Una miel ecológica elaborada con mucho mimo

Carlota Muñoz y Manuel Pascual inauguraban Miel Baliera para vivir de forma sostenible y preservar el entorno de Cornudella de Baliera (Huesca).

Carlota Muñoz, una de las fundadoras de Miel Baliera, en el colmenar de Cornudella de Baliera.
Carlota Muñoz, una de las fundadoras de Miel Baliera, en el colmenar de Cornudella de Baliera.
C.M.

Seguir la tradición familiar pero comenzar con algo nuevo. Carlota Muñoz y Manuel Pascual buscaban aportar su grano de arena a conservar el entorno de Cornudella de Baliera (Huesca), el lugar donde viven, una zona despoblada pero con una flora y fauna muy interesantes. También poder desarrollar una actividad económica que les permitiera vivir de forma sostenible.

"Manu ya sabia mucho de abejas, él nos introdujo a sus tíos y a mí en este apasionante mundo de la apicultura", cuenta Muñoz.

El proyecto comenzó en 2017, hasta entonces Manu se dedicaba a la trufa y la ganadería en el negocio familiar. Mientras, Carlota trabajaba como periodista en televisión. También trabajó durante un año en Guatemala, lo que le hizo comprender "que había otras maneras de relacionarme con la tierra", explica la joven.

Miel Baliera, que se hacía en 2019 con el sello ecológico, es realidad gracias al "esfuerzo de muchos", cuenta Muñoz. Entre ellas, Cristina, su tía, que va al colmenar siempre que hace falta; del apoyo económico por parte de la familia Pascual, mientras que de las ayudas logísticas se encarga la familia Muñoz y sus amigos. "Javier, nuestro tío, es parte fundamental. Ayudó a materializar este sueño y sentar sus cimientos, y eso que las abejas no le hacían mucha gracia", cuenta la apicultora.

La pareja define las abejas como uno "de los seres más increíbles de la naturaleza" por ello tratan de tener una relación simbiótica con ellas. "Les procuramos un hogar, les ayudamos a mantenerse sanas, combatiendo las plagas que las amenazan y cultivando plantas en ecológico que sirven para complementar las floraciones silvestres del monte y el bosque", explica Muñoz.

En la pequeña aldea de la Ribagorza la pareja se encarga de todo el proceso de crear la miel. Uno de los momentos más delicados es elegir el momento de su extracción, ya que tratan de proporcionar suficiente comida para las abejas y no tener que alimentarlas artificialmente. "Tenemos este principio primero por conciencia, no sería justo quitarles la comida que necesitan y cambiársela por azúcar con agua, nos sentiríamos engañándolas, y segundo porque es la única forma de obtener una miel de alta calidad", explica Muñoz.

También es complicado el momento de la llamada fiebre de enjambrazón. Se trata de un momento de la primavera en la que las floraciones ‘explotan’ y las abejas consiguen suficiente néctar y polen para crecer en número. Es entonces, cuando las reinas ponen los huevos, de las que serán las nuevas reinas, y cuando una de ellas está lista para encargarse de la nueva colmena, la antigua reina se marchará con una parte de las abejas en busca de un nuevo hogar. "Ese momento es crucial, las reinas que marchan tienen una gran sabiduría por su experiencia y son muy valiosas para los apicultores que siempre queremos que elijan una de nuestras colmenas", añade la apicultora.

Para extraer la miel cuentan con un pequeño obrador propio. En el "siempre extraemos en frío y controlamos que la miel no se vea sometida a cambios extremos de temperatura para preservar todas sus propiedades. Las abejas dan una miel de altísima calidad que tratamos con todo el mimo y cuidado para que así se mantenga", añade Muñoz.

También han comenzado a fabricar su propio propolis, la sustancia que las abejas usan en la colmena para sellar y evitar enfermedades. Por el momento, sus productos puede encontrarse en la panadería de Arén y en algunos comercios de Zaragoza como Avecinal, Bioselecta o la herboristería La Salud.

La campaña de 2022 está siendo complicada para el sector. Además de enfrentarse a olas de calor y la sequía, tienen que hacer frente a la varroa, un parásito que ataca las colmenas hasta matarlas enteras. "Los tratamientos son poco efectivos. Ha sido duro perder colmenas a causa de esta plaga", lamenta Muñoz. La pareja vivió un momento muy crítico en el que este parásito amenazó la supervivencia tanto de las colmenas como del proyecto.

Ahora, son algo más optimistas, "parece que las abejas conseguirán llegar sanas al merecido descanso invernal", cuenta Muñoz. "Nos queda bastante para alcanzar todos los objetivos del proyecto, pero somos aragoneses, cuando algo se nos mete en la cabeza...", añade.

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