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Afectada por depresión crónica: "Voy a salir de esto por no ver sufrir a mis hijas"

Las atenciones por enfermedades mentales se disparan en Aragón y confirman las alarmas lanzadas por la OMS sobre la llegada de una “nueva pandemia” de salud mental.

Mª Carmen Serrano, en casa de unos familiares, padece desde hace años una depresión crónica.
Mª Carmen Serrano, en casa de unos familiares
C.S.

Los datos son demoledores. El 30% de la población española tiene algún tipo de problema de salud mental según la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental. Es decir, casi una de cada tres personas. Una proporción que ha aumentado respecto a la de hace unos meses en los que se hablaba de que era una de cada cuatro personas la que padecía una enfermedad de este tipo.

Estas cifras tienen su reflejo en el número de atenciones psiscológicas y psiquiátricas en Aragón, que también han aumentado. La demanda de este tipo de atención en la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (Asapme) creció un 30% en 2022, después del incremento del 40% que ya registró en 2021. De hecho, en los último tres años la demanda de atenciones en esta entidad han aumentado un 84%

"Tras la muerte de mi marido mi enfermedad se agravó y creía que me iba a ir con él"

Y la tendencia sigue al alza. En lo que llevamos de año ya se han atendido a más personas que en los 12 meses anteriores. Estos datos confirman las alarmas lanzadas desde instituciones sanitarias como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya alertó de que los problemas de salud mental se convertirían en la “nueva pandemia”.

Más de una década con depresión 

M.ª Carmen Serrano es una de estas personas afectadas por un problema de este tipo. Esta granadina de 60 años, afincada en Zaragoza desde hace 39 padece una depresión crónica que tuvo su origen cuando a los 47 años tuvieron que operarla dos veces de la columna tras lo que tuvo que dejar su empleo y le dieron la incapacidad. “Eso fue lo que me hundió en un principio. Decirme que no podría volver a trabajar fue lo peor que me podía pasar”, confiesa Serrano, que era empleada del hogar.

Aunque “tenía la enfermedad controlada”, un fatídico acontecimiento desencadenó una nueva crisis a finales del año pasado. Su esposo, con el que había compartido casi 40 años de su vida, fallecía tras una rápida y dura enfermedad. “En abril de 2022 los médicos nos dijeron lo que tenía y que se iba a ir muy rápido. Falleció en diciembre”, recuerda Serrano.

“Tras su muerte yo lo pasé muy mal. Llevábamos toda la vida juntos. Yo me viene a Zaragoza por él hace 39 años, tuvimos dos hijas y una nieta”, continua. “Han sido muchos años juntos y, tras su pérdida, mi enfermedad fue a más. Creía que me iba a ir con él también”, afirma. “Me pasaba el día llorando, sin salir de casa, sin querer ver a nadie y con el teléfono desconectado”, explica esta mujer.

Restablecer el equilibrio emocional

Fue entonces cuando sus hijas le aconsejaron pedir ayuda a Asapme. “Tengo psiquiatra y psicóloga por la Seguridad Social pero las citas me las dan cada seis meses y no podía esperar tanto en la situación en la que estaba”, reconoce esta afectada. “Empecé a acudir a la psicóloga de la asociación cada 15 días y todavía sigo asistiendo a la consulta”, confirma.

"Tengo miedo de entrar en mi casa porque sé que mi marido no estará allí para recibirme".

Tras estos meses de tratamiento, M.ª Carmen asegura que está mejor. La psicóloga le ha ayudado a “pensar más en mí, a cuidarme, a ver la vida y la muerte como un proceso natural y a empezar de cero mi vida y vivirla de otra manera”, enumera Serrano.

“Hace unas semanas me aconsejó que saliera de Zaragoza, que me fuera de vacaciones, y me he venido unos días a mi Granada natal, donde estoy con mi familia y me está ayudando mucho”, dice Serrano. Sin embargo, “vuelvo en septiembre a Zaragoza y ya estoy temblando al pensar que llegaré a casa y mi marido no estará allí para recibirme como hacía siempre”, lamenta esta vecina de Zaragoza. “Tengo miedo de entrar en mi casa”, añade.

"Es falso que estas enfermedades se produzcan por debilidad de carácter y no se curan solas".

“Me apoyaré en mis hijas y en mi nieta, que tiene seis años y es mi ilusión”, reconoce Serrano. “Y nada más volver ya tengo cita con la psicóloga”, apunta. “Siempre hay que pensar en positivo. Lo digo ahora, hace seis meses no podría decirlo”, afirma esta granadina. “Pero creo que voy a salir de esta por mis hijas. No quiero verlas sufrir, aunque por mí no lo haría”, confiesa.

La inmensa mayoría tiene cura

Las cifras reflejan un “aumento exponencial” de los pacientes que están siendo atendiendo en los últimos años en unidades de salud mental y son varios los factores que han influido en ese crecimiento.

El primero es la incidencia de la pandemia, que incrementó los casos de estos problemas meses después de producirse. “Nos hizo conscientes de que no podemos controlarlo todo, de que no somos tan dueños de nuestro destino como pensábamos", asevera Lola Sobrino, psicóloga responsable del departamento de atención psicosocial de Asapme. 

"Eso nos hace vulnerables, nos crea inseguridad, incertidumbre y nos da mucho miedo”, explica . De hecho, “las patologías que más han aumentado son, precisamente, las de corte ansioso-depresivo”, confirma la psicóloga.

Otro de los factores que inciden en este aumento de casos es que "poco a poco está disminuyendo entre la población el estigma que se tenía sobre la necesidad de ser atendido por una enfermedad de salud mental”, señala. “Ha habido un cambio social en la forma en que las personas las perciben y en la importancia de su cuidado. De hecho, la mitad de la población cree que su salud mental no es buena, son conscientes de ello y de la necesidad de pedir ayuda”, continua Sobrino.

Tenemos que quitarnos de encima la idea de que este tipo de enfermedades, como la ansiedad o la depresión, se producen por debilidad de carácter y que se pueden curar solas con esfuerzo personal. Eso es falso”, asegura Sobrino,

"Son enfermedades que se curan y los pacientes logran recuperar su equilibrio emocional".

“Las enfermedades de salud mental rara vez se resuelven solas y lo habitual es que empeoren si no se tratan”, afirma. Por ese motivo, insiste en que “cuánto más precozmente se acuda a un especialista, mejor pronóstico tendrá el paciente”. 

Eso sí, deja claro que “no son tratamientos rápidos, aunque la mejoría se experimenta pronto, a las dos o tres semanas”, afirma Sobrino. Y lo más importante: “Son enfermedades que se curan y los pacientes logran recuperar su equilibrio emocional”, concluye esta profesional.

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