Contaminación lumínica en Aragón: extensas zonas oscuras y un gran foco en el entorno de Zaragoza

La contaminación lumínica no es solo un problema para los astrónomos. También afecta al medio ambiente y la salud.

El satélite chino SDG Sat-1 es tan sensible que es capaz de ver de manera directa el halo de luz que emite el alumbrado alrededor de las ciudades. Este mapa es una de las primera imágenes del atlas de alta resolución de la contaminación lumínica en el que trabajan investigadores de la Universidad Complutense de Madrid. Una herramienta muy útil para realizar informes de impacto ambiental.
El satélite chino SDG Sat-1 es tan sensible que es capaz de ver de manera directa el halo de luz que emite el alumbrado alrededor de las ciudades. Este mapa es una de las primera imágenes del atlas de alta resolución de la contaminación lumínica en el que trabajan investigadores de la Universidad Complutense de Madrid. Una herramienta muy útil para realizar informes de impacto ambiental.
UCM

Un terremoto ocurrido en 1994 en Los Ángeles provocó un corte del suministro eléctrico en la ciudad que trajo consigo un inesperado regalo. Los servicios de emergencia comenzaron a recibir una cascada de llamadas de ciudadanos preguntando, un tanto alarmados, si esa extraña nube plateada que se había formado en el cielo suponía algún peligro. Con la ciudad a oscuras, el esplendor del cielo nocturno había aparecido sobre sus cabezas y, quizá por primera vez –y a pesar de los cientos de incendios declarados–, descubrían la Vía Láctea.

La iluminación artificial nos roba el cielo estrellado y convierte a las ciudades "en ‘cárceles de luz’, que nos aíslan del universo al que pertenecemos, cuya contemplación y estudio nos ha hecho ser como somos", dice Ángel Gómez Roldán, director de la revista ‘AstronomíA’. 

Por eso los astrónomos buscan la oscuridad en lugares como el pico del Buitre, donde el Observatorio Astrofísico de Javalambre acomete grandes cartografiados del cielo únicos en el mundo. Ahora acaba de tomar los primeros datos del proyecto J-PAS (Javalambre Physics of the Accelerating Universe Astrophysical Survey); este gran cartografiado tridimensional del cosmos –con cientos de millones de galaxias y estrellas– aspira a convertirse en un referente para la astronomía del siglo XXI. Se prevé que dé mucho trabajo a sus telescopios y cámaras a lo largo de esta década. Pero ¿qué llevó a colocar en esta esquina del mapa este observatorio astronómico? ¿Por qué aquí? 

Cuando, en los años ochenta, la idea fue tomando forma, su impulsor, Mariano Moles –relataba este verano en el Curso de Periodismo Científico celebrado en Alcañiz– tuvo que oír más de una vez esta pregunta: ¿quién va a venir a investigar a Teruel? La calidad de su cielo tenía todas las respuestas.

Pocas nubes y oscuridad

"Cuando se piensa en poner un observatorio astronómico se empieza por caracterizar el emplazamiento para ver si es apto", indica Héctor Vázquez Ramió, responsable de Operación Científica del Observatorio Astrofísico de Javalambre y del Departamento de Procesado y Archivo de Datos del Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (CEFCA). Con diferentes instrumentos se miden "propiedades tanto meteorológicas como de nivel de turbulencia del cielo, que sería cómo se emborrona la imagen de una estrella cuando uno la observa con un telescopio". Una vez hecho, se verificó que esa zona de Teruel, por las condiciones de baja nubosidad, oscuridad del cielo y nitidez de las imágenes que allí se tomaban, era ideal, particularmente buena para ubicar un observatorio".

En el caso de Teruel, una desventaja, la escasa población, tiene un reverso positivo: "La escasa contaminación lumínica es un activo porque da lugar a cielos más oscuros, permite el acceso al cielo estrellado y hace de Teruel una potencia en astroturismo", asegura el astrofísico Héctor Vázquez Ramió. Por la calidad de su cielo, la Fundación Starlight ha dado su sello a las comarcas de Gúdar-Javalambre, Cuencas Mineras y Sierra de Albarracín, que han incorporado las estrellas a su oferta turística.

Vemos por contraste. Cuando más oscuro es el entorno, más estrellas contemplaremos en el cielo nocturno. Como sobre Galáctica, en el municipio de Arcos de las Salinas.
Vemos por contraste. Cuando más oscuro es el entorno, más estrellas contemplaremos en el cielo nocturno. Como sobre Galáctica, en el municipio de Arcos de las Salinas.
Galáctica

Donde hay gente hay luz

La contaminación lumínica de un territorio está estrechamente ligada a la distribución de la población sobre el mismo. "El modelo tradicional típico del sur de Europa agrupa las poblaciones en núcleos compactos con amplias extensiones de terrenos no urbanizados. Por el contrario, en Centroeuropa y Norteamérica las poblaciones son mucho más extensas porque el modelo de vivienda típico es de una o dos plantas con zona de jardín", explica Fernando Jáuregui desde el Planetario de Pamplona.

Aragón tiene la particularidad "de contar con una densidad poblacional media muy baja, en comparación con otros territorios de España y Europa y, además, la mayor parte de su población se agrupa en torno a Zaragoza –describe–. Estos hechos hacen que haya extensas zonas con poca presencia humana, en consecuencia con pocas fuentes de luz artificial por la noche, y un gran foco de contaminación lumínica en el entorno de la capital que puede verse claramente en las imágenes nocturnas tanto desde tierra como desde el espacio". Por lo demás, Aragón "comparte la forma de iluminar típica de la península ibérica: exceso de luz durante la noche sin tener en cuenta la utilización de la vía pública durante las horas nocturnas".

Jáuregui, que ha participado en la elaboración de la Estrategia Pirenaica para la protección y mejora de la calidad del medio nocturno, que se presentó el año pasado como conclusión del proyecto europeo Pirineos La Nuit, señala que "España es uno de los países con más potencia lumínica instalada por habitante. Aun así, al tener amplias zonas con una densidad de población muy baja (la España vaciada), todavía se encuentran lugares con cielos nocturnos de calidad, al menos en el cénit", es decir, justo encima si miramos hacia arriba. Y nos invita a comprobar cómo, en la segunda edición del atlas mundial del brillo de cielo, se ve claramente cómo las únicas regiones de Europa Occidental con poca afección de la contaminación lumínica corresponden a lugares montañosos de los Alpes austríacos y ciertas zonas de España. "La meteorología hace de estos lugares de España los más adecuados de Europa para la observación de las estrellas".

Desde la cima de las montañas, ese punto culminante, el cénit, está casi por completo libre de contaminación lumínica, pero si miramos al horizonte, desde cualquier punto del Pirineo, vemos el resplandor de las luces de las ciudades lejanas. Así puede verse en las fotos que Fernando Jáuregui tomó en 2019 desde la Brecha de Rolando o desde el Col de Pombie (cerca de Formigal) para un documental del planetario: el horizonte aparece ‘manchado’ por la luz de Zaragoza.

Luces intrusas en la noche pirenaica. Desde la Brecha de Rolando, en los Pirineos, se aprecian en el horizonte las ‘manchas’ amarillentas de luz de ciudades como Zaragoza, Huesca, Sabiñánigo, Ejea de los Caballeros o Tudela, en España, y Lourdes o Tarbes, en Francia. En estas fotos nocturnas de ojo de pez, el norte está arriba y el oeste a la derecha, al revés que en los mapas terrestres.
Luces intrusas en la noche pirenaica. Desde la Brecha de Rolando, en los Pirineos, se aprecian en el horizonte las ‘manchas’ amarillentas de luz de ciudades como Zaragoza, Huesca, Sabiñánigo, Ejea de los Caballeros o Tudela, en España, y Lourdes o Tarbes, en Francia. En estas fotos nocturnas de ojo de pez, el norte está arriba y el oeste a la derecha, al revés que en los mapas terrestres.
Fernando Jáuregui / Planetario de Pamplona

Iluminar es contaminar

No somos del todo conscientes, pero "iluminar significa contaminar", asegura Jáuregui. Y este contaminante intangible que, de noche, enciende calles, fachadas, monumentos y carreteras no solo nos roba las estrellas a los habitantes de las ciudades, también perjudica a los seres vivos y altera los ecosistemas. También se investiga cómo tanto alumbrado afecta a la salud.

La contaminación lumínica se produce por la emisión de luz artificial durante la noche. Este físico experto en este tipo de contaminación indica que "el alumbrado público es uno de los sistemas menos eficientes que se puede imaginar ya que, en promedio, y en una instalación totalmente correcta desde el punto de vista de la luminotecnia, solamente uno de cada 22 millones de fotones reflejados en las superficies iluminadas es útil para la visión". El resto, no solo no hace falta y sale muy caro, sino que "la luz artificial durante las horas nocturnas tiene su afección a la fauna y a la flora, en definitiva al medio ambiente. También afecta a nuestra salud alterando el ciclo natural de sueño/vigilia y la regeneración de nuestras células durante las horas en las que debemos estar a oscuras".

El uso excesivo de luz artificial –ya sea la de las pantallas, la luz interior de nuestra casa o la luz intrusa que se cuela dentro desde las farolas de la calle– puede tener consecuencias para la salud humana. Necesitamos oscuridad. Exponernos a patrones regulares de luz y oscuridad marca el compás del reloj biológico del cuerpo, nuestro ritmo circadiano interno. Si ese ritmo luz-oscuridad se interrumpe, sube el riesgo de desarrollar enfermedades como la obesidad, la diabetes o el cáncer.

En la actualidad las ciudades, los pueblos, las fábricas… hasta algunas carreteras se iluminan durante toda la noche superando en nivel de luz a la luna llena. Muchas especies vegetales y animales, sobre todo insectos, ven modificado su comportamiento, y por lo tanto su subsistencia, por culpa de la presencia constante de luz artificial durante la noche. "La contaminación lumínica destruye la esencia de los ecosistemas nocturnos, donde hay mayor biodiversidad porque la mayoría de las especies son nocturnas o descansan de noche", indica Alejandro Sánchez de Miguel, investigador posdoctoral Marie Curie en la Universidad Complutense de Madrid. En el caso de las aves migratorias, "pueden cambiar el patrón de su ruta hasta 250 kilómetros". Y añade que la contaminación lumínica viaja hasta a 400 kilómetros de distancia.

En opinión de este investigador especializado en analizar imágenes de satélite nocturnas para el estudio de la contaminación lumínica, "habría que tratar la luz artificial como un contaminante más que hay que minimizar, no dejar de usar, porque es útil, pero sí reducirlo al mínimo necesario". Pone el ejemplo de una ambulancia, que "emite CO2 y contamina acústicamente, pero no dejamos de usar". Igualmente, "siempre habrá alumbrado público, pero otra cosa es derrochar".

Parece que no vamos por buen camino. Pese a que también avanza el movimiento en defensa de la noche, la contaminación lumínica sigue aumentando. Se estima que lo hace a un ritmo anual superior al 2%, lo que convierte a los fotones artificiales en uno de los contaminantes más descontrolados. Además, el cambio a luces led, en busca de la eficiencia, "si no se eligen bien, puede aumentar la contaminación lumínica". Algo que, además, escapa a ciertos satélites, que no ‘ven’ la luz azul que emite buena parte de la iluminación led.

A vista de satélite

No resulta sencillo monitorizar la contaminación lumínica. Las imágenes que se toman desde 2003 desde la Estación Espacial Internacional "son lo único histórico que tenemos para estudiar la evolución". Los satélites meteorológicos empleados hasta ahora no están diseñados para ver luz sino nubes. 

Pero, desde finales de 2021, otro actor ha sumado sus ‘ojos’, de gran resolución; se trata de "un satélite chino relativamente nuevo, el SDG Sat-1, destinado a la evaluación de los ODS y que es el primer satélite dedicado científicamente a explorar la Tierra de noche", destaca Sánchez. Gracias a sus observaciones, "estamos trabajando en el primer atlas de alta resolución de la contaminación lumínica, ya tenemos terminada la península ibérica, Canarias y Madeira, el objetivo es llegar a todo el mundo". 

A esta información se añade la aportada por las personas participantes en proyectos de ciencia ciudadana que catalogan imágenes nocturnas de ciudades con ‘apps’ como ‘Lost at night’ que forma parte del programa 'Cities at night', o que hacen observaciones a simple vista del cielo nocturno a través de la plataforma 'Globe at Night'. Revelan una tendencia preocupante: las estrellas del cielo nocturno son cada vez más difíciles de ver debido al rápido aumento de la contaminación lumínica. Vamos a peor.

Aragón tiene extensas zonas a oscuras y un gran foco de contaminación lumínica en el entorno de Zaragoza, donde se agrupa la mayor parte de la población.
Aragón tiene extensas zonas a oscuras y un gran foco de contaminación lumínica en el entorno de Zaragoza, donde se agrupa la mayor parte de la población.
SDG Sat-1

Qué ciudades contaminan más

En 2019, Alejandro Sánchez de Miguel y Rebeca Benayas Polo trazaron el ‘Ranquin de la contaminación lumínica en España’ tras analizar la situación de más de 2.000 municipios españoles. Ahora, con el apoyo de la asociación Slow Light se está actualizando esta clasificación, que situaba Bilbao, Valencia y Barcelona como los focos más intensos de luz, pero Sánchez de Miguel no espera sorpresas: "Alguna cosa habrá mejorado, pero en general, no habrá muchos cambios porque en gran parte depende de la población". 

Así, en cuanto a potencia total emitida, Zaragoza era la número 2 de todo el país. Huesca sería la ciudad con la peor iluminación de todo Aragón teniendo en cuenta todos los parámetros medidos: cantidad de farolas por metro cuadrado, potencia emitida por cada farola, cantidad de puntos de luz, potencia emitida total, potencia emitida por kilómetro cuadrado y potencia emitida por persona. El investigador alerta sobre el impacto negativo que pueden tener la instalación de leds blancos o los flashes estroboscópicos de los aerogeneradores. "En Almería –cita– ya hay problema con plantas solares que iluminan más que un municipio entero".

Mientras tanto, desde que el Observatorio de Javalambre mira al cielo nocturno, indica Héctor Vázquez, "no hemos observado variaciones muy significativas" en la mínima contaminación lumínica que divisan. "Podemos detectar la fuente de luz de Valencia e incluso se aprecia la contribución de Madrid", pero en sus medidas sistemáticas, el nivel de oscuridad del cielo, con registros muy competitivos, sigue siendo uno de los fuertes del observatorio. Muy cerca, las luminarias de luz led ámbar de Arcos de las Salinas miran al suelo y protegen el cielo.

Los datos

  • 2% anual El 83 % de la población mundial vive bajo cielos con contaminación lumínica, señala el artículo; el 23% de la superficie terrestre del mundo entre 75°N y 60°S está contaminada con luz, y esta cifra crece a un ritmo del 2% anual, es decir, se duplica en unos 35 años. Así lo refiere Antonia Varela, directora de la Fundación Starlight e investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias, en un artículo publicado en la revista ‘Science’.
  • Cada vez vemos menos estrellas Gracias a la campaña de ciencia ciudadana Globe at Night, se ha comprobado que la reducción de estrellas visibles se asocia a un aumento anual del 9,6% en el brillo del cielo nocturno por la contaminación lumínica. A este ritmo, un niño o una niña que al nacer observaran 250 estrellas, cuando cumplan 18 solo verá unas 100 en el mismo lugar. Los voluntarios participantes constatan una tasa más rápida de lo que indican los satélites y a pesar de las políticas que tratan de mitigar el impacto de la luz artificial en nuestro entorno.
  • Del ámbar al blanco Además de un claro aumento de la contaminación lumínica en las zonas urbanas, también se observa un cambio hacia emisiones más blancas y azules, debido a la introducción de la tecnología led en los sistemas de alumbrado.
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