"Hablan de despoblación, pero no ayudan"

Indra, Enrico y sus hijos llegaron hace un año a Aladrén, en Campo de Cariñena, donde valoran las ventajas del entorno rural pero critican la falta de ruta escolar.

Indra Cuda, con su hijo Gael, en la puerta del teleclub que regenta en Aladrén.
Indra Cuda, con su hijo Gael, en la puerta del teleclub que regenta en Aladrén.
JMACIPE

Indra Cuda, su pareja Enrico y sus hijos, Gael y Yon, de 14 y 6 años, llegaron hace escasos 13 meses a Aladrén, un pequeño pueblo de 52 habitantes del Campo de Cariñena que limita con el Campo de Daroca, para ser la familia encargada de gestionar el teleclub local, que da servicio de bar. Más de un año después, siendo ya conocedores con anterioridad de cómo es el entorno rural aragonés, el balance navega entre la satisfacción por la acogida que les ha brindado el pueblo y el enfado por carecer de una ruta escolar con la cabecera comarcal y con la escuela de Paniza.

"Hemos tenido una muy buena acogida, porque la gente tenía ganas de un servicio integral de bar y nosotros hemos ampliado la apertura tanto en verano como en invierno y contamos con experiencia en hostelería", subraya Indra. "Damos un servicio social, no es un negocio puro y duro: tenemos un sitio familiar, hablamos con las personas mayores, se apoyan en nosotros si necesitan comprar comida o algo de la farmacia…", comenta desde detrás de la barra cuando comienzan a preparar la hora del vermú.

Tras este tiempo, Indra reconoce que estuvieron "preocupados" por este cambio para los niños, pero "ya están totalmente integrados". Critica que no les conceden la ruta hasta la escuela de Paniza ni al instituto de Cariñena: "Si hay una buena socialización, los pueblos son un paraíso, y más en un momento como este. Pero el abandono de las instituciones es patente".

"No tienen en cuenta las características de los pueblos pequeños, ni que hay tres niños donde antes no había… Pero eso sí, los impuestos son los mismos". Durante el último año, Indra recuerda que ha tenido que hacer ocho viajes al día y puntualiza: "Esto no lo podría hacer en una empresa con horarios fijos, si tuviera que ir a Zaragoza o incluso trabajando en las bodegas de Paniza". "Hablan de despoblación, pero luego cuando necesitamos una ayuda concreta, con algo que es un derecho y un deber como es la educación, nos la niegan", dice.

Por su parte, Marta Blanco, alcaldesa de la localidad desde hace seis años, lamenta que "el Ayuntamiento no puede hacer nada", salvo contactar con la Consejería de Educación. Coincide con Indra en que "se anima a que la gente se vaya a los pueblos, pero luego te dicen: “ahí te quedas”. En su caso, además de un servicio de transporte para los menores, lleva años a cuestas con otras reivindicaciones que siguen sin ser atendidas o a las que es difícil dar solución. No han podido hacer realidad el proyecto de la fibra óptica: «Tener fibra es un argumento más, tanto para atraer a la gente como para favorecer que los vecinos se queden». Y esta no es la única desventaja contra la que tienen que remar: la carretera CV-700 y la falta de vivienda son otros dos caballos de batalla para el Consistorio. "Es algo que hemos pedido a la Diputación de Zaragoza, que sabemos que lleva su trámite, pero que necesitamos que se haga algo ya", reclama.

En el último año, detalla Blanco, han llegado al pueblo cerca de una decena de nuevos moradores, que han apostado por trasladar su vida al medio rural. Pero para facilitar el proceso suele aparecer otra problemática: la falta de vivienda de alquiler. "Es un hándicap, porque no hay casas para que la gente pruebe si esto es lo que busca o no y por eso se hace más difícil establecerse aquí", asume. Así, según matiza Blanco: "Si quieres venir, tienes que buscar una casa, comprarla y reformarla. Un desembolso así no lo puede hacer todo el mundo", y tampoco el Consistorio puede promover la edificación de obra nueva. 

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