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El rastreo en Aragón se topa con la cepa británica: "Si el virus entra en una casa, cae toda la familia"

Los rastreadores alertan de que la contagiosidad ha aumentado y piden a la población que reduzca los contactos.

Imagen del trabajo en el centro de salud de Tarazona, una de las localidades más afectadas por el virus actualmente en Aragón.
Imagen del trabajo en el centro de salud de Tarazona, una de las localidades más afectadas por el virus actualmente en Aragón.
Heraldo

Aunque no pueden identificarla científicamente, los rastreadores de Aragón ya intuyen con claridad la presencia de la variante británica en la Comunidad. El personal de enfermería que se encarga de seguir la pista al coronavirus observa últimamente un cambio en su modo de actuar: “Si el virus entra en una casa, acaba cayendo toda la familia”, apunta Rafael Adell, coordinador de enfermería del centro de salud de Tarazona, una de las localidades más afectadas por el virus en las últimas semanas. Tanto, que este martes se publicará el decreto que regula el confinamiento perimetral de esta población zaragozana y su retroceso a fase 3 agravada. 

Se trata de una impresión general entre los rastreadores. Aunque los síntomas que produce no parecen peores, la variante británica se expande con mayor rapidez y ya es dominante en Aragón, pese a que hasta ahora era la comunidad autónoma que más resistencia estaba oponiendo a la cepa. Los primeros casos empezaron a surgir a finales de enero, y ahora ya está detrás de al menos seis de cada diez contagios.

“Donde aparece un caso, los que están alrededor caen. Y muy rápido. No son más graves, pero caen. Hasta ahora, en una casa había personas que se contagiaban, otras que se libraban… Ahora no se suele librar ninguno”, apunta Beatriz Sánchez, rastreadora del centro de salud Amparo Poch (Actur Oeste), quien señala que “parece que la variante británica está detrás de todo esto”. Según apunta, en este centro salían hasta hace poco “uno o dos casos a la semana”, mientras que ahora salen “uno o dos al día”.

Aunque están lejos de los peores momentos de la pandemia, Sánchez observa “un claro incremento” de la incidencia del virus en Zaragoza. Además, considera que “hay cansancio” en la población y que ahora, con las alergias, “se ignoran algunos síntomas”.

Corina Butiuc, rastreadora del centro de salud Delicias Sur, también coincide en que “el virus se ha vuelto más contagioso”, y añade que “ahora es difícil ver una casa en la que se libre alguien”. Esta rastreadora, como el resto de compañeros, coincide en que la mayoría de los contagios que llegan ahora a los centros de salud corresponden a “brotes en el domicilio familiar”, “Alguna fiesta o reunión social hay, pero son las menos”, comenta Butiuc.

En el caso de Tarazona, donde la incidencia acumulada se ha disparado, también detectan que son “brotes familiares” que están “muy localizados”. “Parece que están guardando la cuarentena de forma correcta, así que esperemos que se pueda controlar próximamente”, señala el coordinador de enfermería del centro de salud.

La cercanía a Navarra, donde el virus se ha desbocado, no ha ayudado a esta localidad, como tampoco lo ha hecho a Fraga su frontera con Lérida. La fuerte movilidad entre ambas localidades y los distintos protocolos que se aplican a un lado y al otro complican la situación en el Bajo Cinca. Aquí la movilidad es clave, como ejemplifica Pilar Albás: “Hubo contagios en un instituto de Lérida en el que estudian chavales de aquí, y parece que varios se contagiaron en el autobús y lo trajeron”.

En cuanto vieron que la incidencia se disparaba en esta provincia catalana, comenzaron a prepararse en Fraga: “Ya lo preveíamos. Nos empezaron a saltar casos, y cada uno de ellos tenían bastantes contactos. No hablamos de 4 o 5, como debería ser, sino de 10 o 12”. Albás, que pide que se reduzcan esos contactos, critica que “no hay coordinación” con Lérida y que los protocolos son distintos en Cataluña. “Nosotros hacemos PCR rápidamente para tratar de frenarlo lo antes posible, pero ellos esperan al final de la cuarentena. Hay gente que se la salta y se disparan los casos”, analiza. 

Este lunes en Fraga tenían para hacer 20 pruebas, “menos de las previsibles” tras los días de Semana Santa. El hecho de haber seguido con el rastreo durante varios días festivos ha ayudado a que no se haya acumulado demasiado trabajo. Esta localidad aún recuerda la crudeza del virus durante el pasado verano, con los brotes explosivos que se dieron entre los temporeros. Los primeros trabajadores del campo empiezan a llegar estos días, aunque de momento son pocos y "no hay casos entre ellos", señala esta enfermera.

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