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¿Cómo se adaptarán las residencias cuando pase la pandemia?

Los centros para mayores están siendo especialmente golpeados por el coronavirus. Los expertos piden más atención médica del sector público.

Imagen de archivo de la residencia municipal de Sariñena.
Imagen de archivo de una residencia oscense
Heraldo.es

Tras más de un mes de cuarentena y a la espera de que la curva de infectados y muertos por coronavirus dé, por fin, su brazo a torcer, mucha gente se pregunta cómo cambiarán los hábitos de vida y los protocolos en distintos sectores una vez se logre superar la pandemia. Cabe plantearse esa cuestión en ámbitos como el laboral -la industria se ha puesto las pilas a marchas forzadas y muchas factorías ya están en funcionamiento- pero también en otros como el ocio, el turismo o el de las residencias de mayores.

Este último es especialmente delicado. La tercera edad es el grupo de población de mayor riesgo frente al covid-19, por lo que los directores y trabajadores de los centros residenciales están empleándose estos días a fondo para evitar, en la medida de lo posible, que el virus logre atravesar sus puertas. De las acciones presentes y de sus resultados se sacarán lecturas para, en el futuro, adaptar las instalaciones de cara a otra eventual pandemia.

Algunos especialistas del sector consideran precipitado plantear ya algunas medidas. Otros consideran que ya se pueden extraer lecciones. Gustavo García, coordinador de Aragón de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales , está en el segundo grupo. “Lo primero que tenemos que hacer es plantearnos por qué está siendo tan alta la incidencia en las residencias. Evidentemente los mayores necesitan una atención física, con contacto, unos cuidados presenciales. Y los trabajadores viven fuera, entran y salen a diario. Además, son personas vulnerables, en muchos casos con problemas de salud previos. Pero, más allá de lo obvio y sin generalizar, porque hay residencias magníficamente gestionadas y con un gran impacto del virus, algo está fallando”, indica García.

El portavoz de los Directores y Gerentes de Servicios Sociales valora que, “como espacios para vivir y no centros sociosanitarios”, los residentes se merecen “la misma atención por parte del Salud que el resto de ciudadanos, de modo que si necesitan atención en su domicilio, en este caso la residencia, se les debe prestar”. “Debe haber una mayor coordinación entre los centros y los responsables de Sanidad. Ahora mismo, por ejemplo, está en marcha un proyecto del hospital de Martorell en el que el equipo sanitario se desplaza una o dos veces al día a dispensar la atención que requiere el residente. Eso supone un bienestar mayor para todos: para los familiares, que no deben hacer noche, y para el mayor, al que evitas el estrés de los traslados, la desorientación... Además, en esta experiencia se ha demostrado que no supone un incremento de costes. Y en una pandemia como ésta habrías evitado una saturación hospitalaria en muchos momentos”.

García también aboga por una mayor y mejor sectorización de los espacios, de la propia distribución arquitectónica, con zonas dentro de los centros que sirvan de aislamiento, otras de prevención para los que están en riesgo y unas terceras para aquellos que no está infectados. Hay muchas que siguiendo la sectorización de incendios, te sirve.

Además, el experto considera que “tal y como ha quedado patente, deben tener una mayor provisión de equipos de protección individual (epis)” y que “igual que se hacen todos los años simulacros obligatorios de incendios, se debería hacer lo propio con estos materiales, comprobando que hay suficientes y en condiciones óptimas de uso”. Por último, opina que deberían desarrollarse y generalizarse los protocolos de actuación específicos, “como ya los hay relativos a la gripe”.

Más atención sanitaria, pero sin desplazamientos

Aunque en líneas generales en el sector se coincide en que serán necesarios algunos cambios estructurales, los expertos consultados coinciden en que los geriátricos no deben estar supeditados a una pandemia de las características de la actual. Las decisiones que se tomen en el futuro deberían evitar que se convirtiesen en hospitales de baja intensidad. “Nadie se va a vivir a un hospital, las residencias no son espacios sociosanitarios, sino un lugar en el que vivir con plena dignidad y la autonomía que uno tenga. Tienen que ser lugar abiertos, con vecindad y no aislados”, resume García, quien opina que “una persona mayor que entra en una residencia no pierde sus derechos ese día. Esa debe ser la máxima sobre la que giren los cambios necesarios”.

Otro aspecto en el que coinciden es en que la prestación sanitaria no debe depender exclusivamente de los médicos contratados por los centros privados, sino que el sistema público debe hacerse cargo, en las habitaciones en aquellos casos en que sea necesario, de los internos.

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