no podrá de momento cambiar los datos que figuran en su dni.
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El ser hijo de un hombre denunciado y condenado por violencia de género del que apenas recuerda su cara y que durante 15 años se ha desentendido por completo de él, tanto emocional como económicamente, no han sido argumentos suficientes para que un joven aragonés consiga su objetivo: eliminar el apellido paterno de su carné de identidad. La jueza del Registro Civil que instruyó el expediente y la propia Fiscalía informaron favorablemente a Madrid, pero el Ministerio de Justicia acaba de denegar la solicitud a través de una resolución contra la que no cabe recurso y que aboca al joven a interponer una demanda civil.

El chaval -que reside en una localidad de la provincia de Huesca pero prefiere omitir su identidad- cumplió el pasado mes de mayo los 18 años, aunque cuando presentó la solicitud para cambiarse los apellidos todavía era menor de edad. De ahí que tuviera que comparecer acompañado de su madre, con la que a los tres años se vio obligado a peregrinar por varios pisos de acogida para mujeres maltratadas de Andalucía, comunidad en la que entonces residían.

Tras los episodios de violencia machista, la pareja pactó de mutuo acuerdo los términos de la sentencia de separación, incluida la pensión alimenticia y el régimen de visitas del hijo. "El hombre se comprometió a abonar 240 euros mensuales a su exmujer para mantener al niño, pero se 'olvidó' enseguida de sus obligaciones", explica la letrada Marimar Martínez, del despacho Ariza Abogados. El padre acumulaba en 2008 casi 17.000 euros en concepto de impago de pensiones, por lo que fue denunciado y acabó en prisión.

Todas estas circunstancias sumadas al hecho de haber presenciado algunas de las agresiones de las que fue víctima su madre hicieron que el joven, una vez alcanzada la madurez, decidiera desprenderse definitivamente de lo único que le vincula a su padre: el apellido. "El abandono económico y emocional ha sido absoluto. Y nadie podrá decir que el chaval actúa condicionado por su madre, porque no tomó la decisión de cambiarse el nombre hasta ser prácticamente un adulto", apunta Marimar Martínez, que lleva el asunto junto al letrado Francisco Antoranz.

No quiere invertir los apellidos

La Subdirección General de Nacionalidad y Estado Civil, que es la que obliga al joven a seguir llevando el apellido de su progenitor, le recuerda que, al ser ya mayor de edad, podría acudir al registro y "mediante una simple declaración" solicitar la inversión de sus apellidos. Es decir, poner el de su madre delante y el del padre detrás, lo que desde la última modificación legislativa han solicitado muchas personas. Pero no es eso lo que pretende el joven, quien asegura que arrastrar el apellido del padre le supone literalmente "una carga". Por ello, lo que solicitó vía administrativa y planteará ahora a través de los tribunales es que le permitan ponerse los dos apellidos de su madre.

Uno de los principales motivos que alega el Ministerio de Justicia para rechazar la petición del joven oscense es precisamente el de querer prescindir del apellido del padre para llevar los dos apellidos de la madre. "Es un principio de orden público que todo español ha de ser designado legalmente con dos apellidos, paterno y materno, por ello se exige que los resultantes de un expediente de cambio no provengan de la misma línea y los dos propuestos en este caso son maternos", dice la resolución.

La ley contempla excepciones respecto al cambio de apellidos cuando el solicitante sea objeto de violencia de género y en otros supuestos de urgencia. Pero en el caso del joven oscense, el Ministerio de Justicia le recuerda que "no consta" que en los últimos 15 años se hayan repetido los episodios de maltrato. Es más, le llega a decir que no cree que prescindir del apellido paterno le ayude a preservar su integridad física como víctima directa o inmediata de violencia de género o contribuya a dificultar su localización por parte del maltratador.

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