Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Progeria: el aragonés Ricardo Villa investiga cómo no envejecer a toda prisa

El aragonés Ricardo Villa investiga en busca de nuevos fármacos para mejorar la calidad de vida de los afectados por esta enfermedad rara

Ricardo Villa Bellosta, junto a las doctorandas Alicia Flores Roco y Belinada Lago Vallejo, en su laboratorio de la Universidad de Santiago de Compostela
Ricardo Villa Bellosta, junto a las doctorandas Alicia Flores Roco y Belinada Lago Vallejo, en su laboratorio de la Universidad de Santiago de Compostela
. R. V. B.

Los niños con progeria crecen y envejecen al mismo tiempo. Suelen presentar un aspecto normal cuando nacen, pero, en sus dos primeros años de vida, comienzan a aparecer signos y síntomas del envejecimiento acelerado que padecen. No existe cura para ellos en la actualidad y su esperanza media de vida es tan solo de 14,5 años. 

Este trastorno genético progresivo, extremadamente raro, afecta a más de 200 niños en 51 países. En España, hay dos niños identificados: uno en Barcelona y otro en Galicia.

Un equipo de investigación liderado por el zaragozano Ricardo Villa Bellosta en la Universidad de Santiago de Compostela acaba de obtener financiación de la Fundación en Investigación en Progeria (Progeria Research Foundation-PRF) de Estados Unidos para continuar investigando durante dos años esta enfermedad, también conocida como síndrome de Hutchinson-Gilford. Su objetivo es mejorar la calidad de vida de quienes la padecen, ya que, este trabajo "podría mejorar el tratamiento existente. De hecho, el comité científico de la fundación me insistió en que realizara un estudio en concreto, ya que podría ser aplicado de forma inmediata", señala Villa.

La PRF es la única organización dedicada exclusivamente al estudio de esta patología en el mundo: Gracias a su actividad,  se descubrió la mutación relacionada con la progeria en 2003 y se han realizado cinco ensayos clínicos con medicamentos que culminaron con la aprobación, en 2020, por la FDA estadounidense del uso en niños del primer fármaco contra la progeria.

"Hace 10 años, en el ratón generado por el profesor Carlos López-Otín, con la misma mutación que en los niños, encontramos alterada una ruta metabólica que podría explicar algunos de los síntomas más importantes de la progeria: la acumulación de calcio en los vasos sanguíneos. Posteriormente se comprobó que esta alteración también la tenían los niños con progeria. En un primer proyecto exploramos alternativas terapéuticas dirigidas a revertir farmacológicamente la alteración en esta ruta metabólica. Obtuvimos éxito y ahora, con este nuevo proyecto, no solo pretendemos mejorar dichos tratamientos, sino también analizar el impacto de la dieta sobre la longevidad en ratones con progeria", explica este investigador Ramón y Cajal .

En el marco de este nuevo proyecto "se va a ver cómo afectan los tratamientos descubiertos por nuestro grupo en combinación con el tratamiento aprobado por la FDA, para así saber si es recomendable su uso inmediato en niños", indica. Además, se analizará "como afectan dos nutrientes de consumo diario en la dieta a la evolución de la calcificación vascular y la longevidad".

De dar resultados positivos en cuanto a mejora de la longevidad, "las conclusiones de estos estudios podrán aplicarse de forma inmediata en los niños con progeria con una simple mejora y control de la dieta". 

¿Por qué se acumula calcio en las arterias?

El grupo que dirige Ricardo Villa en el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) del Campus Vida de la Universidad de Santiago de Compostela se llama ‘Metabolic Homeostasis and Vascular Calcification’. Investigan los mecanismos moleculares que controlan la acumulación de calcio en las paredes de las arterias y, gracias a la nueva financiación, prevén contratar a una persona que se unirá al equipo.

"Como medida de protección, nuestro cuerpo sintetiza inhibidores que impiden que el calcio se acumule en la pared de los vasos sanguíneos", explica. Pero durante el envejecimiento y en ciertas enfermedades como la diabetes, la enfermedad renal crónica y también la progeria, el proceso de calcificación en los vasos sanguíneos se acelera. Esto ocurre, en parte, debido a que el cuerpo dejan de sintetizar estos inhibidores de la calcificación que nos protegían. Y, con el tiempo, este proceso termina causando una enfermedad cardiovascular.

Los problemas cardíacos y los accidentes cerebrovasculares son las causas finales de muerte en la mayoría de los niños que padecen progeria y también las dos primeras causas de mortalidad a nivel mundial. Esto hace de la calcificación vascular un problema con un impacto sanitario y socioeconómico notablemente alto en nuestra sociedad.

Los estudios de este equipo dirigido por un aragonés "se realizan en cultivo celular de músculo liso de aorta y, si se demuestra eficaz, damos el salto al ratón. La siguiente fase: humano", enumera Villa, consciente de que "para ello hace falta que las farmacéuticas tengan interés, ya que se necesita mucho dinero".

Por ahora, la progeria no tiene cura, pero las investigaciones en curso muestran cierta esperanza en cuanto al tratamiento de unos pacientes que, "a pesar de los cambios físicos significativos en sus cuerpos jóvenes, son niños extraordinarios, inteligentes, valientes y llenos de vida", declara Ricardo Villa.

No tan raro

La progeria está causada por la mutación en una proteína que genera otra aberrante llamada progerina y que afecta a la forma del núcleo y a la expresión de los genes. Pero esto no solo aparece en niños con progeria, sino que la producción anómala de progerina se está viendo en adultos de edad avanzada y en otros trastornos, lo que multiplica el interés de estas investigaciones.

Los problemas cardíacos y los accidentes cerebrovasculares acaban causando la muerte en la mayoría de los niños con progeria. Y, aunque sea una enfermedad rara, esto deja de ser ‘raro’, ya que son las dos mismas primeras causas de fallecimiento a nivel mundial. El mecanismo que se ve alterado para que aparezca esa calcificación vascular que, con el tiempo, desemboca en enfermedad cardiovascular también se da durante el envejecimiento y en otras patologías como la diabetes y la enfermedad renal crónica.

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