Aragoneses en Turquía: "La casa de mi amiga se ha derrumbado. No nos responde a los mensajes"

Lucía García Salcedo, estudiante de la Universidad de Zaragoza, está de Erasmus en Antalya. Disfrutaba de unas vacaciones entre cuatrimestres y sus amigos, algunos de la zona donde más ha azotado el terremoto, se fueron a ver a sus familias.

Lucía García Salcedo, estudiante de la Universidad de Zaragoza, está de Erasmus en Antalya.
Lucía García Salcedo, estudiante de la Universidad de Zaragoza, está de Erasmus en Antalya.
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Las imágenes son desoladoras. Cientos de edificios derruidos. Decenas de carreteras colapsadas. Miles de personas que han perdido su hogar. Y un número todavía indeterminado de fallecidos. Turquía y Siria viven uno de los peores momentos de su historia tras sufrir dos terremoto de magnitud 7,4 y 7,6. 

La aragonesa Lucía García Salcedo estaba en Antalya, al sur de Turquía, cuando el terremoto dejó sin aliento al país. Estudia Ingeniería Mecánica en la Universidad de Zaragoza y este año está disfrutando de la experiencia Erasmus. A pesar de que del epicentro del seísmo le separan más de 700 kilómetros, en su ciudad se pudo sentir el temblor. 

"Algunos amigos se dieron cuenta y se despertaron, aunque no sabían qué pasaba. Yo estaba dormida y no percibí nada. Me enteré por mi familia, que me empezó a llamar preocupada para ver si me encontraba bien y si había sentido algo. Pronto, nuestros colegas turcos nos hicieron llegar fotos del desastre", relata la joven de 24 años. 

Hace unos días, la universidad en la que estudia, Akdeniz University, dio por terminado el primer cuatrimestre y ahora, los alumnos disfrutaban de un periodo vacacional antes de empezar el segundo. "Muchos compañeros han aprovechado para regresar a su casa y ver a su familia. Algunos son del este del país, donde más afectó el seísmo", lamenta la zaragozana. 

"Otros amigos nos han dicho que están bien pero sus casas están destrozadas"

"En cuanto nos enteramos, intentamos ponernos en contacto con todos. Uno nos dijo que se había despertado de madrugada y había conseguido salir con su familia y protegerse en un refugio. Otros amigos nos han dicho que están bien pero sus casas están destrozadas", relata la joven. Sin embargo, hay con una compañera de la universidad con la que no han podido hablar todavía. 

"La casa de mi amiga se ha derrumbado. Estoy preocupada, no nos responde a los mensajes. Sabemos que han rescatado a su madre y que su padre estaba en un viaje de trabajo, pero de ella, no sabemos nada", lamenta García Salcedo, que está, junto con otros compañeros, intentado ponerse en contacto con la unidad de rescate para colaborar. "Desde la universidad nos han dicho que lo que se necesita es ropa de abrigo, y material sanitario e higiénico. Vamos a hacer una compra para que lo puedan enviar", comenta. 

"La gente tiene una mochila preparada por si tiene que salir corriendo"

Ana Albero, junto a su marido, Özgür Baskın, y sus dos hijos de 5 y 2 años, Leo y Aran.
Ana Albero, junto a su marido, Özgür Baskın, y sus dos hijos de 5 y 2 años, Leo y Aran.
HA

La violinista profesional Ana Albero estaba en Estambul cuando el terremoto quebró la vida de miles de turcos. Nació en Huesca y con cuatro se mudó a Zaragoza. Ahora vive en Turquía desde hace once años junto a su marido, Özgür Baskın, y sus dos hijos de 5 y 2 años, Leo y Aran. "Digamos que vine por amor y porque las oportunidades laborales para los músicos en España en 2010 no eran muchas", cuenta Albero. 

"Recuerdo que por los altavoces de las mezquitas empezaron a pedir comida, medicamentos y ropa de abrigo"

Albero iba a ofrecer un concierto este lunes junto a la orquesta de la que forma parte, la Borusan Istanbul Filarmoni Orkestrasi, en Zorlu Performance Hall de Estambul. "Allí no se sintió nada, pero en cuanto despertamos y empezamos a ver el alcance de los sucedido, no podíamos creerlo", cuenta la aragonesa. Poco después, asegura, "el concierto se suspendió".

"Recuerdo que por los altavoces de las mezquitas empezaron a pedir comida, medicamentos y ropa de abrigo para llevar al lugar donde más había afectado el terremoto", relata. En cuanto pudo, hizo las maletas y buscó un tren para volver a su casa y reunirse con su familia, que estaba en Ankara. "Allí sí que se notó la réplica", cuenta. 

Durante el trayecto en tren, pudo observar cómo diferentes contingentes se desplazaban al lugar del desastre. "Vi varios comboyes con excavadoras y otras máquinas para quitar escombros dirigiéndose al este del país. La verdad es que psicológicamente está siendo un momento muy duro para todos", cuenta. En Ankara, los colegios se han cerrado toda la semana. 

"Hay mucha gente que tiene a sus parientes enterrados bajo edificios. Un amigo tiene a familiares sepultados bajo los escombros porque sabe que se ha caído su edificio. Ya ha notificado dónde están para que los rescaten", asume Albero, que explica que hay un sistema para notificar a las autoridades el nombre de la persona desaparecida y la ubicación exacta del inmueble donde viven. "Hay zonas donde está tardando mucho en llegar la ayuda, como a Hatay, porque el aeropuerto no está operativo y las carreteras están destrozadas", lamenta. 

"Hay zonas donde está tardando mucho en llegar la ayuda, como a Hatay"

En contra juega también el temporal de frío que está sufriendo el país. "Aquí hace -5 grados y por la zona del seísmo estarán a -10, más o menos", lamenta la aragonesa, que especifica que otras personas de su entorno han optado por llevar a Ankara a sus familiares durante un tiempo.

Por suerte, en esta ocasión el terremoto le ha pillado en otro punto del país, pero en 2019 sufrió uno en primera persona. "Vivíamos en Estambul por entonces y un día todo empezó a temblar. Salí corriendo de casa con mi hijo mayor, que por entonces era muy pequeño", relata Albero. En Turquía, cuenta, "la gente vive alerta por la alta probabilidad que existe de que se produzcan seísmo". "De hecho, tienen una mochila preparada por si tienen que salir corriendo", puntualiza.

Ayuda desde Zaragoza

El dispositivo de emergencia que envía el Ministerio de Defensa español para colaborar en las tareas de búsqueda y rescate urbano tras el fuerte terremoto de magnitud 7,7 en Turquía y Siria, que ha dejado por ahora casi 1.800 muertos, consta de 90 efectivos y dos aviones del Ejército del Aire, uno de ellos un A400 de la base de Zaragoza.

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