Nunca 'no puedo', así se forman en Jaca los futuros mandos de Operaciones Especiales

Cada año intentan superar el curso para mandos de Operaciones Especiales entre 40 y 45 oficiales y suboficiales de los tres ejércitos y, de media, el 40% causa baja antes finalizarlo.

Curso para mandos de Operaciones Especiales en Jaca
Nunca 'no puedo', así se forman en Jaca los futuros mandos de Operaciones Especiales
EMMOE

No son superhombres, aunque sin duda están hechos de otra pasta. Se rigen por divisas como el ‘nunca no puedo‘ o ‘cuando tu cuerpo diga basta, tu mente debe decir adelante’; consignas que memorizan porque se les exige ponerlas en práctica desde el día uno de su formación. El que no se sobrepone al vértigo, descartado. El que titubea, eliminado. El que muestra síntomas de claustrofobia, a casa. Cada año intentan superar el curso para mandos de Operaciones Especiales entre 40 y 45 oficiales y suboficiales de los tres ejércitos y, de media, el 40% causa baja antes finalizarlo.

El acuartelamiento de San Bernardo de Jaca alberga la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) y en ella se instruye a quienes asumirán el mando de las unidades de Operaciones Especiales de los tres ejércitos. Son diez meses de intensa formación que permiten, a quienes lo superan, aspirar a liderar las unidades militares más versátiles del país en tierra, mar o aire. En la Armada sería el equivalente, por ejemplo, a los Navy Seals estadounidenses.

Topografía, paracaidismo, inteligencia y contrainteligencia, operaciones aeromóviles, supervivencia, combate en montaña invernal, explosivos, operaciones en terreno urbano, buceo de combate… Las ‘asignaturas’ son de los más variado y persiguen que el alumno sea capaz de desenvolverse y tomar decisiones bajo condiciones extremas. Y si no, que se lo pregunten a los que acaban de culminar la fase de Instrucción Técnica de Combate, la más temida y también la más mitificada. Claro, dura solo quince días y es durante la que más gente cae.

“Son dos semanas en las que hacemos que el alumno trabaje al límite de sus capacidades físicas y psicológicas“, avanza César Párraga, el comandante jefe del departamento de Operaciones Especiales de la EMMOE desde hace siete años.  ¿Cómo lo hacen? Aislándoles. Quitándoles todo contacto con personas externas y la noción del tiempo. “Jugando” con las horas de sueño. “Cansándoles”. Haciendo que nunca sepan qué situación les espera a continuación. A lo largo de cuatro días pueden llegar a dormir un máximo de cuatro horas. Se busca que anden “desorientados”. Y entonces, cuando ya están agotados, se incrementa la dificultad de las misiones, la duración de las patrullas y la dureza de los obstáculos.

“Necesitamos que se den cuenta de que por muy cansados que estén, son capaces de superar ciertos retos. El ‘nunca no puedo'”, interviene el capitán Ferrer, buceador de combate y profesor responsable de esta temida fase previa al ecuador del curso.

Como cada año, la ITC de esta edición se desarrolló a finales de febrero. Es Jaca, es invierno, y se les hace atravesar ríos helados y cruzar piscinas a nado cargados con todo el equipo o atados de pies y manos. Nunca parar, apenas descansar, no desafallecer y de vez en cuando, por si las moscas, carreras de catorce kilómetros con veinte kilos a la chepa. “Se les advierte de que solo la superarán si están centrados. Cualquier problema o preocupación con la que entren en septiembre se incrementará a lo largo del curso y se convertirá en un mundo durante la ITC “, explica Párraga. Quince profesores les evalúan en todo momento y proponen mandar a casa a los que se quedan atrás. Otros se dan cuenta solos de que esto no es para ellos. Este año ya han causado baja 14 personas.

¿No os dan pena? “Ninguna”, asegura el capitán Lozano, tirador de precisión y profesor de explosivos, combate en población y de la fase de agua. “Al acabar salen destinados sí o sí a unidades de Operaciones Especiales, tendrán a tropa bajo su mando y entre el 60 y el 80% serán desplegados en el extranjero durante el primer año de servicio. Al Líbano, a Afganistán, a Irak, a Túnez o a hacer frente a la piratería en aguas de Somalia. Es responsabilidad nuestra, como profesores, que estén preparados para tomar decisiones en situaciones extremas de tensión y cansancio”. Él lo sabe bien. Durante los nueve años que ha estado en el Mando de Operaciones Especiales de Alicante ha operado en el Líbano, en Mali, en Mauritania y en El Chad.

Los cursos para mandos de Operaciones Especiales empezaron a desarrollarse en Jaca en el año 59. Desde entonces, han ingresado cerca de 2.500 personas y se han diplomado 1.800, solo dos de ellas mujeres. A la nave en la que guardan el material y en la que se imparten las clases teóricas, da la bienvenida un tablón grabado con los nombres de las once personas fallecidas en el intento. El último cayó en el 97.

Este año, los alumnos ya han superado el módulo básico y gran parte del específico. En el primero adquieren los conocimientos técnicos. Se empieza desde cero porque los alumnos suelen ser tenientes o sargentos recién salidos de la Academia. En el segundo, se profundiza en las técnicas, las tácticas y los procedimientos. “Se trata de transformar al combatiente individual en un combatiente de equipo operativo“, especifica el comandante Párraga.

En Jaca está el núcleo del curso, pero no todo se puede hacer allí. La parte de operaciones aeromóviles (helicópteros etc.) se lleva a la práctica en Logroño, la de combate en población en Alicante y la de agua se desarrollará durante la siguiente fase en Cartagena.

A los de este año les queda por delante el módulo de aplicación. El que les llevará a utilizar todo lo aprendido durante los anteriores y a desarrollar y ejecutar misiones de reconocimiento especial, acción directa y asistencia militar. En esta fase ya se trabaja con fuego real. Párraga le quita hierro al asunto e insiste en que está todo planeado, medido y controlado.

Los alumnos y profesores están convencidos de que el futuro de los ejércitos está en la Inteligencia y las Operaciónes Especiales. Las intervenciones rápidas y directas como las que se aplican a la hora de rescatar rehenes o evacuar a población civil. En España, cada ejército tiene su respectiva unidad de Operaciones Especiales. En Alicante está la del Ejército de Tierra, en Murcia la del Aire y en Cartagena la naval.

Quienes superen el curso irán a parar a una de ellas y, tal y como incide el coronel Chaín, director de la EMMOE, deben llegar allí con una “potente capacidad de liderazgo”, aspecto en el que hacen hincapié durante el curso. Aunque también, según incide Párraga, se busca “la humildad, la honestidad, el compañerismo y la capacidad de sacrificio personal y profesional”. Por eso, este comandante no duda a la hora de elegir su lema favorito del decálogo del guerrillero. Se lo hacen memorizar a los alumnos nada más entrar a la escuela y lo repiten en los momentos de flaqueza. Para Párraga, el que mejor define a los futuros mandos de las unidades de Operaciones Especiales españolas es: “Sé parco en palabras, que los hechos hablen por ti. Si crees que eres el mejor, demuéstralo sin olvidar que eres uno más”.

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