Farmacéutica de Jaulín: "La botica rural siempre ha sido un foco social y sanitario y en pandemia, aún más"

La covid no solo ha cambiado los productos que venden y los servicios que ofrecen, sino que además, ha hecho que su farmacia sea el punto de referencia del pueblo.

Patricia Molina, farmacéutica de Jaulín.
Patricia Molina, farmacéutica de Jaulín.
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Patricia Molina nació en Zaragoza hace 29 años y hace apenas tres decidió coger la farmacia de Jaulín, un pueblo cercano a Zaragoza de apenas 300 habitantes. Además, se encarga del botiquín de Fuendetodos. La covid no solo ha cambiado los productos que venden y los servicios que ofrecen, sino que además, ha hecho que su farmacia sea el punto de referencia del pueblo.

"La farmacia rural siempre ha sido un foco sanitario y social y en pandemia se ha acentuado todavía más. Es el punto más accesible para preguntar todo tipo de dudas y se ha reforzado la figura del farmacéutico. Aquí, los médicos y enfermeros no están todos los días",  señala la joven.

En el medio rural, suelen trabajar con menos ‘stock’ debido a que tienen menos afluencia que las farmacias de ciudad y están más limitadas en cuanto a recursos. "Si pedimos una cantidad importante de un producto, lo más probable es que lo tengamos en el almacén durante años", indica. El problema de desabastecimiento de autotest y el "alto" precio de éstos, hizo que esta profesional tuviese que buscar estrategias para no quedarse sin existencias en "dos días". "He tenido que racionar la venta de pruebas. Como teníamos muy pocas, si venía un cliente pidiendo muchas, le preguntaba para qué las quería y si consideraba que con menos podía cubrir la necesidad, le decía que no le iba a vender tantas. Es una forma de que todos los habitantes puedan acceder a un test de autodiagnóstica", subraya Molina. Al principio de la pandemia, recuerda, le sucedió lo mismo con las mascarillas. "Si a la ciudad llegaban pocas, a los pueblos, menos. Además, las pusieron muy caras y teníamos que comprar un mínimo. Yo no podía asumir ese coste", añade.

Esta joven también ofrece en su botica el servicio de realizar test de uso profesional y emitir certificados covid. "Durante las Navidades hice diez, que para un pueblo como este es bastante", señala. Además, ayuda a sacar los pasaportes covid "a las personas que no suelen salir de casa". "Hay que ir al centro de salud, pedir el pin y luego descargarlo. Para las personas mayores es complicado y aquí son la mayoría", explica.

En Aragón, casi 200 farmacias están ubicadas en municipios de menos de 1.000 ciudadanos, 118 en localidades de menos de 500 habitantes. En los pueblos pequeños, son el único agente sanitario fijo, porque los médicos y enfermeros acuden al consultorio solo unas horas y algunos días a la semana.

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