PP y Vox agitan sus discrepancias en Aragón ante la tensión política nacional y las próximas elecciones

Los socios marcan distancias en agua, inmigración y agricultura en las últimas semanas. Azcón logra que la crisis no afecte de momento al rumbo de la DGA.

El vicepresidente, Alejandro Nolasco, publicó esta imagen en la cuenta oficial de X de la DGA.
El vicepresidente, Alejandro Nolasco, publicó esta imagen en la cuenta oficial de X de la DGA.
DGA

La coalición de Gobierno PP-Vox en Aragón ha agudizado estas dos últimas semanas sus discrepancias internas en materias tan sensibles como la gestión del agua, la crisis migratoria o las protestas de los agricultores. La tensión política nacional y las próximas citas electorales en Galicia y Europa han obligado a ambas formaciones a marcar distancias y luchar por el respaldo del votante compartido de derechas. No obstante, el presidente de la Comunidad, Jorge Azcón, ha logrado ceñir la crisis a la esfera partidista, sin que afecte a la gestión del día a día del Ejecutivo autonómico. Al menos de momento.

La relación de ambos socios no ha estado exenta de complicaciones, que se dieron desde la propia negociación para formar Gobierno, marcada por las injerencias de las direcciones nacionales. Esas directrices han marcado desde el primer día la convivencia de dos formaciones que comparten electorado pero con importantes diferencias programáticas.

Los socios han gestionado de puertas para adentro un complicado equilibrio con cesiones a uno y otro lado. Desde la sobrerrepresentación del PAR en el Ejecutivo –tan solo un alto cargo menos que Vox–, hasta las polémicas por los postulados franquistas de dos directores generales de la formación de Santiago Abascal, pasando por la desaparición del festival Periferias. Azcón, acostumbrado a rebajar la tensión con sus socios, ha logrado que estas y otras discrepancias no desvíen el rumbo marcado por el Ejecutivo.

Sin embargo, las diferencias entre los dos partidos han entrado en una nueva fase, una vez más condicionados por la situación nacional. El primer gran choque llegó con un debate tan sensible para Aragón como el del agua. Aunque en un principio el PP logró que Vox rechazara llevar más caudales del Ebro al Priorato (Tarragona), finalmente se impuso el ideario de la formación de extrema derecha, que defiende los trasvases entre cuencas para paliar la sequía. En consecuencia, los socios rompieron la unidad de voto en el pleno de las Cortes.

Batallas programáticas

La gestión de la actual crisis migratoria volvió a dividir a los dos partidos. El vicepresidente, Alejandro Nolasco, aseguró que mientras Vox sea parte del Ejecutivo, Aragón no acogerá a migrantes. Tuvo que ser el propio Azcón el que desactivara el órdago desautorizando al socio. Garantizó que la Comunidad cumplirá sus compromisos y seguirá abriendo sus puertas a los llegados de Canarias por "solidaridad".

En aquella ocasión, al igual que en otras, Azcón trató de circunscribir las declaraciones de Nolasco al ámbito partidista, obviando su condición de vicepresidente. Y de acuerdo a una directriz que llevan a rajatabla los cargos del PP-Aragón, en las discrepancias programáticas no hay réplica que suponga una confrontación directa con el socio.

Hasta el punto de que, a diferencia de lo ocurrido en otras crisis, el PP sí respaldó al consejero de Agricultura de Vox, Ángel Samper, en sus arengas a los agricultores que colapsan estos días las calles y las carreteras de la Comunidad. Los populares cerraban filas para no abrir una nueva grieta en el Pignatelli, pero los de Abascal tienen otros planes. La dirección nacional del partido ha trazado una campaña coordinada con sus consejeros autonómicos e independiente de las coaliciones para dar la batalla a sus socios en dos materias clave en Europa, la inmigración y el campo.

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