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Los 13 kilómetros de tuberías que traen de cabeza a los vecinos de Utebo, Casetas y Garrapinillos

El viejo conducto de la carretera de Logroño es una enorme mole de un metro de diámetro herencia del Ministerio de Fomento de los años 70.

Reparación de la tubería a Utebo, Casetas y Garrapinillos en enero de 2019.
Reparación de la tubería a Utebo, Casetas y Garrapinillos en enero de 2019.
Francisco Jiménez

El gesto cotidiano de abrir un grifo y que salga agua no se valora hasta que se pierde. Los vecinos del eje de la carretera de Logroño, en Zaragoza, lo saben bien. Utebo, Casetas y Garrapinillos sufren cada cierto tiempo unos cortes de abastecimiento que alteran sus rutinas más básicas y que perjudican a numerosos negocios, principalmente bares y peluquerías.

La culpa la tiene una vieja tubería de un tamaño tan grande como los problemas que acarrea. Se trata de un conducto que, dependiendo de los tramos, tiene entre un metro y 750 milímetros de anchura. Es de los más grandes de la ciudad, y desde los años 70 lleva el agua desde los depósitos de Casablanca hasta estas localidades. Hasta Casetas son 13,1 kilómetros de tubería, que se quedan en 10,7 si se cuenta solo desde el empalme con la avenida de Navarra. La construyó el Ministerio de Fomento en hormigón de camisa de chapa, un material muy rígido que no admite deformaciones del terreno.

Por eso, sus averías son frecuentes, especialmente si se encuentra con un suelo afectado por las simas, como es el caso. Los materiales que se emplean actualmente, como la fundición dúctil, pueden adaptarse al subsuelo en caso de que haya pequeños desplazamientos, mientras que la vieja tubería de los 70 directamente se rompe.

Cuando eso ocurre, no queda más remedio que abrir el terreno, retirar el tramo de tubería averiado y sustituirlo por otro nuevo. Son trabajo costosos y complejos, que suelen llevar varios días y que -si no hay pasos de agua alternativos- obligan a cortar el suministro de agua que reciben unas 30.000 personas. En el eje de la carretera de Logroño están bastante acostumbrados. “Aquí la gente ya se sabe preparar para estas cosas, pero siguen molestando, claro”, señala Jorge Eseverri, alcalde de Casetas.

Y eso que las afecciones ahora son menos que hace unos años. Los ‘bypass’ que se han construido en algunos tramos permiten desviar el abastecimiento por tuberías alternativas, en caso de que se rompa la arteria principal en ese punto. Pero hay tramos que no disponen de este ‘plan B’, como es el caso de la zona que se ha roto esta vez, a la altura de la urbanización Utebo Park. Especialmente en el tramo final del enorme conducto, si hay rotura se tiene que cortar el suministro.

Normalmente las averías suelen llegar por las juntas que unen los distintos tramos de tubería, según informan desde el servicio de Infraestructuras del Ayuntamiento de Zaragoza. Suelen ser fugas de agua provocadas por la corrosión o el deterioro de los elementos metálicos. “Hacía años que no teníamos un corte de esta envergadura, pero de vez en cuando toca”, lamenta el alcalde pedáneo.

Entonces es cuando las administraciones activan los protocolos de rigor, con camiones cisterna repartidos por los municipios y barrios rurales, los servicios a los colegios e institutos… En esta ocasión, Utebo ha repartido 27 depósitos, dos de ellos de uso exclusivo para las escuelas infantiles y el centro de salud. En Casetas y Garrapinillos, barrios rurales de Zaragoza, el Consistorio de la Capital ha habilitado dos camiones cisterna y varios puntos más con depósitos de agua no potable. A los ciudadanos, por su parte, les toca  armarse de paciencia... y de garrafas que llenan en estos depósitos o que compran en los supermercados.

El Ayuntamiento de Zaragoza aún tiene pendientes de sustituir el 25% de las tuberías de agua de la ciudad, que en su día fueron fabricadas con materiales ya obsoletos. El año pasado, el 60% de los 281 reventones se produjeron en conductos de fibrocemento. Para tratar de mejorar la red, el equipo de Gobierno PP-Cs ha destinado este año 3 millones de euros para estas labores, después de años en los que la inversión prevista fue de apenas 750.000 euros.

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