Presas con fecha de caducidad: “El paso del tiempo fue demoledor y en 200 años se abandonaron”

Las presas romanas de Almonacid de la Cuba y de Muel fueron, en su día, gigantescas obras de ingeniería hidráulica. Sin embargo, su vida útil fue muy corta. Estos fueron los motivos.

Presa romana de Muel con la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, del siglo XVIII, construida sobre ella.
Presa romana de Muel con la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, del siglo XVIII, construida sobre ella.
Javier Fanlo

En un momento en el que los problemas derivados de la sequía, la escasez de agua y de la falta de lluvias están de actualidad y en el que algunos han desempolvado las polémicas e indeseadas palabras -al menos en Aragón- ‘trasvase del Ebro’, no está de más recordar que estos dilemas no son nuevos para los pobladores que, durante milenios, han vivido en nuestro territorio y que solventaron o, lo intentaron, de la mejor manera posible.

“La epigrafía ha dejado el testimonio más temprano de los trabajos de irrigación en el Valle Medio del Ebro y de la conflictividad que genera el agua al plantearse la necesidad de compartir su uso. En la conocida Tabula Contrebiensis -bronce de Botorrita- encontramos uno de los litigios documentados más antiguos relacionados con el agua en el mundo romano”, escriben los catedráticos de Arqueología M.ª Ángeles Magallón Botaya y Manuel Martín Bueno en su estudio ‘Los romanos y el agua en el Valle Medio del Ebro’. “La inscripción testimonia la existencia de un conflicto por el uso de un canal entre dos comunidades indígenas y constituye una prueba de los conflictos que genera el uso y disfrute del agua y la necesidad de regular y organizar su utilización”, afirman.

Cuando los romanos se establecieron en el Valle del Ebro tuvieron que adaptarse a las circunstancias climáticas y orográficas del territorio y realizaron infraestructuras destinadas a garantizar el abastecimiento de agua para las ciudades y los cultivos. Las más comunes fueron las cisternas para el aprovechamiento del agua de lluvia pero también, los acueductos, como el de Albarracín-Cella-Gea y el de Los Bañales, en Uncastillo. 

Sin embargo, una de las obras hidráulicas más representativas fue la construcción de grandes embalses para garantizar las reservas de agua necesarias para el desarrollo urbano. Así, junto a los embalses, se construyeron presas, como la de Almonacid de la Cuba, destinada al abastecimiento de Beligio, en Belchite, y la de Muel para dotar de agua a la gran Caesar Augusta y que fue construida “por los mismos legionarios que participaron en la fundación” de la nueva colonia en el siglo I d. C. “El agua se recogía en estas grandes presas, se conducía y distribuía hasta las ciudades a través de acueductos y se facilitaba su consumo y evacuación a través de fuentes y cloacas, como las de Caesar Augusta”, enumera Magallón.

"La presa de Muel fue construida por los legionarios que participaron en la fundación de Caesar Agusta"

La presa de Almonacid de la Cuba es sin duda la más importante de Aragón y posiblemente la más grande de las conservadas de época romana”, aseguran Magallón y Martín Bueno. Mide 34 metros de altura, 17 de anchura , 120 de longitud y el embalse que la acompañaba pudo tener una extensión de unas 80 hectáreas, “lo que nos da idea de su magnitud”.

La de Muel “es una gran obra de ingeniería hidráulica realizada sobre el río Huerva, situada a unos 30 km al sur de la colonia Caesaraugustana, en uno de los escasos lugares en los que se puede construir una presa”, constatan Magallón y la historiadora Paula Uribe en su artículo ‘Notas sobre la presa y la cantera romanas de Muel (Zaragoza).

Excavaciones arqueológicas en la presa de Muel
Excavaciones arqueológicas en la presa de Muel
HA

Crisis y sedimentos

Ambas presas fueron construidas en la misma época y quedaron en desuso, igualmente, en una cronología similar. “En la actualidad, la presa de Almonacid de la Cuba se halla completamente colmatada al igual que sucede en la presa de Muel”, confirman Magallón y Martín Bueno. “A partir del siglo III, la acumulación de los aportes del río impidieron una correcta utilización de la infraestructura hidráulica y se inició el proceso de colmatación de su vaso”, explican. 

Ambas se colmataron “en un lapso de tiempo relativamente breve. El paso del tiempo fue demoledor y en 100 o 200 años se fueron llenando de tierra y se abandonaron”, continua Magallón. Es decir, que los sedimentos arrastrados por la fuerza del río se depositaron en el lecho del embalse y acabaron inutilizando la presa y dejándola inservible. 

"A partir del siglo III, la acumulación de los aportes del río impidieron una correcta utilización de la presa"

Pero ¿por qué no se pusieron medios para evitarlo? “Los romanos las limpiaban de sedimentos y hacían un mantenimiento pero no fue suficiente por lo que quedaban inservibles en un periodo corto de tiempo”, señala Magallón. Y es que el final de ambas presas coincidió con un periodo de crisis en el imperio romano en el que no había dinero para el mantenimiento de las obras públicas como las hidráulicas, lo que derivó en su deterioro. “La decadencia urbana que se produce a partir del siglo III y el enorme esfuerzo que suponía mantenerla en uso contribuyó a su colapso y total abandono”, argumentan Magallón y Uribe. 

"La decadencia urbana y el enorme esfuerzo que suponía mantenerla contribuyó a su colapso"

En el caso de Muel, en 1780 se construyó sobre sus restos la ermita de Nuestra Señora de la Fuente y, durante siglos, “se han reutilizado sus materiales para la construcción” y muchas de los grandes sillares más expuestos fueron desapareciendo para formar parte de nuevas edificaciones. Hoy en día están abiertos al público y pueden visitarse los restos de estas dos grandes infraestructuras que albergaron sendos embalses para abastecer de agua a la población del valle medio del Ebro en época romana.

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