CIENCIA

La teoría del terciopelo

‘Nature’ acaba de publicar uno de sus proyectos, la UE le dio una subvención millonaria... Diego Gutiérrez es una eminencia en realidad virtual que adora su vida en Zaragoza

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Dirige el grupo de investigación Graphics and Imaging Lab del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A).
Oliver Duch

Sostiene la mirada como pocos ante el objetivo de la cámara que le fotografía en los pasillos del antiguo CPS, con su arquitectura fría y escueta. Diego Gutiérrez (Zaragoza, 1970) cruza los brazos y sin pestañear obedece con una extraña firmeza. "Es que durante casi 10 años trabajé como seguridad en conciertos", explica. "Comencé en el que dio Julio Iglesias en la Romareda en 1993, y el siguiente fue el de Iron Maden en Barcelona. El que dio más problemas fue el de los Backstreet Boys, con las niñas que se asfixiaban. A mi me gustaba mucho el rock, AC/DC, Metallica.., rock clásico. Y Bruce Springsteen: uno de los mejores conciertos que he visto fue el de Zaragoza (1999)", recuerda este hombre de aspecto imponente, por su altura (1,88), su melena larga como signo de identidad, como evidencia máxima de lo superfluo frente a la ciencia. Catedrático del Área de Lenguajes y Sistemas Informáticos, es una eminencia internacional en realidad virtual, un mundo al que llegó, por suerte, gracias al poco interés que le despertó la carrera de Ingeniería Industrial, a la revolucionaria llegada de Toy Story y al largo poso de su inquietud por la ciencia y el espacio larvado a lo largo de los años en las lecturas de una revista determinante: National Geographic.

Dirige el grupo de investigación Graphics and Imaging Lab del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A), colabora con empresas y universidades como Disney, Adobe, NASA, MIT, Stanford o Wisconsin. Ha recibido numerosos premios, incluyendo el Google Faculty Research Award; y en 2016 el Consejo Europeo de Investigación le concedió 1,7 millones de euros para estudiar la imagen computacional y la percepción humana. Esta misma semana, ‘Nature’ publicaba el trabajo realizado junto a Adrián Jarabo e Ibón Guillén sobre un método para ver ‘alrededor de esquinas’. Insiste mucho en la necesidad de hablar de ciencia, y en destacar "la tremenda suerte que tengo de trabajar con todo mi equipo, que es muy bueno. Supongo que algo que hago bien es canalizar ese talento que tienen. Todo lo que consigo es ‘conseguimos’, es gracias al grupo".

La ciencia como progreso

Después de su exposición mediática en 2016 su vida volvió a la investigación.

Sí, pero no me quejo de aquéllo, qué va, ni mucho menos porque es bueno divulgar ciencia, y tienes tus momentos y circunstancias para aprovecharlos. Para contar lo que se hace y que la gente entienda que en España, en Zaragoza se hacen cosas muy chulas. Es verdad que cuando tienes una financiación tan importante es atractivo para los medios, y encantado de que eso fuera así, pero no por un ego personal sino porque fue una oportunidad de difundir ciencia, que es fundamental para el desarrollo de todo, no solo de un país, sino de la propia persona, del ser humano. Sin ciencia no hay progreso en nada.

Estos años de crisis ha sido muy abandonada.

A los niños hay que motivarles, plantearles desafíos para que tengan sueños, ilusiones o metas más allá de cosas cotidianas. Un ejemplo muy típico es cuando Estados Unidos alcanzó la cúspide en tecnología, que ahora está perdiendo, y que fue en gran parte por su impulso a la carrera espacial. Ellos se dijeron: "Tenemos que poner a un hombre en la Luna en diez años", y eso generó muchísima ilusión puestos de trabajo, ingenieros, invenciones, científicos. Esa es la chispa que necesitamos, metas más allá de lo inmediato que motiven a una sociedad, y que España no hace bien. Se ve en todos los ámbitos. Cuando pedimos proyectos al Ministerio son pequeñitos, de tres años porque casi siempre te piden retorno sobre la inversión, qué empresas están interesadas… Todo eso es fantástico pero debería tener un programa con miras más largas, como 'vamos a poner un hombre en la Luna' que no requiera la inmediatez de un retorno. Debemos tener metas grandes, abiertas, que con tiempo generen un poso de ciencia sobre la cual se construye la tecnología de las aplicaciones.

Mi exposición mediática por la beca millonaria de la UE estuvo bien: cualquier momento es bueno para difundir la ciencia

Gracias a esos viajes espaciales tenemos miles de cosas que nos hacen la vida fácil.

Hay muchísimos ejemplos que están tan embebidos a la sociedad que no nos damos cuenta. El GPS, por ejemplo. Si Einstein no llega a desarrollar la Teoría de la Relatividad no serían tan precisos como lo son. Si Maxwell no se hubiera puesto a pensar en cómo mezclar electricidad y magnetismo no habría televisiones. Pero Maxwell no estaba pensando en televisiones sino en ciencia, en avanzar el conocimiento, y décadas o siglos más tarde surgen inventos. No podemos estar pensando constantemente en aplicaciones al hablar de ciencia.

Son constantes las quejas sobre cómo funciona la Administración.

La burocracia a veces es como una mochila llena de piedras que nos ponen a los investigadores. Son leyes hechas sin pensar en la ciencia ni en su contexto ni en su casuística. Yo me veo haciendo cada vez más gestión en vez de más investigación y no puede ser, no por mi en concreto si por toda la gente como yo. Cuanto más avanzas, más proyectos tienes de investigación, pero hay más carga administrativa, y además estamos siempre bajo sospecha. Cuando lo dices te responden que hay que demostrar en qué se gasta el dinero público, y es cierto que tiene que haber un control, pero no puede ser que haya auditores que preguntan en 2019 por un taxi que se cogió en un congreso de 2014. Afortunadamente hay personas en la Universidad que nos ayudan mucho con esta gestión, pero aún así la carga es exagerada.

Me extrañó el impacto de mi decisión de quedarme. Lo hice por la Universidad de Zaragoza y porque me gusta vivir aquí

Usted optó por quedarse en la Universidad de Zaragoza pudiendo estar donde quisiera, cuando muchos investigadores tuvieron que irse por su poco futuro.

Me extrañó que se hablara de ello, que tuviera tanto impacto mi decisión de quedarme. Me lo planteé, es cierto, porque te llega un montón de dinero y en ese proyecto el dinero era para mi, y si me iba a otra universidad me lo llevaba. Me podría haber ido a Alemania, Reino Unido, porque ofrecían no solo más dinero a fin de mes sino laboratorios, equipos, facilidades. Tuve dos motivos para quedarme, uno, el profesional, porque, y no quiero que suene altruista, quería ver si podía ayudar a que la Universidad de Zaragoza mejorara un poco más.

‘Bien común’, devolver lo que te han dado.

Puede ser. Profesionalmente era un desafío, quería hacerlo aquí porque estaría muy orgulloso de que la Universidad tuviera más visibilidad y tenía esa oportunidad. Y luego pesó mucho que soy muy feliz aquí, en Zaragoza, con mi familia, mis amigos; en España, con su forma de vivir. Fuera seguro que tendría más prestigio académico, pero al final del día se trata de tu felicidad personal. Yo viajo mucho, me gusta volver a casa, y cuanto más viajo más aprecio lo que tengo aquí. 

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Diego Gutiérrez
Oliver Duch

Usted se fue a estudiar a Estados Unidos COU.

Irme fue mérito de mis padres y una de las mejores cosas que hice. No solo por el idioma, sino también porque abre la mente, te replanteas todo. Hice la carrera aquí, aunque intenté hacerla allí pero las universidades buenas son caras, incluso busqué becas como jugador que era de baloncesto, pero era demasiado dinero y decidí volver.

¿Sigue jugando a baloncesto?

No, no, lo haría pero mi espalda me dice que no, porque tengo algunos problemas, y 49 años. Jugué mucho y lo pasé muy bien casi hasta los 40.

¿Pensar un robot? No hay nada que no se pueda hacer en un proceso de información

Por qué estudió Ingeniería.

Porque no sabía qué hacer, no tenía una vocación clara, me gustaban las ciencias y uno de mis hermanos hacía Ingeniería Industrial, la única que había entonces en Zaragoza, así que con el mínimo esfuerzo para pensar me metí. 

Para no tener vocación no le ha ido mal, es una eminencia en realidad virtual.

Eso demuestra que no tenía nada de vocación. Porque al pensar en el proyecto fin de carrera, como no me había gustado demasiado Ingeniería, me metí en Informática con Francisco Serón y lo hice sobre informática gráfica.

Tuvo una gran visión de futuro.

No me daría tanto mérito. Tuve suerte y decisión para cambiar de marcha.

¿Cree en la suerte más que en el destino?

No creo en el destino, más si acaso en la suerte. En ese momento salió Toy Story y Jurassic Park, vi que estaba en el campo que hacía esas cosas, y ahí me quedé.

Cuántas investigaciones hacen.

En el grupo Graphics and Imaging Lab tenemos tres grandes pilares. Una es Informática gráfica, generación de imágenes por ordenador, piense en Toy Story, cómo se hace eso, la interacción de la luz con la materia para dar las imágenes finales. Otra es realidad virtual y la tercera es imagen computacional: un ejemplo es la cámara que mira alrededor de la esquinas y sobre lo que acabamos de publicar un artículo en Nature esta semana. Con la financiación de la UE intentamos entender cómo funciona el cerebro cuando procesa información visual, para lo que nos apoyamos mucho en realidad virtual.

Complicado…

Piense en un cuadro en el que un rey lleva una capa que usted interpreta como terciopelo, pero conforme se acerca ve que solo son manchas, trazos desconexos de pintura. Si va hacia atrás emerge de nuevo el concepto de terciopelo, algo que no sucede con un análisis local de la pintura; esa noción ha sido reconstruida por el cerebro a partir de información incompleta. La física de la interacción de la luz con el terciopelo no está correctamente simulada en el cuadro, pero el cerebro es capaz de entender la imagen a pesar de eso.

Cartografiar la Luna es un reto fascinante. No quedan continentes por descubrir como Colón, pero somos exploradores

El cerebro es un potente ordenador de enorme memoria.

Mucha parte es aprendizaje pero otra no. El cerebro es el órgano más complejo del Universo pero es lento comparado con un ordenador, aunque lo que hace muy bien es seleccionar algunas partes de la información y desechar otras, y con esas partes que logra procesar en tiempo real compone una imagen mental que no corresponde estrictamente con lo que ha procesado. Piense en este momento en el que usted tiene una imagen de esta conversación en su cabeza, pero en realidad nunca ve toda la escena con buena resolución. La buena resolución se consigue solo en un pequeño círculo de 1 ó 2 grados, mientras que el resto se ve borroso. Lo que hacen los ojos es saltar constantemente de un punto a otro de la escena, y el cerebro reconstruye  la información que le va llegando, como un collage, creando la ilusión de que vemos todo con gran detalle. El funcionamiento del cerebro es fascinante, y de esto hay muchísima gente que sabe mucho más que yo. Por ejemplo, antes se creía que durante el sueño se fijaban los recuerdos, y ahora parece que su tarea más importante es desconectar, olvidar lo no importante. 

¿Pueden llegar a pensar los robots?

Supongo que la respuesta es sí, aunque habría que saber qué es pensar.

¿Y teber alma?

Alma no lo sé, pero llevándolo al terreno del cerebro y el procesamiento de información no hay nada que en principio no se pueda hacer. Tenemos los inputs sensoriales que podemos crear y un ordenador que podemos construir; y lo mismo que emergen pensamientos en tu cabeza podrían hacerlo en una cabeza cibernética.

La rapidez de la luz

El trabajo que hace para la NASA es nada menos que mapear la Luna.

Es una historia muy chula y que también refleja esa idea de que hay que atreverse a ponerse metas locas. Surgió cuando estaba en el MIT. Era 2013 y se iba a celebrar el 50 aniversario de la famosa imagen de una bala atravesando una manzana que había hecho Harold Edgerton, un ingeniero del MIT y allí se planteó hacerle una especie de homenaje con algo impactante. No hay nada más rápido que la luz, por lo que capturar su movimiento es complicado y lo hicimos diseñando un sistema que llamamos femtofotografía. La NASA pensó que esa tecnología podría usarse para ver las cuevas lunares sin tener que enviar astronautas. Si lanzo un fotón a una cueva y luego vuelve puedo intentar deducir dónde ha estado chocando a partir del tiempo que tarda en volver. Es más complicado que todo esto, lógicamente, y es un proyecto a diez años vista.

¿Cómo se financia su grupo?

Ahora tenemos dinero del Ministerio, de la Fundación BBVA, de la Unión Europea, de empresas norteamericanas, y del Gobierno americano. Sobre todo se financia desde fuera. Mire, cuando hicimos lo del MIT vimos que tenía potencial y la siguiente subvención que pedimos al Ministerio fue para eso: me dieron 40.000 euros para tres años. Al grupo de una colaboradora china que también estaba en el MIT, cuando regresó a China, le dieron 10 millones de dólares para investigar en el mismo campo. En España no hay una apuesta clara por la investigación, aquí estamos al nivel de Malta, Chipre o Bulgaria y me gustaría estar al de Dinamarca, Francia o Inglaterra. No hay nada que haga a los norteamericanos, chinos o daneses más inteligentes que nosotros, es solo apostar por ello o no.

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Diego Gutiérrez, en los pasillos del edificio Ada Byron de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza (EINA).
Oliver Duch

Su trabajo sobre la Luna lo hace con la Universidad de Wisconsin.

Es muy interesante porque tener las cuevas mapeadas tiene muchas ventajas porque son una gran protección a la radiación cósmica, y si se va a establecer una base lunar en algún momento una buena opción puede ser una base subterránea.

La gestión administrativa es una mochila para los investigadores y no puede ser, como el retorno inmediato de un proyecto

Esto es ciencia ficción.

Hay muchos cráteres y cuevas en la Luna. Poder cartografiarlos algún día es un reto fascinante. Ya no quedan continentes por descubrir, como Colón, pero todos somos exploradores. Siempre me han atraído los planetas y el espacio, eso fue lo que me atrajo a la ciencia, a mi casa llegaba el National Geographic y leía casi todo..

Es de una generación en la que el espacio atraía mucho.

Es verdad que se ha perdido esa ilusión, y hay que reactivarla en la sociedad, en los niños, que tengan sensación de desafío. A mi me funcionó. A Estados Unidos le funcionó. 

¿Sus lecturas están todas relacionadas con su trabajo?

Leo mucho, Sherlock Holmes, ciencia ficción... No soy de perder tiempo en el móvil. Leo todo lo que puedo y cuando viajo llevo un libro, o dos.

Cuánto tiempo está fuera.

Si me lo pregunta dos años atrás le diría que tres meses al año, ahora intento viajar menos, también porque creo que es el momento de dar un paso atrás y que gente del grupo tenga más visibilidad, gente joven que la necesita.

Eso es muy generoso, porque usted tiene un nombre internacional en el mundo de la ciencia.

Sinceramente, y sin falsa modestia, más que generosidad creo que es hacer las cosas bien, porque mi trabajo no es tener un grupo que me suba a mi, sino generarles oportunidades a ellos para que puedan tener los trabajos que quieran tener, y de hecho cuando viene alguien a hacer la tesis conmigo yo le pregunto qué es lo que quiere hacer después, porque hay quienes se quieren quedar en la universidad, irse a trabajar a EE.UU... Actualmente somos 4 profesores, incluido yo, 4 investigadoresposdoctorales, 6 estudiantes de doctorado y un numero variable que hace la tesis fin de máster o el trabajo fin de grado. Fácil que pasen de 20. El grupo es como una pequeña Pyme.

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