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Moros, ante un posible desastre ecológico tras el incendio: "Veo lo que se avecina y hay que actuar ya"

El Ayuntamiento canaliza donaciones y contrata a un abogado para defender los intereses del pueblo.

Moros, tras los incendios forestales
Moros, tras los incendios forestales
José Miguel Marco

Una semana después de que se diera oficialmente por controlado el incendio de Ateca, que se inició el pasado 18 de julio en Bubierca y dejó un balance de 14.000 hectáreas quemadas y elevados daños materiales aún por cuantificar, las poblaciones afectadas tratan de recuperar poco a poco la normalidad. 

Lo hacen rodeadas por un paisaje carbonizado que tardará años en recuperarse, fincas agrícolas arrasadas, un futuro económico incierto, un olor a humo que persiste y dolorosos recuerdos de los vecinos de los cinco municipios que tuvieron que ser desalojados.

Tras afrontar una catástrofe sin precedentes para cientos de familias en el valle del Manubles, es el momento de hacer balance y comenzar a trabajar en la recuperación del territorio. En Moros, las llamas rodearon su casco urbano y asolaron más del 90% de su término municipal, 4.750 hectáreas afectadas, incluyendo la totalidad de su zona montañosa. 

Manuel Morte: "Hay que plantearse muy bien una planificación conjunta para intentar conservar lo que nos queda, y lo nuevo hacerlo bien"

El alcalde, Manuel Morte, recuerda que la velocidad a la que avanzaba el fuego era tal que "cruzó del Monegrillo a las puertas de Villarroya en 27 horas", en poco más de un día. "Nadie pensaba que iba a llegar al pueblo", resume, mientras se asoma al balcón del Ayuntamiento, donde rebotaron las llamas. "Hay que plantearse muy bien una planificación conjunta para intentar conservar lo que nos queda, y lo nuevo hacerlo bien", dice, al mismo tiempo que alerta de la necesidad urgente de acometer una limpieza para evitar que las cenizas acumuladas lleguen al río y a los acuíferos y provoquen un desastre ecológico cuando llueva: "Veo lo que se avecina y hay que actuar ya".

También el teniente de alcalde, Juan Morte, que participó activamente en el dispositivo de extinción, reconoce la necesidad de agilizar la recuperación. En un pleno extraordinario celebrado hace unos días se aprobó la contratación del abogado José Manuel Marraco. El primer edil justifica esta decisión en la necesidad de "defender los intereses del pueblo y de los vecinos" en los procesos judiciales que puedan derivar del denominado incendio de Ateca. 

"Nuestra idea -resume- es crear una fundación en la que participe el Ayuntamiento así como asociaciones y técnicos" para evaluar y decidir los pasos que haya que ir dando para la reconstrucción. Para ello, ya se está trabajando en los estatutos. El Consistorio ha abierto dos números de cuenta para recibir donaciones para los damnificados, y también la asociación La Noguera de Moros ha lanzado un ‘crowdfunding’ para canalizar estas ayudas.

Desolación en las fincas

El primer plan de actuación pasa, coinciden, por ofrecer ayudas a los agricultores, más de una treintena, y a los ganaderos, a quienes el incendio ha arruinado su modo de vida. Una de las afectadas es Asun Cisneros, que justo este domingo cumple 62 años, y que con su marido, Jesús Salvador, administra varios terrenos en el término de Moros. Visiblemente emocionada muestra el estado calcinado en el que ha quedado su finca de manzana verde doncella. "Preveíamos recoger 20.000 kilos y lo hemos perdido todo. El futuro pinta muy mal, porque a nuestra edad ni nos planteamos volver a plantar en esta finca", aseguraba ayer mientras mostraba cómo se encontraba la fruta. Ella y su familia abandonaron el pueblo cuando las llamas estaban próximas. "El volver a casa fue duro -recuerda-, pero el momento de salir fue peor por la impotencia que sentíamos".

Moros, tras los incendios forestales
Moros, tras los incendios forestales
José Miguel Marco
Asun Cisneros: "Preveíamos recoger 20.000 kilos y lo hemos perdido todo. El futuro pinta muy mal, porque a nuestra edad ni nos planteamos volver a plantar en esta finca"

El incendio dañó algunas edificaciones del casco urbano y se trabaja ya en derribar inmuebles abandonados en el entorno del barrio de San Babil y de la calle de la Muralla para eliminar peligros. Destrozó también un almacén de fruta, naves, construcciones agrícolas, vehículos, un casa de segunda residencia y las infraestructuras municipales, como el agua potable, en un primer momento, o las líneas de telefonía e internet, que sufren cortes continuos. 

Un problema que sufren las encargadas de la oficina de atención a los afectados por el incendio que se ha habilitado en la biblioteca. Su coordinadora, Ana Sebastián, y dos jóvenes voluntarias, Gemma Casado y Ana Escolano, se encargan de informar a quienes acuden allí y a recoger los expedientes, uno por cada finca o propiedad pasto del fuego. Hasta este sábado, y en solo cinco días, han tramitado ya 160 reclamaciones de unas 60 personas, fundamentalmente relacionadas con daños en fincas rústicas. Los afectados presentan la declaración responsable, reconocen, pero "tienen pocas esperanzas de recibir algo. Se acuerdan de lo que les pasó a los damnificados por el volcán de La Palma". Este sábado se acercaron a preguntar Faustina Pilar Bueno, de 79 años, y Filiberto Fuentes, de 64.

Por la mañana, dos vecinas, Chon Portero y María Pilar Vela se afanaban en limpiar la calle junto a sus viviendas, tratando de retirar la persistente ceniza que se acumula en cada rincón. El regreso a sus hogares tras el incendio, indican, fue "desolador". "Hemos pasado de asomarnos a la ventana y ver todo verde a negro". "Afortunadamente, continúan, tenemos nuestra casa y nuestro trabajo, pero los que trabajan en el campo están mucho peor, porque han perdido su modo de vida".

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