¿Son seguras las ciudades frente a los rayos de las tormentas eléctricas?

Episodios como el de la Cámara de Comercio, Harinas Porta o el rayo que cayó sobre un bus en el puente de Piedra podrían repetirse en un verano en el que se auguran más 'supercélulas tormentosas'.

El pararrayos de la Cámara de Comercio evitó una catástrofe.
El pararrayos en la parte superior de la Cámara de Comercio evitó una catástrofe.
Krisis23

Antaño existía un terror atávico a las tormentas: no se salía de las casas y se cerraba todo a cal y canto. Periódicamente, algunos episodios nos recuerdan el devastador poder de los rayos en las tormentas eléctricas y el del pasado domingo en la Cámara de Comercio es uno de ellos. Por fortuna, el edificio cuenta con un pararrayos que absorbió la descarga e hizo que el desaguisado no fuera catastrófico. ¿Qué hubiera ocurrido de no tenerlo? ¿Cómo funciona este instrumento? ¿Por qué este año parece que se adelantan las tormentas de verano?

Aragón es una tierra proclive a la creación de tormentas eléctricas, de hecho, según el Servicio de Gestión de Incendios Forestales de la DGA, somos una de las comunidades con más incendios causados por rayos. Esto supone un problema porque una tormenta se puede prever, pero los rayos son impredecibles y no se puede proteger un bosque entero.

Imagen del centro de Zaragoza durante una tormenta eléctrica.
Imagen del centro de Zaragoza durante una tormenta eléctrica.
Oliver Duch
Los pararrayos protegen un radio de una distancia semejante a la de la altura del edificio que los soportan

Distinto pasa en las ciudades, sobre las que meteorólogos coinciden en señalar que -en principio- son muchos más seguras. Francho Beltrán explica que las urbes "son un lugar más seguro que el campo abierto ya que los rayos prefieren los edificios altos y estos suelen estar protegidos por pararrayos". Por tanto, permanecer en casa es bastante seguro y caminar por la calle -aunque imprudente por el riesgo de chipiarse- también lo sería. La amenaza aumenta conforme nos alejamos de los edificios y, según explica Beltrán, "por norma general un pararrayos solo garantiza protección hasta una distancia igual a su altura". Así, los campos de deporte o las piscinas serían lugares menos seguros y, por cierto, tampoco es recomendable situarse cerca de un elemento prominente no protegido, por ejemplo un árbol alto y aislado, pues es aquí donde primero acudiría el rayo.

El centro de Zaragoza cuenta con numerosos edificios que disponen de pararrayos -véase el Ayuntamiento o la propia basílica del Pilar- pero eso no impidió que en julio de 2010 cayera un rayo sobre un autobús en el puente de Piedra. Este quedaba fuera del radio de protección y el bus de la línea 35 se vio sacudido por la descarga, si bien el milagroso efecto ‘faraday’ sólo hizo que el motor se fundiera. Parecido sucedió en Huesca en el incendio de Harinas Porta, donde los pararrayos del entorno no fueron suficientes para evitar la explosión y la catástrofe.

Un poco de historia

Dicen los expertos que los rayos son un fenómeno misterioso e impredecible, a pesar de que hay una disciplina dedicada a estudiarlos, la ceraunología. Aunque muchos atribuyen a Nikola Tesla el empeño de controlar la energía eléctrica, lo cierto es que fue el político y físico Benjamin Franklin el inventor del pararrayos para dirigir estos hacia puntos en los que no generasen peligros. Cuentan que allá por 1752 el joven Franklin estaba volando una cometa cuando fue alcanzada por un rayo que la calcinó. Con ingenio, ató una llave metálica a otra cometa y siguió volándola en los días tormentosos, hasta que consiguió capturar un rayo: la electricidad descendió por el hilo hasta llegar a la llave y así demostró que era posible atraer los rayos hacia estructuras de hierro, librando a otros elementos de su impacto. Apenas un año después se comenzaron a instalar los primeros pararrayos en edificios, en forma de barras metálicas de entre cinco y diez metros de longitud con punta de cobre o platino, que son materiales de gran conductividad. Como curiosidad puede añadirse que el pararrayos del Empire State Building de Nueva York es golpeado cada año por unos 23 rayos.

¿Cómo funciona un pararrayos? Una vez se ha ‘atrapado’ el rayo, este se lleva al suelo a través de una línea de conducción (otro metal por la fachada) y ya bajo la tierra existe lo que se llama un 'disipador', en donde la energía eléctrica debe diluirse. Se evitan así grandes destrozos, si bien puede suceder -como el pasado domingo en Isabel la Católica- que se generen pequeños incendios, eso sí, mucho más controlables que si no hubiera protección contra la carga de corriente.

"Antes de Franklin, Tesla y sus inventos, la humanidad albergaba ideas bastante peregrinas sobre el origen de esos tremendos chispazos del cielo. De hecho, los atribuían a la voluntad de los dioses", explican fuentes de Endesa, al tiempo que admiten que un rayo puede tener un tremendo poder destructivo.

Un relámpago captado recientemente durante una tormenta en Teruel.
Un relámpago captado recientemente durante una tormenta en Teruel.
A. García/Bykfoto

Existen tres tipos fundamentales de rayos y los más comunes son los que se producen dentro de la misma nube o de nube a nube, aunque los más temidos son, por razones obvias, los nube-suelo: los rayos causan cada año decenas de muertes en todo el mundo, si bien cerca del 80% de las personas que son alcanzadas por una descarga sobreviven.

"Si uno se ve sorprendido por una tormenta en cielo abierto, debe evitar los elementos puntiagudos del paisaje -árboles o postes-, las instalaciones eléctricas y agacharse o tumbarse", explican los meteorólogos, que insisten en que no es común ver caer rayos en centros urbanos. No obstante, por si acaso, también dan instrucciones sobre cómo comportarse, por ejemplo, en el interior de un vehículo. "Un coche cerrado o una aeronave son unos de los lugares más seguros que existen frente a los rayos. Aún en el caso de ser impactados por un rayo (cada avión comercial recibe una media de una descarga por año) su estructura metálica determina que el campo eléctrico en su interior sea nulo”, explican haciendo referencia al llamado 'principio de Faraday'. Dicho de otro modo, las cargas eléctricas siempre circularán por el exterior del elemento conductor, en este caso metal. Conviene, por tanto, no asomar la cabeza por la ventanilla o no estar en contacto con la carcasa metálica del vehículo.

Las tormentas del tipo supercélulas son más frecuentes en Aragón que en el resto de España.
Las tormentas del tipo supercélulas son más frecuentes en Aragón que en el resto de España.
@Supercelulas

Rafael Requena, portavoz de Aemet en Aragón, dará a conocer el próximo miércoles, con el solsticio y el comienzo del verano astronómico, las previsiones meteorológicas para los próximos meses. No obstante, ya se augura que las tormentas eléctricas nos van a acompañar unas cuantas semanas más como, por otro lado, también es 'tradición', pues "Aragón es la comunidad autónoma con mayor número de tormentas al año", explica el meteorólogo Eduardo Lolumo, que pone el acento en la intensidad y en los fenómenos tormentosos con las llamadas ‘supercélulas’, sobre todo, al este de la provincia de Teruel. ¿Las causas? Es una combinación de "la altitud de las montañas, la cercanía al Mediterráneo y esta insolación en verano tan importante, que nos deja el primer paso para que se formen tormentas: la acumulación de energía", explica Lolumo.

Echando un ojo a los registros históricos sobre caída de rayos de la Aemet, se comprueba que las comarcas de Cuencas Mineras, Sierra de Arcos, así como el Matarraña y el Maestrazgo son ‘generosas’ a la hora de acoger rayos. También el Pirineo oscense o el valle del Ebro cuentan con más actividad y descargas que la media de España, a excepción hecha de algunas zonas del Cantábrico.

Las tormentas de Aragón, ¿patrimonio inmaterial?

"Es cierto que las tormentas hacen daño y condicionan la vida de la gente del campo. No hay más que ver las granizadas que lo malogran todo o las inundaciones en Quinto del otro día", explica Lolumo que -no obstante- quiere subrayar que hay tormentas que brindan un "espectáculo visual como pocos". "No sería descabellado pedir que las tormentas de Aragón fueran Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pertenecen a nuestro clima, nos condicionan enteramente y hay muchos admiradores de esas descargas eléctricas que se genera en la atmósfera, la intensidad de la lluvia, la belleza de los rayos…". No en vano, tal y como en Islandia se hace turismo para ver las auroras boreales, hay muchos ‘cazatormentas’ que se dan cita en Teruel porque saben que en esta época del año "no fallan" los relámpagos y los truenos, como resplandor y sonido que acompañan a las descargas. En las redes sociales abundan los perfiles que fotografían estos fenómenos y, también, los que los estudian en profundidad, como es el caso del doctor en Geografía zaragozano Yago Martín, especialista en lo que se ha dado en llamar ‘supercélulas tormentosas’, de las que estos días se están viendo unas cuantas por Aragón.

"Todas las tormentas pueden tener fenómenos adversos (mucha lluvia, fuerte viento...), pero las supercélulas, por sus características, tienden a ser más intensas y producir granizo de mayor tamaño y, a veces, tornados. No obstante, una supercélula no tiene por qué ser destructiva: es decir, el concepto de súper no es porque sea súperfuerte, es porque su formación y desarrollo es distinto y más proclive a los fenómenos adversos intensos", explica Martín, cuyo perfil de Twitter, precisamente, tiene el nombre de @Supercélulas y se dedica a analizar el fenómeno.

José Manuel Salgueró, meteorólogo del programa ‘Esta es mi tierra’ de Aragón TV, explica también que a estas supercélulas se las conoce como "las reinas de las tormentas, por su organización y su complejidad". "Los fenómenos convectivos asociados son más severos, tanto por la precipitación que puede ser torrencial y venir acompañada de granizo o con gran aparato eléctrico o frentes de racha". Explica Salgueró que son las "típicas de grandes llanuras de Estados Unidos”, pero que en Aragón también se dan "con relativa frecuencia". "Junio es verano meteorológicamente hablando y estas tormentas son clásicas del verano, aunque se pueden dar en otros momentos. Otra característica es que duran más tiempo y pueden ser más estáticas que las tormentas al uso. Además, un cambio en la dirección del viento hace que roten y así se pueden ver tornados o incluso mangas marinas en la costa".

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