entrevista 

“La falta de médicos en la cárcel de Zuera es un problema estructural de difícil solución”

Carmen Gambaro, directora de la prisión entre 2019 y 2023, pasará en los próximos días a dirigir un programa en el CIS de Torrero.

Carmen Gambaro fue directora de la prisión de Zuera cuatro años entre 2019 y 2023, con la pandemia en medio.
Carmen Gambaro fue directora de la prisión de Zuera cuatro años, entre 2019 y 2023
José Miguel Marco

La exdirectora del centro penitenciario de Zuera, Carmen Gambaro, nacida en Zaragoza en 1970, estuvo en el cargo de la prisión zaragozana  cuatro años, desde marzo de 2019 hasta marzo de 2023. La Secretaría de Instituciones Penitenciarias decidió que fuera sustituida esta semana por Fernando Alcolea. Gambaro va a pasar a realizar un proyecto en el CIS de Torrero con presos de tercer grado. Por su parte, Alcolea, que ya fue jefe de servicios y subdirector de seguridad del centro penitenciario en los primeros 15 años desde que se abrió en 2001, dejó de ser el subdirector del Centro de Inserción Social (CIS) de Huesca.

¿Cómo ha visto el final de los presos de ETA en la cárcel de Zuera, por donde han pasado un centenar de ellos y se llegó a utilizar con un centro de acercamiento al País Vasco?Una vez derrotada ETA, se ha aplicado la Ley General Penitenciaria que establece que todos los presos deben cumplir sus condenas lo más cerca de su entorno social.

En los cuatro años que ha sido directora tuvo que afrontar la gestión de una pandemia en la cárcel tan poblada como la de Zuera. ¿Cuantos quebraderos de cabeza le provocó esta crisis sanitaria? Los primeros momentos fueron muy duros por el desconocimiento que había en todos los niveles. Médicos y enfermeros estuvieron en primera línea, aumentando su trabajo de forma considerable. El servicio de prevención de riesgos hizo igualmente una labor encomiable, controlando, coordinando y dirigiendo la realización de test, entregando mascarillas… Para el equipo directivo supuso una reorganización total de los movimientos de todo el centro y de la salvaguarda de las cuarentenas, garantizando patios, comunicaciones, permisos de salida… cambiando la normativa cada quince días. Los funcionarios mantuvieron el orden en los módulos y junto con el resto de profesionales transmitieron tranquilidad. Entre todos logramos mantener a raya el virus.

Tuvieron que modificar la manera de comunicarse los presos con sus familiares al cerrar las puertas, lo que nunca habían hecho. ¿Cómo lo hicieron?Pusimos en marcha las vídeo-llamadas de los internos a sus familiares con el objetivo de que no perdieran el contacto, ya que hubo momentos en los que no se podía viajar y las comunicaciones estaban cerradas. Ahora solo se aplica a algún preso por necesidades que se valoran.

¿Cómo asumieron los funcionarios de la prisión su llegada, el apoyo que hizo de ellos al defenderlos en su trabajo, y su salida que criticaron los sindicatos?
Mi nombramiento como directora fue asumido con normalidad, muchos funcionarios eran o habían sido compañeros y amigos míos en una etapa, por lo que ya me conocían. Personalmente, dirigir el centro penitenciario de Zuera ha sido una gran oportunidad profesional y, al mismo tiempo, un privilegio y un orgullo el poder disponer en todas las áreas del centro, compuesto por una plantilla de grandes e implicados profesionales. En estos días, he recibido llamadas, mensajes y despedidas de la plantilla que me han emocionado en muchos momentos, a las que sumo cartas de internos agradeciendo mi trabajo, y el apoyo de diferentes autoridades. No me puedo ir más satisfecha.

¿Qué le parece la consecuencia de que no se pueda sustituir o contratar a los médicos de la prisión y el intento de su sustitución por la telemedicina, que generá problemas de asistencia?La falta de médicos es un problema estructural que afecta a la sociedad en general. No hay suficientes facultativos para contratar (en las prisiones) y por lo tanto es un problema de difícil solución. La única solución es que las comunidades autónomas, en cumplimiento de la ley 16/2003, asuman las competencias en materia de salud.

Un médico de la cárcel nos alertó de este problema porque acabarán los dos últimos que quedan en julio. Las enfermeras hicieron una nota para advertir a Instituciones Penitenciarias. ¿Hay más cárceles que están en la misma situación de precariedad?La telemedicina se ha implantado en varias prisiones y está funcionando. Ahora mismo es el futuro.

Por los años que ha dirigido Zuera, han vivido estar reducido su aforo en dos módulos por imposición del calendario del SIEP y eso dificultaba la gestión. ¿Cómo se las apañó para resolver esa coyuntura manteniendo la cantidad de presos?Ha ayudado bastante el que haya menos población reclusa, ya que en 2008 el centro contaba con 1.700 internos. Actualmente, hay 1.040 internos en Zuera y 250 en los CIS (entre los centros de Huesca y Torrero). Hicimos cambios en la clasificación de los módulos en el orden regimental para que el tratamiento de los internos no se resintiera.

La revista que hacen los presos le han dedicado la portada como despedida, bajo el título de “Ante las dificultades, el doble de ilusión, el doble de pasión”. ¿Cómo lo valora?Me ha hecho mucha ilusión, que te muestren un reconocimiento por hacer tu trabajo siempre es de agradecer. La revista Digo, dirigida por la educadora social Viki, se ha convertido en un instrumento útil para difundir información propia del centro, de la legislación penal y penitenciaria, así como para facilitar el acceso a la gestión de los trámites que son necesarios para los internos en su vida diaria. Al mismo tiempo que se desarrollan, fomentan y potencian las habilidades personales y profesionales de los internos.

Los presos más conocidos de su etapa como directora fueron Sito Miñanco, que hasta colaboraba en la limpieza, e Igor el Ruso, que forzó un control exhaustivo con cinco funcionarios. ¿Cómo valora ese paso de estos internos famosos por Zuera?Hay internos que por su tipología delictiva, como son los que han pertenecido a organizaciones criminales, requieren el seguimiento más directo con el objetivo, entre otros, de que no puedan continuar desde dentro de la prisión con su actuación delictiva. Sin embargo, su comportamiento es acorde con el régimen ordinario participando en la vida normal del módulo. A Igor el ruso, un interno que mató a varias personas enfrentándose a las Fuerzas de Seguridad del Estado y era peligroso, se le aplicaron las normas propias del régimen cerrado y eso conlleva un control más exhaustivo que no dé margen a las sorpresas. 
Pero no hubo ningún incidente regimental con estos dos acusados.

Hubo una noche en junio del año pasado que una tormenta abrió las 32 puertas de las celdas de aislamiento, lo que provocó un momento de gran tensión. ¿Cómo lo resolvieron?Fue una situación totalmente sobrevenida y que se solucionó gracias a la templanza y a la profesionalidad de los funcionarios de servicio en dicho módulo, asumiendo el mando de la situación el jefe de servicios.

Instituciones Penitenciarias pretende construir otro centro psiquiátrico (además del de Valencia y Sevilla). De los 55.000 internos, el 30% tienen algún tipo de trastorno mental. ¿Cree que este problema desborda las cárceles?
Cuando una persona entra en prisión es porque el órgano judicial considera que puede cumplir su condena en prisión, salvo circunstancias sobrevenidas. Los problemas mentales son tratados por los técnicos, psicólogos y facultativos del centro, junto a un psiquiatra que visita a los internos una vez a la semana. Pero mejoraría sustancialmente la situación que las comunidades autónomas asumieran las competencias en materia de sanidad en las prisiones.

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