Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Diego Gutiérrez: "Un libro es uno de los medios más inmersivos que existen, quien no lee se está perdiendo mundos enteros"

Catedrático de la Universidad de Zaragoza (Zaragoza, 1970), debuta con una novela juvenil llena de esos misterios y enigmas que siempre le fascinaron.

Diego Gutiérrez es experto en imagen computacional
Diego Gutiérrez es experto en imagen computacional
José Miguel Marco

Esta tarde presenta en el Paraninfo el libro ‘Hugo Norwood. La Mansión del Acantilado’. ¿Qué podemos contar a los lectores sin destriparlo?
Es una novela juvenil de aventuras y misterio, en la que hay historias de piratas, códigos secretos e incluso un robo imposible en una habitación cerrada.

¿Cuesta más escribir una novela o un ‘paper’?
Una novela, sin duda, visto el tiempo que me ha costado esta. Un artículo científico es la última parte de un proceso y lo resumes en 8 o 10 páginas. Escribiendo esta novela estuve más de tres años; mi proceso es no lineal y muy iterativo. No escribo un capítulo y luego el siguiente. En esos años dejé que surgieran ideas que se pudieran incorporar a la historia si la mejoraban. Una vez puestas sobre el papel, luego consiste en iterar, iterar, iterar... Es como escribo mis artículos científicos, hay que iterar hasta que esté bien porque nunca lo haces lo mejor que puedes a la primera.

Ciencias, letras... ¿Qué conexiones hay entre su yo científico y su yo escritor?Ciencias o letras es una división un tanto artificial, aunque necesaria hasta cierto punto en el ámbito educativo, pero ambas deben convivir. Lo mejor sale de la combinación de ambas. Una necesita a la otra. No se puede ser un buen científico sin preocuparse de la parte humanística y, a su vez, la ciencia ayuda a entender y describir el mundo, tampoco tiene sentido darle la espalda a eso. Yo estudié ciencias puras y, cuando tuve que estudiar latín, me lo tomaba como descifrar un código: en física era con ecuaciones y en latín con declinaciones, son dos caras de la misma moneda. Un científico no debe dar la espalda a las humanidades ni al revés.

¿La divulgación fue su pista de pruebas?
Sí, creo que sin saberlo. Para divulgar tienes que obligarte a tomar aspectos científicos más o menos complicados para el público general y crear una historia para atraer a ese público y que entienda esa ciencia. Es un bagaje que me ha servido y que he aplicado en la novela.

"La novela juvenil es una opción muy válida para adultos que necesitan una historia que les entretenga, como cuando van al cine a ver una película de aventuras"

Conocíamos esa faceta divulgadora suya, pero escribir un libro es otro cantar...
Hace unos años, por reto personal y por hacer algo nuevo, decidí escribir una novela. Además de ver si era capaz de hacerlo, también hay detrás una motivación: intentar ayudar a que la gente joven siga leyendo. Siempre que voy a una librería veo a personas jóvenes buscando libros y me alegra, pero hay un ‘gap’, a una cierta edad, en que dejan de leer. He querido escribir el libro que me hubiera gustado leer a esa edad, pero sin perder de vista el público más adulto. Creo que la novela juvenil no es solo para un determinado rango de edad, sino una opción muy válida para adultos que necesitan una historia que les entretenga, como cuando van al cine a ver una película de aventuras.

¿Qué le diría a un adolescente que dice "paso de leer" y se queda pillado con su móvil?
Es verdad que tienen muchas opciones de entretenimiento, pero quien no lee se está perdiendo mundos enteros, personajes que se quedarán con él el resto de su vida. Es mucho lo que un libro te puede hacer sentir, incluso después de haberlo leído. Ahí tiene ventaja sobre otras aplicaciones, porque obliga a rellenar los huecos; es en la imaginación del lector donde se monta la historia completa. Le diría que, más allá de una experiencia de 15 minutos, un libro es uno de los medios más inmersivos que existen; todos hemos leído un libro de miedo y nos hemos sentido luego incapaces de ir por el pasillo.

"La realidad virtual es más inmediata: te ríes, te asustas, te quitas las gafas y ya está, pero lo que te hace sentir un libro...; si es bueno, se queda contigo durante mucho tiempo"

Y lo dice alguien que trabaja en realidad virtual...
La realidad virtual es más inmediata: te ríes, te asustas, te quitas las gafas y ya está, pero lo que te hace sentir un libro...; si es bueno, se queda contigo durante mucho tiempo y puede marcarte.

En su caso, ¿se aficionó pronto a leer?
Desde pequeño. En mi casa, siempre que pedía libros me los compraban, juguetes no tanto, pero libros, sí. Leía sobre todo libros de espías y detectives, luego pasé a Agatha Christie; con el 'boom' de la ciencia ficción, me empapé de Isaac Asimov. Siempre me ha gustado leer y los mensajes y los códigos. Esa sensación de que, como lector, tienes en el libro toda la información que necesitas para resolver el misterio, aunque luego casi nunca aciertas, pero me parecía fascinante. Lo he intentado poner en práctica en 'La mansión del acantilado': para resolver todos los misterios el lector tiene la información en el libro, la va consiguiendo a la vez que el protagonista. Hay un desafío al lector, para ver si es capaz de resolver los misterios. 

¿Reconoce a su yo adolescente en la personalidad de alguno de los personajes de la novela?No ha sido consciente, pero sí es verdad que primero empecé a escribir en tercera persona y, más o menos a mitad, decidí cambiar a primera persona y eso me permitió transmitir mejor las emociones y sensaciones de Hugo, el protagonista. La gente que ha leído novela y me conoce reconoce bastante de mí tanto en Hugo como en Sarah: el tipo de humor sarcástico, que Hugo sea más reposado y más tímido, de pensar más las cosas, mientras Sarah es más echada para adelante, porque para ciertas cosas puedo ser muy tímido y para otras actuar primero y pensar después. También comparto el gusto por los códigos, por resolver misterios. Siempre me han fascinado los juegos de pasar de una pista a otra. Sido teniendo esa ansia de aventura que tenía de pequeño. La fascinación por las cosas por resolver, que también tiene en el fondo su parte científica; es un poco lo mismo.

¿Cómo influyen en uno mismo los amigos de la infancia?
Tengo la tremenda suerte de conservar a casi todos, unos viven también en Zaragoza y podemos vernos a menudo, otros en otras ciudades. Doy muchísimo valor a eso. Estar rodeado de gente que quieres es algo fundamental,  está por encima de muchas cosas. En el libro queda reflejado en la amistad entre los tres personajes: Hugo, Sarah y Jeff.

¿Qué papel desempeñan hoy los libros en su vida?
Cuando voy a ir a una ciudad nueva, lo primero que hago es buscar qué buenas librerías hay y puedo estar un día entero en ellas. Leo a todas horas, antes me pillas en un viaje olvidando la pasta de dientes que sin un libro.

Tal vez leer sea algo que la inteligencia artificial (IA) no pueda hacer por nosotros –o con nosotros–, pero ¿y escribir?
Estamos en un momento en que hay que tener un poco de pausa para ver a dónde lleva todo esto. Es bastante probable que, en pocos años, haya novelas escritas por IA y sean lo suficientemente buenas. No tiene por qué ser malo, siempre que sumen. Cuantas más historias haya, mejor. Lo malo sería que los editores decidieran que es más barato tener una inteligencia artificial escribiendo. Una IA puede hacer un muy buen trabajo, pero no sé si llegará al punto de intimidad, de sentimiento, de un escritor humano.

¿Pero se imagina escribir con una IA de ayudante?
Si son correos burocráticos, será muy útil, pero para escribir, no. Parte del encanto es mi propio proceso creativo, el dar con las ideas, saltar de una a otra..., cuando logras dar un giro para que encajen es una sensación chulísima. Si la inteligencia artificial me va a robar eso, estamos buenos.

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