Heraldo del Campo

"Nuestro sueño es conservar vivos antiguos recuerdos del campo"

Jaime Serrano es el responsable de ‘Oficios Perdidos’, un proyecto con el que hace demostraciones de tareas agrícolas ya desaparecidas.

Jaime Serrano, con algunos de los burros que tiene en su granja escuela.
Jaime Serrano, con algunos de los burros que tiene en su granja escuela.
El Capricho

Hace unas cuantas décadas, los animales de tiro, caballos, burros o mulas, eran los reyes del campo. Ellos se encargaban de labrar y recoger la cosecha y eran una pieza indispensable en el trabajo de todo agricultor o ganadero que se preciara. Pero, con la llegada de la maquinaria, dejaron de ser útiles hasta el punto de que, hoy en día, muchos jóvenes y otros no tanto, no saben en qué consistía la trilla o cuántos animales eran necesarios para labrar un campo.

Conscientes de este desconocimiento, hace unos años, Jaime Serrano, vecino de la localidad turolense de Vinaceite, en la comarca de Bajo Martín, decidió poner en marcha ‘Oficios perdidos’, una empresa cuyo objetivo fundamental es hacer demostraciones de estas tareas y enseñar a sus visitantes algunas de las antiguas técnicas que utilizaban para trabajar el campo.

«Inicialmente íbamos de pueblo en pueblo enseñando a la gente estos trabajos. Ahora, como hay tantas restricciones, motivadas sobre todo por cuestiones relacionadas con el respeto a los animales, centramos nuestra actividad en una granja escuela, El Capricho (www.oficiosperdidos.com), donde reproducimos algunas de las labores típicas de la granja y el campo», matiza Jaime, quien recuerda que el periodo de mayor actividad se concentra desde Semana Santa y hasta fin de curso, en junio.

Cuatro personas, con Jaime a la cabeza, se encargan de enseñar a los visitantes, aspectos básicos del campo y también de una granja doméstica. «Muchas veces nos sorprende el desconocimiento de algunos chavales, hasta el punto de que cuando les mandamos dibujar un pollo, después de verlos en la granja, algún niño ha llegado a decir, ¡mira pero si tiene plumas!», recuerda asombrado.

Para evitar estas situaciones, Jaime, quien a sus 46 años se dedica al campo y es también ganadero de vacuno, ha ido recopilando, por los pueblos que visitaba y también en anticuarios, útiles y herramientas propias del campo, con el fin de poder mostrarlas luego a las personas que visitan su centro.

Ademas, el proyecto Oficios Perdidos incluye otras muchas actividades, como demostraciones en directo, en los lugares donde lo soliciten, de las tareas agrícolas y ganaderas de antaño. Para ello, cuida diariamente de una veintena de burros, caballos y otros equinos en peligro de extinción. «No queremos que desaparezcan estas razas porque ya no son útiles. Nuestro sueño es conservar vivos antiguos recuerdos del campo. Un pasado que mucha gente desconoce que existió y que es muy importante mantener para saber de dónde venimos», apunta con cierta nostalgia.

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