Teruel crónica de un siglo en blanco y negro

Tres investigadores completan ‘El Teruel que fue’, un proyecto que ha conformado la "memoria fotográfica" de la ciudad 

Imagen del acueducto renacentista de Los Arcos, tomada en 1923.
Imagen del acueducto renacentista de Los Arcos, tomada en 1923.
El Teruel que Existe

Las cifras abruman. Doce mil fotografías procesadas, cinco libros publicados, 150 archivos particulares rastreados y digitalizados y 14 años de investigación. Es el balance del trabajo realizado por un equipo de tres fotógrafos aficionados de Teruel -Juan Carlos Navarro, Agustín García y Fernando Hernández- bajo la denominación global de ‘El Teruel que fue’ con el objetivo de crear «una memoria fotográfica de la ciudad», como ellos mismos definen su proyecto. Acaban de sacar a la calle el último y definitivo volumen de la serie de recopilaciones fotográficas, que abarca de 1874 a 1975 e incluye un monográfico complementario destinado a reflejar la situación de la ciudad tras la Guerra Civil.

Las 2.000 imágenes recogidas en los cinco libros que recopilan la historia fotográfica de la ciudad, desde la primera imagen de la que se tiene constancia, una vista del acueducto de Los Arcos de 1867, hasta 1975, muestran una urbe en continuo pero lento crecimiento hasta que recibe el impacto de la batalla de Teruel -disputada en el invierno de 1937 a 1938-, la posterior reconstrucción urbana y de nuevo el desarrollo hasta los años 70 del siglo XX. Las imágenes recogidas por los investigadores muestran vistas urbanas, fiestas -La Vaquilla es la gran protagonista-, tradiciones, comercios, obras, estampas familiares y reuniones de amigos.

El boca a boca ha sido decisivo para localizar decenas de archivos y colecciones particulares que mostraban aspectos poco conocidos o insólitos del pasado de la ciudad. Las fotografías, inéditas en un 90%, en algunos casos han visto la luz por primera vez con este proyecto porque los carretes o las placas de cristal con las que se tomaron, olvidados en algún sótano o desván, nunca pasaron al papel. La disposición de las familias turolenses a colaborar en la recogida, clasificación y publicación ha sido total, aunque fue preciso restaurar la mayoría de las imágenes antes de publicarlas.

Archivos particulares

El acceso a un centenar largo de archivos particulares puso a disposición del grupo de investigadores en torno a 12.000 fotos, aunque solo una sexta parte se ha incluido en los cinco volúmenes publicados. El criterio de selección fue «que las imágenes aportaran alguna información nueva para el conocimiento de la historia de la ciudad», como explica Juan Carlos Navarro. Añade que la prioridad a la hora de escanear y publicar una toma no fue la calidad técnica ni siquiera la estética, sino la contribución a un mejor conocimiento del pasado reciente de la capital turolense.

La gran mayoría de los fondos manejados proceden de familias que, a través de contactos personales, se enteraron de la iniciativa recopilatoria. Pero también hay materiales procedentes de archivos de fotógrafos profesionales que desarrollaron su trabajo en la ciudad y una colaboración puntual de la Universidad de Marburgo (Alemania), que proporcionó las únicas dos fotos que se conservan del interior de la iglesia de San Juan, destruida durante la Guerra Civil, y que fueron tomadas a principios del siglo XX por un estudioso de los templos que seguían un determinado modelo germánico.

Entre la producción de fotógrafos profesionales o con una obra acreditada que se ha incorporado a los libros, destacan las fotos de Jesús Hernández, Fidel Cantín, Francisco Blasco, Francisco Garzarán o Manuel Tena. Juan Carlos Navarro resalta el trabajo de Hernández, desarrollado en los años cincuenta y sesenta del siglo XX y que fue "muy bueno".

Los álbumes y colecciones particulares fueron escaneados al completo para utilizar las instantáneas más interesantes en ‘El Teruel que fue’ y la versión digital se devolvió a los propietarios junto con los originales. «La gente ha colaborado de forma desinteresada y encantada con el proyecto», dice Agustín García. La conservación de las fotos era, en general, deficiente. Recibieron lotes que estaban guardados en botes de conserva o en "una lata de membrillo junto con otros recuerdos personales", como explica Fernando Hernández.

Uno de los fondos más productivos, fue el de Francisco Garzarán, de principios del siglo XX y que estaba guardado en cajas de cartón depositadas en un sótano. Se trata de una amplia colección de placas de vidrio, los precedentes de los clichés. Juan Carlos Navarro reconoce que, cuando pudo analizar el material, 2flipaba" con el alto nivel técnico y estético de las tomas rescatadas, muchas de las cuales se convertían en fotos por primera vez porque nunca pasaron del negativo al papel. A su juicio, en general, las instantáneas más antiguas son las que presentan más calidad, mientras que las de la posguerra, por la precariedad de medios del momento, son las más deficientes.

El amplio periodo abarcado en la recopilación muestra en blanco y negro la evolución urbana y social durante casi un siglo. Por las cerca de dos mil páginas publicadas, se puede seguir la evolución de lugares emblemáticos de la capital turolense, como la plaza del Torico, el Viaducto de Fernando Hue o el paseo del Óvalo. La foto más antigua de la recopilación, una vista de Los Arcos, la tomó el francés J. L. Laurent en 1867 -en la misma expedición, fotografió a Los Amantes y un busto del papa turolense Clemente VIII, sucesor del cismático Benedicto XIII-. Las imágenes más recientes muestran una ciudad en plena expansión con el desarrollismo de los años setenta del siglo XX.

Otra fuente importante de imágenes antiguas han sido las empresas constructoras porque, como explica Fernando Hernández, era habitual que fotografiaran las obras de las que se sentían más orgullosos. Uno de los fondos más productivos al respecto es el de Antón Sancho, que guardó en sus archivos imágenes de las grandes obras públicas en las que participó, como la urbanización del Ensanche o la construcción del pantano del Arquillo, que desde 1967 garantiza el suministro de agua a la capital turolense. Varias imágenes muestran como la presa se levanta sobre el lecho del río Guadalaviar y, finalmente, una instantánea capta el desfile de autoridades en la inauguración.

El proyecto en el que Agustín García, Juan Carlos Navarro y Fernando Hernández han invertido 14 años quiere suplir la ausencia de un archivo fotográfico de la historia de la ciudad de carácter público. Ante la inhibición institucional, los tres investigadores se pusieron manos a la obra en 2010 para recuperar todos los materiales posibles. Tres años después alumbraban el primer libro recopilatorio y divulgativo, con fotos tomadas entre 1895 y 1957, luego llegaría el destinado al intervalo 1958-1967, el de 1968-1975 y, finalmente, el definitivo de 1867 a 1975, que se abre con una larga introducción del escritor Antonio Castellote. Con esta última entrega, el equipo da por finalizada su historia fotográfica de Teruel.

Fotos inéditas de la guerra civil. Hernández explica que las 57 fotos del monográfico de Guerra Civil son, a pesar de las numerosas publicaciones que han aparecido sobre la batalla de Teruel, "inéditas". Ha sido el principal encargado de localizarlas a través de internet, por contactos personales y con la colaboración de amigos y conocidos. Entre las colecciones que aportan imágenes a este capítulo, destaca la serie tomada por un fotógrafo de la Legión Cóndor, la unidad de la Alemania nazi al servicio de Franco durante la contienda.

Juan Carlos Navarro señala que decidieron publicar por separado las imágenes de batalla de Teruel y sus efectos por "respeto" al resto de los materiales, porque las imágenes de destrucción y muerte contrastaban con el resto del periodo investigado, en el que la ciudad no deja de progresar y crecer, aunque, a veces, a paso de tortuga. "El proyecto muestra cómo se construye el Teruel moderno, hasta que llega la guerra y todo es muy triste", concluye Navarro

Los cinco libros de ‘El Teruel que fue’ no se limitan a ser un catálogo fotográfico, sino que aportan a través de los pies de foto, a veces extensos, el contexto social de las imágenes hasta configurar una "crónica de la ciudad", como señala Fernando Hernández. Fijar la fecha y el marco histórico de cada imagen ha sido una de las labores más complicadas de todo el proceso de edición porque en muchas ocasiones el propietario cedía la imagen sin ninguna referencia sobre su autoría o fecha de realización. 

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