Absueltos los cinco acusados de la paliza en el Tubo de Huesca

El tribunal dice que no hay pruebas que acrediten que al menos uno de ellos pegó al inmigrante ecuatoriano en el bar La Luna

Los acusados, durante el juicio celebrado a finales de mayo
Los acusados, durante el juicio celebrado a finales de mayo
Verónica Lacasa

La Audiencia Provincial de Huesca ha absuelto a los cinco acusados de dar una paliza que casi le cuesta la vida y que causó graves lesiones a Jesús B. en el bar La Luna de Huesca. El tribunal entiende que no existen pruebas suficientes para condenarlos por el delito de lesiones. El fiscal y la acusación particular les pedían 11 años de prisión a cada uno y el pago conjunto de más 600.000 euros para compensar a la víctima, un inmigrante ecuatoriano nacionalizado español, que ha quedado incapacitado para trabajar.

Por estos hechos, ocurridos en julio de 2013, solo ha sido condenado, anteriormente, un menor a dos años de libertad vigilada, y la víctima no obtendrá indemnización alguna, ya que la familia del chico se declaró insolvente.

Según el tribunal, "no ha quedado acreditado que al menos alguno de ellos descargara golpe alguno sobre el lesionado". Según las acusaciones, en el bar no había más varones que el lesionado, junto a dos familiares; y el grupo de agresores, pero la sentencia dice que los testigos, "o no recordaban o coincidieron en señalar que el bar estaba repleto de personas de ambos sexos". Esa noche había un espectáculo de striptease masculino. Además, recalca, la víctima "nada recuerda sobre sus agresores".

No estima como argumento suficiente que los acusados fueran visto o grabados por cámaras de seguridad en compañía del menor ya condenado. Los jueves se refieren a las declaraciones de un testigo que dijo que no eran todos los integrantes del grupo los que pegaron "pero sí ocho o nueve", por lo que parece obvio, afirman, "que la mera pertenencia al grupo no puede traducirse en la certeza de que además se participó activamente en la agresión".

Solo un testigo, el número 3, dijo en la vista oral haber visto a alguno de los acusados pegar a la víctima. La acusación particular recordó en su informe final que esto bastaría para desvirtuar la presunción de inocencia, pero el fallo judicial aclara que ese testigo "primero señaló al segundo, tercero y cuarto, y luego precisó que los que pegaban  eran el segundo y el tercero". "Aunque creemos que trató de decirnos la verdad, no solo dudó sobre lo que vio sino que podría estar sufriendo alguna clase de confusión por el tiempo transcurrido"- Recuerda que en rueda de reconocimiento policial no los identificó.

Casi todos los testigos declararon como protegidos, detrás de una mampara para evitar ser vistos y solo se les podía identificar por un número. Según admitió la Policía, algunos manifestaron haber recibido amenazas. La mayoría tenían claro que el grupo de agresores era de etnia gitana, pero, según las defensas, no pudieron individualizar a los atacantes.

Según la sentencia, ha quedado probado que el 21 de julio de 2013, entre la 1.15 y la 1.40, cuando Jesús B. salió del baño tropezó con un grupo de clientes, entre los que predominaba la etnia gitana, más de cinco, que lo agredieron con puñetazos y patadas por todo el cuerpo. "Cuando yacía tirado en el suelo, inconsciente e indefenso, le golpearon dándole fuertes patadas en el tronco y en la cabeza, tirándole incluso botellas por encima y tratando de tirarle taburetes, siendo esto impedido por el personal del bar", describe el fallo como hechos probados.

Los clientes huyeron y solo quedaron los empleados, "que separaban a la víctima de un agresor y su lugar lo ocupaba otro, y así sucesivamente, hasta que los agresores, una vez descargada su furia y advirtiendo que se hallaba inmóvil, cesaron". Jesús B. estuvo un mes en coma y casi 100 días hospitalizado. Se le ha reconocido la incapacidad total para trabajar y sufre graves secuelas por las lesiones cerebrales.

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