ENTREVISTA

Francisco Vázquez: "Belloch demuestra sentido de liberalidad con la calle a Escrivá"

Político de peso en el PSOE, fue durante 23 años alcalde de La Coruña, siempre por mayoría absoluta

Usted se encuentra al frente de una legación compleja para el Gobierno. ¿Está a gusto en la diplomacia después de décadas en la política municipal?

Sí, muy a gusto. Mi intención no era abandonar el Ayuntamiento de La Coruña, pero el presidente del Gobierno, y de mi partido, decidió que por mi condición de católico era un gesto de buena voluntad enviarme para desbloquear algunos asuntos y servir de puente. Y no le oculto que estoy encantando porque, además, ser embajador ante el Vaticano es como hacer un doctorado de alta política en Harvard o en Yale.

 

Tiene que templar mucho con la ley del aborto, los autobuses ateos, la unión entre homosexuales?.

 

Hay temas que en el Vaticano pueden provocar inquietud pero que no son exclusivos de nuestro país. Las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia española no son de mi competencia, y ojalá que se consiguiera el nivel de entendimiento y de tranquilidad que hemos logrado en Roma. Hace poco estuvo el cardenal secretario de Estado, Bertone, que es el número 2 de la jerarquía vaticana, para conocer de primera mano la visión de España sobre cuestiones internacionales y establecer así líneas de cooperación. A España se le dedica allí una especial atención por la influencia que decisiones que se toman aquí pueden tener en América Latina y África

 

Bertone habló de los bienes de arte sacro que son de Aragón y que están en Cataluña. ¿Ha mediado usted?

 

Al presidente Marcelino Iglesias le he facilitado entrevistas con altos responsables, pero esta es una cuestión estrictamente eclesiástica, entre dos diócesis, por lo tanto el Gobierno de España no interviene. He sido un testigo privilegiado y debo decir que es un tema ya resuelto; la Iglesia ya ha fallado, hay una sentencia firme ante la cual no cabe ningún recurso. La Signatura Apostólica, que es el Tribunal Supremo de la Iglesia, ha dado la razón al obispado de Barbastro-Monzón y el fallo hay que ejecutarlo. Si la diócesis de Lérida no cumple, si, por decirlo en términos de derecho civil, entra en una situación de rebeldía, no sé lo que harán las autoridades eclesiásticas... El obispo de Barbastro-Monzón va a presentar una demanda civil y está en su legítimo derecho, pero yo confío en que haya la suficiente prudencia por un lado y serenidad por el otro de entender que lo que hay que hacer es acatar.

 

¿Usted también medió para que el consejero catalán se reuniera hace unas semanas con responsables del Vaticano?

 

No. La Embajada de España ha procurado mantenerse al margen, porque no tenemos jurisdicción. Como embajador he facilitado las peticiones de encuentros con altos responsables vaticanos que se me hicieron desde Cataluña y Aragón. En el caso de la Generalitat solo fue en una ocasión, hace unos años, por parte del entonces vicepresidente Nadal, siendo Maragall presidente. Marcelino Iglesias sí que ha tenido varias entrevistas; incluso con el número 2 de la secretaría de Estado, monseñor Parolin, en la que estuve yo presente y donde, con un gran respeto, pidió celeridad para resolver el contencioso, sin querer interferir en la autonomía de la Iglesia.

 

Pero hace unas semanas se reunió en Roma el consejero Tresserras precisamente con Parolin.

 

En eso no tuve yo nada que ver. Lo desconozco. Solo organicé el encuentro de Nadal y, en esta cuestión, ya no he tenido ninguna otra actuación con las autoridades catalanas.

 

¿El Gobierno de Zapatero podría haber presionado más a la Generalitat, como en su día hizo para que regresara a Cataluña parte del archivo de Salamanca?

 

El Gobierno ha intentado que hubiera una solución, hemos dejado que los procedimientos internos de la Iglesia siguieran su cauce y su curso; en ningún momento he tenido instrucciones. Sí he hablado con el nuncio en España, porque a él le preocupaba que los recursos continuaran y que llegaran a lo que han llegado, y ahora solo espera su resolución.

 

En Zaragoza ha habido una gran polémica por la publicidad atea en los autobuses municipales y el cambio de nombre de un general franquista por el del fundador del Opus Dei.

 

Sobre la publicidad atea ha sido un conflicto que se ha dado en otras ciudades de España y en otros países. La postura del alcalde Belloch le honra y es común a otros que no han permitido que haya una propaganda que pueda ofender a minorías o mayorías religiosas. Sobre el cambio de nombre es un tema muy puntual. Escrivá de Balaguer es un aragonés universal, eso nadie lo puede negar. Es una polémica absurda y creo que lo que refleja es un sentido de liberalidad por parte del Ayuntamiento y del alcalde.

 

Pero Escrivá también está ligado al régimen franquista.

 

No, en ningún caso. Sería un reduccionismo casi sectario intentar identificar una institución, en la que participan voluntariamente miles de personas, a una corriente política determinada. Yo he conocido a destacados miembros claramente antifranquistas, que fueron importantes en la resistencia contra aquel régimen dictatorial. La vinculación se ha hecho porque algunos ministros de Franco pertenecían al Opus.

 

Usted tiene una larga trayectoria; es un político con peso relevante en el PSOE.

 

Vengo desde la clandestinidad. Mire, yo vine a Zaragoza para elaborar las listas de 1977, en las primeras elecciones democráticas; y formo parte del PSOE desde hace más de 30 años.

 

¿Hay gente en el PSOE, joven, católico practicante como usted, que sepa lo que fue aquello de 'cristianos para el socialismo'?

 

Sí, claro. los movimientos cristianos de base fueron determinantes en la lucha contra Franco. Y esto tiene una gran lógica porque los valores que defiende el PSOE son una lectura política del evangelio.

 

Pero la Conferencia Episcopal actual no parece ir por esa línea.

 

La Iglesia es muy plural. En la Conferencia Episcopal hay de todo y sus elecciones son muy ajustadas.