OFICIOS

Relojeros, los cirujanos del tiempo

Este fin de semana se celebra en Madrid la IX asamblea de la asociación nacional profesional de relojeros reparadores (ANPRE).

El relojero Enrique Jordán en su taller de relojería de Zaragoza
El relojero Enrique Jordán en su taller de relojería de Zaragoza
Jordán Taller de relojes

En sus talleres conviven relojes de alta gama con otros históricos, trabajan de manera artesana pero utilizando la tecnología más puntera. Hablamos de los relojeros. Un oficio que resiste en el tiempo a pesar de las adversidades. Quedan muy pocos en Aragón y muy pocos jóvenes se interesan por esta profesión. “Estamos en periodo de extinción porque no existe relevo. Nos hacemos mayores y si no cambia la tendencia, con el tiempo el oficio desaparecerá, aunque vamos a luchar para evitarlo”, dice José Antonio Nieva, relojero en Alfajarín. Una excepción a esta situación es Enrique Jordán. Con 40 años es uno de los más jóvenes relojeros de Aragón. “Es una pena porque trabajo, hay. La gente ahora tiende más a reparar sus relojes que a gastar dinero en uno nuevo, sobre todo si son de alta gama”, dice Jordán.

Ambos relojeros, Nieva y Jordán, viajarán este fin de semana a Madrid como representantes de Zaragoza en la IX edición de la asamblea de la Asociación Nacional Profesional de Relojeros Reparadores (ANPRE), que cumple una década y en la que se quiere poner en valor el sector, acercar puntos en común y ver sus perspectivas de futuro. También habrá cursos impartidos por relojeros suizos para que los profesionales de nuestro país puedan competir a nivel mundial. 

Asociación nacional profesional de relojeros reparadores (ANPRE)
Asociación nacional profesional de relojeros reparadores (ANPRE)
Jordán Taller de relojes

España es puntera en cuanto a tecnología y no se conoce. Los aparatos que utilizamos ahora son prácticamente ordenadores y tenemos que saber unir el trabajo artesanal que requieren estas piezas con tecnología de última generación, porque tan pronto tienes que reparar un reloj de alta gama de 600 euros como uno de más de 200 años en el que tienes que usar las técnicas de toda la vida”, explica Jordán y añade: “Contamos con los mejores relojeros del mundo, cada vez más preparados, con gran tradición relojera, y a la vez con una preparación de último nivel que nos hace ser punteros a nivel mundial”. 

“Este tipo de encuentros son ventanas para nosotros, porque este es un oficio impresionante”, afirma Nieva. “Si la gente conociera nuestro trabajo pensaría que somos cirujanos”, continua el relojero. “Trabajamos con piezas diminutas, con relojes centenarios y con mecanismos en las que toda su maquinaria cabe en un céntimo de euro”, explica este profesional con más de 30 años de trayectoria. “Vamos a Madrid a poner en valor nuestro oficio porque en Zaragoza hay mucha tradición relojera, aunque ahora no quedarán más de ocho relojeros con taller propio en todo Aragón”, dice Jordán. 

Un oficio con tradición

Él mismo forma parte de esa tradición ya que empezó en este oficio por su abuelo materno que tenía la joyería-relojería Pemán. “Empecé de aprendiz en diferentes servicios técnicos y en joyerías con relojes de alta gama”, recuerda. En 2014 abrió su propio taller en Zaragoza y tras 20 años de trayectoria el balance es positivo. “Los talleres son necesarios porque los relojes siguen estropeándose. Hay dos opciones, o llevarlo donde lo has comprado, que lo devuelven a la marca para su reparación fuera de Zaragoza, o llevarlo a un taller de relojería”, afirma Jordán. “Además, desde hace unos años estamos comprobando que cada vez se compran menos relojes en establecimientos tradicionales y más por Internet, por lo que también es más fácil traerlos a reparar a un taller como el nuestro”, asevera el relojero. 

Jordán también tiene las claves sobre la falta de relevo en este oficio. “Es un sector en el que apenas existe formación oficial. Hay una escuela en Barcelona y un grado de Formación Profesional en Madrid, pero nada más. Los que nos dedicamos a esto hemos empezado desde abajo, como aprendices”, confirma este profesional. “Es un trabajo muy especializado que implica mucha dedicación y que está muy poco valorado social y económicamente”, añade Nieva.

Competencia desleal y fuerte inversión económica

A esta situación se une una “competencia desleal” de establecimientos que cambian pilas o cristales de los relojes pero que no son talleres. “Ahora cualquiera le pone pilas a un reloj”, dice Nieva, “Pero cualquiera no vale para todo y notamos mucho el deterioro de los relojes cuando los llevan a sitios en los que no tienen los conocimientos adecuados”, explica el relojero. “Como todo, cuando te pasa algo, vas al especialista”, añade.

La fuerte inversión económica que se necesita también es un inconveniente. “Para tener un servicio técnico mínimo y un taller medianamente decente se necesita invertir unos 20.000 euros en maquinaria”, puntualiza Jordán, “pero si quieres ser servicio técnico certificado o taller certificado de alguna marca, la inversión se va hasta los 50.000 euros”, añade el relojero. 

Estas inversiones tienen como objetivo dar el mejor servicio al cliente y seguir siendo un sector competitivo, innovador y con futuro. “Todo sin dejar de lado el aspecto artesano y el gran respeto por el producto con el que trabajamos día a día, ya que cada reloj no sólo es una máquina, sino que también es una historia personal”, concluye Jordán.

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