Tarazona viaja en el túnel del tiempo hasta los años 50

La ambientación, organizada por el Grupo Fotos Antiguas de la localidad, ha contado con más de medio centenar de actores y figurantes.

Una de las simpáticas estampas que se han visto este sábado en Tarazona.
Una de las simpáticas estampas que se han visto este sábado en Tarazona.
C. Ivars

Quien ha salido a pasear esta mañana por las calles de Tarazona se ha topado con una estampa muy poco habitual ya que las calles de Marrodán, Visconti y el paseo de la Constitución del municipio viajaban hasta la década de los años 50. Y lo hacían de la mano de más de medio centenar de actores del grupo de teatro local ‘La ciudad no es para mí’ que durante unas horas han dado vida a personajes reales de la época.

Entre ellos se encontraban Tania Tarancón, actriz que daba vida a la famosa Miguelina, “una señora que vendía helados por las calles del centro de Tarazona en aquella época y que era muy conocida”. Ataviada con un traje de la época, y acompañada de un carro de madera original, una lechera y una garrapiñera –“donde se hacía el helado antiguamente”-, Tarancón gritaba algunas de las frases que varios turiasonenses le han contado que ella misma voceaba.

“¡Helado rico de la Miguelina!, ¡Polo, polo; me como el polo y tiro el palo!, ¡Helado de leche y huevo de la vaca de mi abuelo!”. Justo en ese momento cruzaba la calle otro de los grandes atractivos de la jornada, Carmelo Sánchez, miembro de la Agrupación de Fotos Antiguas que daba vida a un agricultor de la época, y que iba acompañado de su inseparable burra, La Chata. “Es muy buena y se está portando fenomenal”, reconocía, entre foto y foto.

Y es que hoy todo el mundo quería hacerse una foto con el asno que, igual que su dueño, portaba elementos de la época como dos alforjas de mimbre repletas de comida. “Creo que es muy importante que se conozca parte de nuestra historia, y una manera muy bonita de conseguirlo”, reconocía.

Los personajes eran de lo más variados, entre vecinos con carritos de bebés, músicos, abogados, e incluso el cartero del momento, interpretado por un motivado Raúl Royo, uno de los miembros más jóvenes del grupo de teatro, que portaba el uniforme oficial, la saca de piel y una bicicleta, eso sí, algo oxidada. “Creo que es una actividad muy interesante que nos ha permitido conectar con vecinos que sí vivieron esta década y que nos han ayudado mucho a preparar los personajes”, admitía.

Jesús Ángel Ullate iba acompañado de dos de los actores más jóvenes de la actividad, Gael y Carla, que le acompañaban en su empresa: la venta de melones ambulante. “Era de lo que vivía Eloy, un agricultor que solía ponerse en la puerta del casino y vendía su producto cortado a tajadas. Me los quitan de las manos”, bromeaba.

Aunque para ambulante, el trabajo de Adela, a quien daba vida María Teresa de Jesús Ramírez que, con gracia, mostraba sus prendas con la puntilla que ella misma había tejido. “Mi personaje vivió en Tarazona en el 58 y vendía puntillas para los ajuares, ropa interior, pijamas y sábanas. Hemos estado casi 4 meses preparando esta ambientación, pero está encantando a todo el mundo”, aseguraba.

"En Tarazona pasan muchas cosas"

No solo había actores y actrices, también vecinos voluntarios que hacían las veces de figurantes, como Marisol Ugalde y Pilar Terrado, oriundas de Tarazona aunque residen fuera la mayor parte del año. “Además de vestirme de época, he traído una colección de dibujos de mi tío, Paco Ugalde, caricaturista que nació aquí y que siempre quiso mucho a Tarazona”, destacaba. El dibujante fue, entre otras cosas, coetáneo de Paco Martínez Soria, en cuyo honor se celebra el festival de cine de la localidad durante estos días: “En Tarazona pasan muchas cosas”.

Y es que todos coincidían en que esta actividad, que se celebraba por primera vez en Tarazona, debería repetirse. “Esto es un lujo, me hace mucha ilusión. Ojalá se quede”, opinaba Milagros Miranda, turiasonense de 75 años que recordaba, muy bien, algunas de las imágenes ofrecidas a lo largo de la jornada.

Le acompañaba en este viaje por el tiempo Jesús Miranda, con su cámara de fotos mimetizándose con cualquier turista. “No es para menos, este tipo de cosas saca a la gente a la calle, hace pueblo y ciudad y para la gente que no nos vamos a ningún lado es un auténtico regalo”, resumía.

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