sanidad

La vida tras superar la anorexia: "La barrera del peso siempre va a estar ahí, pero ya no tengo miedo a recaer"

Cristinica Gómez empezó a eliminar alimentos de su dieta al sufrir dolores de estómago, lo que terminó en un diagnóstico de anorexia tres años después. 

Cristinica Gómez, feliz tras superar el trastorno de anorexia que sufría.
Cristinica Gómez, feliz tras superar el trastorno de anorexia que sufría.
Rafa Checa

El dolor de estómago fue el detonante para que Cristinica Gómez empezara a "restringir" sus comidas. Ocurrió cuando tenía 23 años y supuso el inicio de un proceso paulatino hasta que el diagnóstico de anorexia la llevó tres años después a ingresar en la unidad de Psiquiatría del Hospital Clínico de Zaragoza. "En ningún momento fue una búsqueda de estoy gorda y voy a adelgazar, aunque también es verdad que empecé a perder peso y no me importó", relata esta joven, ahora ya recuperada, una década después.

Tras un tiempo con los dolores, recuerda, acudió a su médico de cabecera. "Estuvo dos años haciéndome pruebas, buscando una causa física. Y yo cada día me restringía más alimentos", afirma. Tanto que llegó a no tolerar nada en su dieta que hubiera vetado, quedándose en 37 kilos: "No sé en qué momento empecé a contar calorías, pero me las sabía todas".

Ingresó en el hospital de día del Provincial, pero no le fue bien. "A mí me sirvió estar ingresada a tiempo completo", recuerda. Estuvo cuatro meses: "El primero solo lloré porque lo único que sentía era culpa y me preguntaba cómo había acabado ahí si lo tenía todo: estaba casada, tenía un trabajo, una casa propia...". Una vez dentro, explica, empezó a intentar cambiar por los demás, pero al final se dio cuenta que tenía que hacerlo por sí misma. "Y llega un punto en el que te da miedo salir fuera", reconoce.

Al hacerlo, le dieron cita para dos meses después. "Y se me cayó el mundo", resume. Para sobrellevarlo acudió a un psicólogo privado, dos veces por semana durante dos años, "sin fallar ni una sola vez". "Todavía sigo, pero más espaciado", apunta segura de que ya lo ha superado: "La barrera del peso siempre va a estar ahí, pero no tengo miedo de recaer como en la época del ingreso".

Le ayudó el libro que escribió, ‘Puta loca’, en el que narra su experiencia a través de Carolina; también las charlas que da al respecto. Y dice que lo "más difícil" es el papel de la familia. "Puede acompañar, respetar y aguantar. El trastorno mental solo lo puede superar el paciente", afirma.

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