40 años del accidente aéreo más grave de Aragón, que causó 18 muertos
Este accidente de avión tuvo lugar el 29 de febrero de 1984 y se saldó con 18 personas muertas.
Uno de los episodios más dramáticos de las últimas décadas en Aragón se produjo justo hace ahora 40 años, cuando tuvo lugar el accidente de avión más grave que hemos sufrido y en el que perdieron la vida 18 personas.
El suceso tuvo lugar el 29 de febrero de 1984. Esa tarde, un avión militar que había despegado del aeródromo navarro de Ablitas para realizar unas maniobras se estrelló contra el suelo en La Muela de Borja, cerca del Moncayo. En su interior viajaban 18 militares, 17 de ellos norteamericanos y uno español. Todos ellos perecieron en el choque.
A las 20.00 el aparato perdió la comunicación con la torre de control de Zaragoza y se activaron todas las alarmas. Brigadas de emergencia de las fuerzas armadas norteamericanas, la Unidad de Salvamento y Rescate de Zaragoza y la Guardia Civil salieron esa misma noche en su busca pero, debido a las inclemencias del tiempo -había niebla y nevaba- no encontraron los restos del fuselaje hasta el día siguiente y lo hicieron gracias a un satélite.
“Dieciocho muertos ha sido el balance de un trágico accidente de aviación que sufrió el pasado martes un avión ‘Hércules-130’ perteneciente a las fuerzas aéreas de los Estados Unidos”, publicaba HERALDO al día siguiente. “Diecisiete de las víctimas son norteamericanos, que procedían de la base aérea de Ramstein, cerca de la ciudad alemana de Frankfurt. El último de los fallecidos es el capitán español Francisco Guardiola Davo, que se encontraba en el aparato en calidad de observador. Era piloto del Ala de Transporte número 31, estaba casado y tenía un hijo”, continua la crónica del suceso".
“El avión, que participaba en un supuesto táctico, iba a lanzar sus paracaidistas sobre el aeródromo de Ablitas. Las victimas fueron rescatadas ayer en un montículo del término municipal de Borja, en un punto cercano a la colonia veraniega del monasterio de Misericordia”, prosigue. “El ‘Hércules 130’ quedó dividido en tres partes por la fuerza del golpe contra el suelo: la cola apenas sufrió daño alguno, mientras que sólo quedaban algunos vestigios de la cabina y del resto del fuselaje".
"Los cadáveres de quince de las víctimas quedaron esparcidos en un área de medio kilómetro de radio. La mayoría de los cuerpos no estaban destrozados y sufrían pequeñas quemaduras, lo que prueba que por la falta casi total de combustible no se debió producir explosión ni incendio posteriormente. Apoya esta tesis el hecho de que los grandes neumáticos del avión aparecieron intactos".
"Las tres víctimas restantes habían quedado atrapadas entre los hierros retorcidos de la cabina. Sobrecogía el ánimo contemplar cómo algunos de los cadáveres tenían ya enganchadas las anillas de sus paracaídas al carril de salto, por lo que se deduce que faltaba sólo un minuto para que se lanzaran en la zona navarra de Ablitas, situada muy próxima al lugar de la catástrofe", recuerda el periodista Mariano Banzo, que narró el suceso.
