logística en zaragoza

‘Cíborgs’ que trabajan a ritmo de reguetón

Una parte de los operarios de la nave de última milla de Amazon en Plaza, los ‘stowers’, llevan escáneres de dedo que iluminan las estanterías para facilitar la clasificación. Y todo con música ambiental elegida cada noche por la plantilla.

Uno de los escáneres de dedo utilizados en la nave de reparto de Amazon en Plaza.
Uno de los escáneres de dedo utilizados en la nave de reparto de Amazon en Plaza.
Toni Galán

Lo primero que llama la atención al entrar en la nave de última milla de Amazon en Plaza es la música ambiental, a un elevado volumen. Elegida por la plantilla cada noche, es un elemento clave para mantener un frenético ritmo. El director, Santiago Blasco, señala que lo que "triunfa es el reguetón y la bachata", aunque la elección depende de los gustos de los trabajadores. "Traen sus ‘playlists’ y las conectan a los altavoces y se organizan", señala.

Su particular banda sonora anima a los ‘stowers’, los operarios que en la cadena de clasificación se encargan de depositar los pedidos en la sacas en función de su número postal. Son lo más parecido a un cíborg, porque llevan en sus índices un escáner de dedo con el que hacen ‘magia’: al leer el código de barras de cada paquete se iluminan las luces leds del estante concreto donde tienen que dejarlo.

Todo está digitalizado para ganar en eficacia. La mercancía, nada más ser descargada en la playa de recepción, empieza un rápido periplo en las mesas de clasificación. Blasco detalla que hasta 18 trabajadores, denominados inductores, se encargan de leer las etiquetas de envío con pistolas láser, que imprimen a su vez otras amarillas provistas con su propio código para facilitar su clasificación.

Los paquetes avanzan por las cintas de rodillos hasta cuatro pasillos, "los fingers", similares a las cintas de las maletas de cualquier aeropuerto. Allí no esperan viajeros, sino los "pickers", 28 operarios que se encargan de colocar cada pedido en carros habilitados junto a las largas estanterías de clasificación. Y por los pasillos pululan los ‘stowers’ para dejarlos en las sacas de reparto que irán en las furgonetas. "No puede haber más de uno por pasillo por seguridad por la covid", explica el director de la planta.

Cuando el turno de noche acaba, los compañeros que preparan el trasiego final para las furgonetas lo hacen en silencio. La banda sonora la ponen los carros y jaulas con los sacos, cargados con un número de paquetes que oscila entre 17 y 22. En cada vehículo irá hasta una docena de estas sacas. "Esta labor requiere más concentración y por eso no ponemos música", apostilla Santi Castiello, en la empresa desde 2019.

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