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La vida tras la cuarentena en China: “Casi todos vamos con mascarillas, pero llenamos bares y restaurantes”

El país asiático, el primero en sufrir y en superar la pandemia, lleva dos semanas de recuperación paulatina de la normalidad.

El zaragozano Javier Ferrández, en uno de sus vídeos. Tras él, dos jóvenes con mascarilla.
El zaragozano Javier Ferrández, en uno de sus vídeos. Tras él, dos jóvenes con mascarilla.
HERALDO

Tras casi dos semanas de confinamiento ya hay quienes se sienten unos verdaderos expertos en cuarentenas. Ha hecho falta poca pedagogía para que la sociedad -o al menos una notable mayoría- se mentalice de la necesidad de pasar una temporada en casa, haciendo las incursiones justas en el supermercado o en dirección a los contenedores de reciclaje. Pero mientras España sigue en la fase de encierro, en otras latitudes, como China, ya se ha avanzado hasta la siguiente etapa: la de poder pisar la calle, volver al trabajo y recuperar la normalidad, los paseos y la tan añorada vida social. Poco a poco, eso sí, y todavía sin igualar las concentraciones de gente en espacios públicos y de ocio, como los centros comerciales, donde según cuenta Javier Ferrández, periodista y youtuber zaragozano en el país asiático, apenas se cruzó “con unas veinte personas el otro día”, cuando se acercó a uno, “mientras lo habitual es que estén llenos”.

Javier, que trabaja en el área de marketing de una gran empresa, ha pasado lo peor del crisis del coronavirus en su piso de Hangzhou, del que podía salir un máximo de tres veces por semana para abastecerse de alimentos, medicamentos y otros enseres de higiene. En el arranque de cada semana recibía “una tarjeta verde” con la que se acreditaban esa terna de escapes del edificio residencial. “Desde que se consiguió frenar la curva de infectados se notó una gran mejora en el ánimo, la gente se empezó a sentir muchísimo mejor, más optimista. Seguro que en España ocurrirá lo mismo. Ahora, por fin, hemos vuelto a la normalidad aquí, aunque se siguen tomando medidas de precaución”, apunta.

Se siguen realizando labores de desinfección a todos los niveles. Pero también ha cambiado la mentalidad de la gente, que ahora es mucho más cauta y, quizá, hay quienes se han vuelto algo escrupulosos. “Hace una semana quitaron los plásticos que cubrían los ascensores, pero la gente sigue dándole a los botones con las llaves. Se evitan ese tipo de contactos que antes eran comunes”, explica el joven de 30 años. La vuelta a la normalidad ha sido progresiva: “Llevamos unas dos semanas en las que se han levantado las restricciones, pero cabe señalar que ha sido un proceso gradual. Cuando se empezó a notar de verdad fue al volver la actividad en las oficinas, entonces volvimos todos a nuestros centros de trabajo y se empezó a ver más vida en las calles. El sábado pasado abrieron ya todos los restaurantes y bares. Puedes hablar, sentarte, comer… las terrazas están llenas”.

No hay que caer en el error de pensar que toda la sociedad china ha cambiado durante la cuarentena, si bien ha calado la idea de que es mejor prevenir que curar: “La gente sigue tomando precauciones, pero se ha relajado bastante respecto a los primeros días. Ahora no se ven guantes, pero todo el mundo lleva mascarillas, diría que el 90%. En los edificios se sigue controlando el acceso con la tarjeta verde y te toman la temperatura, pero está todo mucho más tranquilo”.

Cabría esperar que el primer día la gente se lanzaría en tromba a la calle, pero no fue así: “Aún no se ve una locura de gente, no al nivel previo a la pandemia, aunque es verdad que todavía no he ido a zonas especialmente turísticas o concurridas. El fin de semana pasado estuve dando una vuelta por el barrio y estaba todo bastante normal”.

También ha comenzado a coincidir con sus vecinos y colegas Enrique Alastuey, otro zaragozano en el gigante asiático. Él vive en Chongqing, no muy lejos de Wuhan, donde el covid-19 tuvo un fuerte impacto, y afronta la vuelta a la normalidad “con más ganas de pisar la calle de las que he tenido en mi vida. Me propuse una lista de actividades a realizar nada más recuperar la libertad de movimientos, como hacer alguna excursión que tengo pendiente, y mañana sábado me dedicaré a ello. Plantearme esos objetivos me dio ánimos para sobrellevar el encierro".

Este ingeniero explica que “el hecho de haber cumplido la cuarentena a saco, gracias a la mentalidad grupal de los chinos, ha permitido volver pronto a la normalidad. Se ha hecho una suerte de sacrificio por un bien mayor y ahora se obtiene la recompensa. Aconsejo a los españoles en casa que hagan lo propio, en poco tiempo volverán a hacer vida en la calle”.

Donación de mascarillas

Un grupo de españoles en el sur de China, entre ellos Javier, ha promovido la donación de material sanitario a través de donaciones. Los envíos se realizan a través del consulado en Cantón. La campaña se lanzó el pasado 18 de marzo a través de un grupo de WeChat (aplicación china de mensajería instantánea) con el objetivo de recaudar 60.000 yuanes (alrededor de 7.850 euros).

En las primeras 16 horas ya reunieron más de 67.000 yuanes (8.770 euros) para la compra de mascarillas KN95 en una fábrica de la provincia de Shandong. La primera compra de 9.839 mascarillas ya se encuentra en suelo español, al que llegó mediante valija diplomática. El remanente de 51.993,61 yuanes (6.830 euros) está siendo utilizado para una segunda compra de material que se ejecutará en los próximos días.

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