A la montaña hay que ir siempre con precaución. Sea invierno o verano. Porque nunca hay riesgo cero", advierte Santiago Gómez Rivas, teniente jefe de la Unidad de Montaña de Aragón y Navarra de la Guardia Civil. "Y este año, la meteorología ha sumado varios factores que incrementan el riesgo de aludes en el Pirineo. Por un lado tuvimos mucha nieve en Navidad; después, lluvia, lo que aumentó la inestabilidad. El viento en cotas altas, además, ha dejado la nieve muy venteada, con laderas muy cargadas". Una suma de fenómenos que elevan el riesgo de avalanchas de nieve. Según la Aemet, en la Jacetania el riesgo es notable (3), al igual que en el Alto Gállego. En el Sobrarbe y la Ribagorza, es limitado, aunque notable por encima de los 2.000 metros. Una situación intermedia que supone, curiosamente, más riesgo, "ya que algunos montañeros inexpertos prefieren no arriesgarse cuando el riesgo es alto, pero se aventuran más cuando el riesgo es medio o bajo", avanza Marta Ferrer, de Prames, entidad que participa junto al Gobierno de Aragón, la Federación Aragonesa de Montañismo, Aramón e Ibercaja de la campaña Montaña Segura.

Quedar enronado por un alud es uno de los accidentes más peligrosos que pueden producirse en la montaña, "porque presentan una alta probabilidad de acabar en fallecimiento. Y la razón es que apenas hay una ventana de 15 minutos para actuar y es fundamental el autosocorro, el contar con un grupo de compañeros que nos puedan sacar -dice Gómez desde la Guardia Civil-. Ese cuarto de hora es clave y resulta complicado que los equipos de rescate lleguen tan rápidamente". ¿Por qué la ventana es tan estrecha, qué sucede para que el rescate tenga que producirse en tan poco tiempo? Según el teniente, "no es tanto por el riesgo de hipotermia o congelación, sino por la falta de oxígeno y el incremento de dióxido de carbono en ese pequeño hueco donde está encerrada la persona. No hay ventilación, por lo que la asfixia puede producirse muy pronto".

Por ello, el primer consejo que da la Guardia Civil es no salir solo jamás a la montaña "ni en invierno ni en verano, porque la ayuda de los compañeros será siempre necesaria si tenemos un percance". Y, como cualquier accidente, "primero se debe proteger, después avisar y, finalmente, socorrer. Es decir, proteger a los que nos rodean y asegurarse de que el terreno no presenta más peligro, avisar después a emergencias y ya disponerse a socorrer". En el caso de las avalanchas de nieve, "la prevención es fundamental, hay que salir de casa ya preparado en caso de que se produzca este accidente. Lo primero que se requiere es que todos los miembros del grupo tengan un dispositivo Arva. El arva es un transmisor y receptor que permitirá identificar dónde esta la persona enterrada para proceder a rescatarla. Después, será necesario contar con una pala y también con una sonda".

El Arva es un ‘appareil de recherche de victimes d’avalanches (A.R.V.A)’, es decir, aparato de búsqueda de víctimas de avalanchas. Si se produce un alud no se puede empezar a cavar a lo loco. El tiempo es muy limitado y hay que estar muy seguro de dónde se encuentra la persona accidentada. "Con el Arva se salvan muchas vidas. El aparato debe llevarse siempre en modo emisor, de manera que estará enviando continuamente una señal. Si se produce la avalancha de nieve y una persona de nuestro grupo queda enterrada, pasamos entonces a poner el aparato en modo receptor. Así, encontraremos de dónde procede la señal y nos indicará a cuántos metros está, hasta llegar al lugar preciso". El Arva debe llevarse dentro de la chaqueta, pero nunca en la mochila, ya que puede ocurrir que esta sea arrastrada por la nieve. Se enciende a primera hora de la mañana y debe llevarse encima siempre que se practique esquí de montaña o estemos fuera de las pistas.

Será entonces cuando sea necesaria la sonda. Es una vara larga que hacemos penetrar en la nieve hasta lograr contacto con el cuerpo de la persona. El Arva no nos dice el punto exacto, por lo que será necesario utilizar la sonda. Algunos estudios destacan que el tiempo de búsqueda de una víctima localizada con el Arva lleva hasta 26 minutos, ventaja que baja a los 15 minutos si se cuenta con una sonda. Entonces será útil la pala, que deben llevar todos los miembros del grupo.

La herramienta ATES

La nieve, como material plástico que es, tiende a fluir por gravedad hacia las zonas inferiores, movimiento lento pero que adquiere más velocidad conforme se produce el descenso. Si la temperatura es alta, el riesgo de aludes crece. En opinión del teniente jefe de la Guardia Civil Santiago Gómez, "la gente cada vez va mejor equipada a la montaña, sobre todo cuando quiere practicar la alta montaña en invierno. El problema es cuando un visitante inicia un paseo en los alrededores de las pistas de esquí y lo hace sin el equipamiento adecuado. Piensan que allí no hay peligro, pero puede suceder todo lo contrario". Además de contar con el equipo necesario, "es importante estar bien formado y saber utilizarlo bien. E incluso con una alta formación y un buen equipo es clave también saber renunciar, emprender otra ruta y esperar a que las condiciones sean mejores". Por eso, incluso más que el Arva, la sonda y la pala, la información es la herramienta más útil para evitar un accidente.

Desde la Aemet se publica diariamente un parte de nieve con las zonas de riesgo de avalanchas (boletín de peligro de aludes) "y todo montañero invernal debería estar acostumbrado a consultar el boletín y saber interpretarlo", dice por su parte Marta Ferrer desde Montaña Segura. "Pero hemos comprobado que a veces esa información no es suficiente o no se aprecia realmente el nivel de riesgo. Desde 2010 se aplica en Canadá una metodología que permite cruzar esa información del estado de la nieve con las características del terreno, para tener una información más completa. Una cartografía que ya hemos presentado este año para la zona del macizo del Aneto". Esta herramienta, denominada ATES, cubre los recorridos y actividades de montaña más frecuentados desde los puntos de partida de Llanos del Hospital, el refugio de Renclusa y el de Cap de Llauset.

Ferrer explica que "la herramienta ayuda en la toma de decisiones. Como hemos dicho, es en esos valores intermedios donde existe mayor duda de si salir o no a la montaña. La herramienta ATES clasifica el terreno entre simple (verde), exigente (azul) y complejo (rojo). Por su parte el boletín de la Aemet tiene su riesgo de aludes numerado del 1 al 5. Si se cruzan las dos tablas la información será más exacta".

Desde Montaña Segura advierten de que siempre hay algún tipo de riesgo "incluso en terreno simple será necesario ir con mucha precaución. Pero cuando el riesgo del boletín sea de 3 y los terrenos sean exigentes, será necesaria mucha preparación por parte del excursionista. En un grado del boletín que llegue al 4 o al 5 en un terreno complejo no se recomienda ir por esa zona". Tanto la herramienta ATES como el boletín de la Aemet deben consultarse y complementarse el mismo día de la salida, para tomar entonces las decisiones. "Y tener en cuenta que no importa cuánta pericia y experiencia tengamos, si vamos en un grupo tendremos que adaptarnos al nivel de la persona con menos experiencia", indica Ferrer.

El teniente jefe Santiago Gómez reconoce que es difícil dar consejos sobre qué hacer si quedamos atrapados en la nieve. "Es una situación muy complicada en la que se deber mantener la calma para gastar el mínimo oxígeno y así dar más tiempo a los compañeros para que nos ayuden". Por eso, insiste en que el trabajo ha de ser previo y dirigido a la prevención, "quitándonos las correas de seguridad de esquís y bastones en las zonas de más peligro. Si se produce una avalancha y podemos mantener la calma, hay que hacer movimientos similares a los de la natación. El objetivo de estos movimientos sería evitar ser enterrados todavía a una mayor profundidad".