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Las mantillas están de moda, del mostrador centenario a Amazon

Cada año más jóvenes abandonan su anonimato y se visten de manola en las procesiones.

CÓRDOBA, 24/03/2024.- Una mujer con mantilla participa en la procesión de la Hermandad de la Penas durante su estación de penitencia, este Domingo de Ramos. EFE/Salas ESPAÑA SEMANA SANTA
Una joven vestida de mantilla esta Semana Santa en Córdoba, donde esta tendencia es más fuerte
Salas

Elegantes, aunque sobrias y de luto. Las hermanas de mantilla acompañan a las tallas en su recorrido por las calles cada Semana Santa. El tacón sobre los adoquines y el tintineo de las cuentas del rosario de su mano son los únicos sonidos ante el rotundo silencio.

En retratos de Goya, también La Chunga, la actriz Melanie Griffith, la presentadora Raquel Revuelta, la baronesa Tita Cervera, las desaparecidas duquesa de Alba, Sara Montiel, Carmen Sevilla... y millones de mujeres han clavado en su moño una teja y han cubierto sus hombros con una negra mantilla los días de Pasión.

Antaño, esta prenda fue un imprescindible de los armarios. Los grupos de mujeres paseando por la calle de Alfonso I, en la plaza de España o por el paseo de la Independencia en el Jueves Santo siguen en el retina de los zaragozanos más mayores y como instantáneas en el álbum de la historia de la ciudad.

Con el tiempo tal vez se perdió un tanto esta costumbre, quedando en los arcones familiares y convirtiéndose en una valiosa herencia material y sentimental. De hecho, la inglesa Mary Herbert, condesa de Pembroke, estimó en sus escritos que el uso de la mantilla en España estaba desapareciendo en 1866. Y que se sustituía por el sombrero, matizó el autor Thomas Ewing Moore.

Lejos de aquello, en la actualidad vuelve a ser una moda, tal y como se observa en la calle y analizan desde el sector. «Es una tendencia que va a más», defiende Santiago Espa, gerente de La Parisién, una centenaria casa de la calle de Alfonso I que este martes cumplió 113 años de su fundación. En las filas de las manolas se aprecian rostros más jóvenes, que cambian los atributos y tambores por procesionar con mantilla. Una opción que se convierte en una muestra de fe total, porque ante la sociedad pierden el anonimato que se guarda con los capirotes y terceroles.

Dos mantillas claramente diferentes
Dos mantillas claramente diferentes
La Parisién

Uno de los elementos fundamentales del conjunto son las tejas. «Existen varias alturas, en función del tamaño de la mantilla o de la altura de la mujer», apunta Santiago. En la actualidad –y desde hace varias décadas– son de acetato, sin embargo, las piezas más antiguas que se conservan pueden ser de concha de tortuga o de marfil, ahora de fabricación prohibida y que dada su antigüedad y material se deshacen, como explica Espa.

Las mantillas son otro mundo. Santiago busca una caja en la estantería y al desplegarla en el céntrico local se abre un jardín de motivos florales. «Pueden ser de blonda española, que son más tupidas», distingue Espa. Otra opción son las de imitación francesa: «Están las de chantilly o de dentelle de Calais». Con las mantillas, La Parisién se ha convertido en un referente nacional e, incluso, internacional, ya que las venden a todos países y además cuentan con una sucursal guatemalteca. «En Guatemala City tenemos un comercio, con el logo original, donde también se encuentran estos artículos», añade el responsable de la centenaria La Parisién.

«Vendemos a través de nuestra página web y de Amazon, de hecho, en esta plataforma somos los primeros recomendados cuando se busca una mantilla», lo dice Santiago y se comprueba en una rápida búsqueda. Las hay hechas a mano –son más caras–, pero se puede encontrar desde 99 euros con la teja y la aguja con la que se prenden los pliegues detrás.

Cada cofradía y hermandad da una serie de recomendaciones a sus hermanas de mantilla. El largo del vestido negro debe ser por debajo de la rodilla, escotes recatados, como mucho manga francesa, sencillas joyas, maquillaje natural, sin tacones altos, rosario en la mano, la medalla distintiva… Y guantes, que también muestra Espa en su mostrador.

No solo para Semana Santa

A pesar de que en estos días sean más visibles en las calles, la mantilla es un artículo que se viste todo el año, por ejemplo para novias y madrinas. «Los velos y mantillas están volviendo con fuerza, en especial en las bodas por la iglesia», asegura Lucía Cano, diseñadora nupcial de Artesanía Florencia, de Alcalá la Real, en Jaén.

Son piezas tradicionales, pero se incluyen motivos fruto de la imaginación y la creatividad en los nuevos diseños. Vanguardia sin perder la artesanía, aunque como señala Cano, no todo el bordado es manual, ya que es una forma de abaratar costes y tiempo de producción. «Se está perdiendo una valiosa artesanía por falta de mano de obra, la media de las bordadoras está en los 70 años», comenta la diseñadora.

Las mantillas y las tejas, sean de un tipo u otro, visten la historia y la moda, pero desnudan la fe y la devoción.

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