Crónica política

Aragón sigue en campaña (nacional)

El PP augura una legislatura corta y busca "retratar" a los socialistas en sus cesiones al independentismo catalán.

Foto de familia del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, con todos sus diputados y senadores en la escalinata de la puerta de los Leones
Foto de familia del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, con todos sus diputados y senadores en la escalinata de la puerta de los Leones
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A las puertas del Congreso, una hora antes de certificar su investidura fallida, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, convocaba a sus 280 diputados y senadores a una foto de familia. "Dos meses después de las elecciones, seguimos en campaña", resumía uno de los representantes aragoneses sobre el enésimo gesto simbólico diseñado desde Génova. Asumido el fiasco de las urnas, los conservadores han emprendido una hoja de ruta de alcance nacional con un triple objetivo: reafirmar el liderazgo de la actual cúpula, "ensanchar" su base electoral y, sobre todo, "retratar" las cesiones del PSOE al independentismo ante un futuro incierto.

En ese futuro pocos auguran una repetición electoral que dejaría en fuera de juego al PP tras apostar todo al desgaste secesionista, pero que presumiblemente sería la formación más beneficiada en las urnas. "Lo tienen hecho", aseguran los conservadores sobre la amnistía que negocia Pedro Sánchez con ERC y Junts. Pero que los ciudadanos no vayan a votar el 14 de enero –fecha fijada en caso de que los socialistas también fallen en el intento– no quiere decir que haya que esperar cuatro años. "Ahora o pronto seré presidente", les reiteró Feijóo a los suyos el viernes a puerta cerrada.

Las probabilidades de una legislatura corta, condicionada por el futuro político y judicial de Carles Puigdemont, son altas, y en el PP quieren mantener la presión sobre el PSOE para estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. En ese tablero de juego, Feijóo quiere contar con todas sus fichas, y hará uso del notable poder territorial acumulado el 28-M. El presidente de Aragón, Jorge Azcón, acudió el martes fiel a la llamada para arropar a su candidato desde la tribuna del Congreso junto al resto de líderes autonómicos del partido.

En su discurso, Feijóo enumeró los compromisos adquiridos con la Comunidad –pactados con Azcón– en caso de gobernar: inversiones para el Pirineo, ayudas contra la despoblación y un nuevo modelo de financiación autonómica. Con la investidura perdida de antemano, el presidente de Aragón podrá transformar estas promesas en demandas ante la Moncloa para la próxima legislatura.

Convertido ya en un barón de referencia en la capital del país –ubicado en esa tercera vía entre Moreno Bonilla y Díaz Ayuso, que comparte con su amigo Mazón–, el líder aragonés usará todas las herramientas para ahondar en el desgaste de la izquierda. "Se van a hinchar" de hablar de la amnistía, les advirtió esta semana en el primer pleno de las Cortes de Aragón a una oposición quejosa de que el debate parlamentario esté centrado en Madrid y no en los problemas de la Comunidad.

Pero más allá de la Aljafería, Azcón, al igual que anunciaron otros dirigentes del partido, llevará la disputa política a los tribunales, en caso de que se consume la amnistía –en la fórmula que se concrete–, no digamos si hay cualquier amago de referéndum. De forma paralela, el PP prepara la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado que pondrá frente a las cámaras, aún sin fecha, a los presidentes de todo el país fijando su postura ante las cesiones a los independentistas.

Mientras, el PSOE mantiene el hermetismo de las negociaciones y la confianza casi total de que llegarán a buen puerto. El manifiesto con el que los independentistas dieron esta semana un paso más al reclamar una consulta popular, y la respuesta de los socialistas poniendo pie en pared, forma parte de la escenografía. El afán ahora está puesto en la pedagogía. En convencer al militante de que la amnistía es una herramienta política y no judicial para evitar un gobierno que dé entrada a la extrema derecha. De nuevo, dos meses después del 23-J, "es tiempo de mítines, no de debates", comentaba una fuente socialista en los pasillos del Congreso tras la investidura fallida de Feijóo. "Diálogo y convivencia", se limitaba a señalar la ministra aragonesa Pilar Alegría en los corrillos.

La amnistía, no obstante, es ‘solo’ el titular de un acuerdo que podría llevar aparejados otros compromisos potencialmente dañinos para los intereses de la Comunidad. Los socialistas rechazan este escenario, pero en el PP lo tienen claro: "El problema es que volveremos a palmar con las inversiones, con los Juegos Olímpicos...", auguran.


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