Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Entrevista

Manuel Asorey: “Los científicos van a viajar menos y habrá que elegir bien dónde ir”

Catedrático de la Universidad de Zaragoza (Aranga, La Coruña, 1951), es director-gerente del Centro de Ciencias ‘Pedro Pascual’ de Benasque

Manuel Asorey, en la Facultad de Ciencias.
El físico Manuel Asorey, en la Facultad de Ciencias.
Guillermo Mestre

¿Es un pequeño milagro que haya un centro de ciencias en Benasque?

Es una fortuna. Empezamos en 1995, como una especie de aventureros del Oeste, con muy pocos medios, en un sitio muy rural en la época, con la idea de hacer un lugar de encuentros de alto nivel en física –ahora nos hemos abierto a otras ciencias–. Salió muy bien y Pedro Pascual, entonces catedrático de la Universidad de Barcelona, José Ignacio Latorre, recién titular en la misma universidad, y yo nos animamos a continuar. Subía con mi coche desde Zaragoza, cargando con libros, fotocopiadora, proyector, cañón, impresora..., allí no teníamos de nada. Hemos tenido mucho apoyo del pueblo y las autoridades regionales y provinciales. Cada año, desde que en 2009 se construyó el edificio, pasan unos mil científicos de todo el mundo, que hacen 10.000 noches.

¿En qué liga juega el Centro de Ciencias ‘Pedro Pascual’?

En primera división. Nuestros espejos fueron un centro de mucho prestigio que había en Aspen, Colorado, también en una zona de esquí y montañas; otro muy famoso en Erice, Sicilia; y Les Houches, en Francia, cerca de Chamonix.

¿Los físicos buscan las montañas para pensar mejor?

En la playa hace calor y no se puede pensar demasiado. Es ideal un sitio fresco, donde uno puede hacer deporte, relajarse un poco y, a la vez, otros científicos le empujan a no tomarse ni un descanso.

¿A usted le inspira el Pirineo?

Mis dos mejores artículos los hice allí, en los primeros años de Benasque. Ver hacia dónde va tu campo te motiva a acabarlos rápido. El ambiente cordial, rodeado de gente creativa, te hace abrirte a lo nuevo; la inspiración está en el aire. Es algo que no encuentras en la rutina de tu centro ni leyendo revistas científicas.

Este mes se ha retomado la actividad, con las jornadas ‘Física de partículas y cosmología en la frontera’. Ya tendrían ganas.

Hay muchísimo interés por volver a los encuentros presenciales. Los 20 participantes que estrenaron el centro tras el parón de la pandemia formaban como un grupo burbuja que trabaja en lo mismo y se conoce. Era una cita por invitación y todos vinieron con test de antígenos. Además, hemos tenido todo el mes a dos científicos de Harvard en una especie de retiro.

¿Cómo les ha afectado la pandemia?

Al decretarse el estado de alarma, tuvimos que suspender un encuentro importante y, por suerte, los científicos extranjeros pudieron volver a sus países. Teníamos el año lleno de actividades, 18 en total, que hubo que cancelar o posponer; finalmente pudimos realizar cinco, tres antes de marzo y dos ‘online’. Pero si te vas al formato virtual, ¿para qué el centro?

¿Qué aporta la presencialidad?

La gente viene atraída por el nivel de los participantes, quiere codearse con ellos y ver por dónde van las líneas de futuro. Un encuentro ‘online’ no da la posibilidad de abordarles cuando están paseando. Eso no es sustituible. Y, para la gente joven, Benasque es un lugar donde establecer puentes y hacer contactos. Hay gran interés y retomaremos... si el virus lo permite, porque por ejemplo Italia no deja salir a sus científicos hasta septiembre. Tenemos encuentros programados en otoño.

¿Son citas para cerebritos?

No. Hay de todo, también gente ‘normal’. Y por norma el 30% tiene que ser participación española. Aunque la gente de Benasque se sorprende de lo absortos que discuten los físicos teóricos, dicen que los ajedrecistas les ganan en extravagancia.

¿Cambiará la dinámica de coger aviones y acudir a congresos en la otra punta del mundo?

Yo tengo mono, tenía planes, invitaciones... y ya no sé ni dónde está el pasaporte. La ciencia es muy internacional y requiere moverse, pero pienso que se va a viajar un poco menos –preocupa la huella de carbono– y que habrá que elegir muy bien dónde se va. Espero que Benasque esté entre los imprescindibles.

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