"Vi al oso a 5 metros y pensé que tenía que fotografiarlo para que me creyeran"

El ganadero de Castanesa que se enfrentó con la fiera cuando intenta atacar su rebaño asegura que "asusta", pero "me da más miedo pasearme de noche por la ciudad que por la montaña".

Fotografía tomada por el ganadero del oso atacando su rebaño
Fotografía tomada por el ganadero del oso atacando su rebaño
José María Cortinet

“Vi el oso a 5 metros, se puso de pie y era más alto que una persona”. José María Cortinet, el ganadero de Castanesa (municipio de Montanuy) de 49 años que se enfrentó a la fiera con la sangre fría suficiente para poder hacerle dos fotografías con su teléfono móvil, difícilmente olvidará este episodio. Solo unas horas después del incidente, ya de madrugada, regresó para ver cómo estaba el rebaño, y por la mañana seguía en el monte de Fonchanina cuidando de los animales. Es la primera vez que un ganadero en Aragón se encuentra con un oso, aunque otros sí lo han visto de lejos, y que lo fotografía.

Sobre las 21.30 o las 22.00 del miércoles, había acudido a meter las ovejas en el cercado eléctrico. Cuando lo iba a cerrar vio que las reses volvían a salir. “Pensaba que eran perros, pero resultó que era un oso. Me eché para atrás. En un primer momento te ves perdido, pero bueno. Retrocedí 30 metros y me dije: ‘Le tienes que hacer dos fotos para poder demostrar que es verdad’. Empezó a gritar y silbar y entonces el oso saltó el pastor eléctrico, de 90 centímetros de altura, y se marchó. Luego empezó a recoger las ovejas que se le habían escapado, cuenta, un poco abrumado por las 50 llamadas perdidas que al mediodía tenía en su teléfono, la mayoría de periodistas, después de que HERALDO DE ARAGÓN avanzara la noticia de su enfrentamiento con el oso.

El animal no se sintió intimidado, relata el ganadero. “Me asusté más yo que él”. En un primer momento temió que le pudiera atacar, “porque me tenía a tiro”. “En medio del campo y solo, yo estaba vendido, pero él no hizo nada por atacarme, salvo ponerse de pie”. Después de recoger las ovejas, se marchó andando a Castanesa, el pueblo donde reside, situado a varios kilómetros. “No pude ni cenar”, relata. De madrugada, a la 1.00, regresó para ver cómo estaba el rebaño porque temía que el oso se volviera a meter en el recinto vallado.

Tiene perros pastores, pero no mastines. Hace unos años, los mastines les ladraban a los turistas que pasaban en bicicleta. “Nos llamaron la atención dos veces de Zaragoza y al final quitamos los perros”, justifica. Los forestales le anunciaron que este viernes acudirán con perros para intentar seguir el rastro del oso.

Cortinet tiene unas 2.600 ovejas. Dice que más no puede hacer para proteger a su rebaño del oso. “Que sea lo que Dios quiera, porque me levanto cada día a las 5 de la mañana y llego a las 11 de la noche a casa. Si tengo que hacer más horas ya no vale la pena vivir”. Se muestra escéptico respecto a la adopción de soluciones, “porque Bruselas ha invertido mucho dinero para eso”, comenta en alusión a la protección de la especie y la reintroducción de nuevos ejemplares por parte de Francia. “Nuestras palabras no cuentan. El oso nos puede matar uno o dos animales, pero el día que llegue el lobo… El sector ovino está perdido en la montaña”, afirma este ganadero, que hace 33 años que guarda a sus ovejas en los montes de Fonchanina y asegura tener las piernas “reventadas”.

No obstante, aunque "el oso asusta", sobre todo por la aparición inesperada, “me da más miedo pasearme de noche por la ciudad que por la montaña. Ayer me pasó esto porque era un imprevisto pero he vuelto a subir a la una de la madrugada y yo no tengo miedo”, concluye.

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