Luis Garicano: "El PSOE-Aragón es el de toda la vida y, por supuesto, podemos llegar a acuerdos"

En su libro ‘El contrataque liberal’ insta a un rearme intelectual frente a los populismos basado en las emociones, los valores y la eficiencia de las instituciones. ¿Cómo se puede lograr en una Europa ya fracturada?

Hay que luchar contras las causas. Es indudable que hay un estado de ansiedad en las clases medias, que no confían en el futuro; y eso tiene que ver con el cambio tecnológico. El populismo moviliza las emociones y los liberales nunca hemos sido muy de emociones. También hablo de la necesidad de un Estado y una Europa eficaz y de un nuevo estado de bienestar que ayude a todas las personas a beneficiarse de los cambios.

¿Qué pasa en el continente cuando países salidos del comunismo eligen líderes autoritarios, como en Polonia y Hungría?

Lo común en todos los países es que hay una ansiedad en los ciudadanos porque no saben qué esperar del futuro. Un hombre fuerte como Orban –el primer ministro húngaro– ofrece mano dura y soluciones. Y se refugian en eso.

Abomina de los nacionalpopulismos, en los que engloba a Vox, pero PP y Cs gobiernan en Andalucía gracias a la extrema derecha. ¿Por qué no se aplica la receta que predica?

Sí se aplica. Solo haremos pactos con partidos constitucionalistas. No hemos negociado ni una coma del acuerdo del PP con Vox. Solo hemos negociado con el PP.

Pero gobiernan en Andalucía gracias a Vox. Sin el pacto al que llegó con el PP no estarían en el Ejecutivo.

Le voy a hacer una analogía con el pacto que hicimos con el PSOE en 2016. Le dijimos a Podemos que no íbamos a negociar con ellos, pero que nos votaran si querían que no siguiera Rajoy. Lo importante es que el pacto de Andalucía es de centro y sin hacer cesiones.

¿Puede garantizar que ningún candidato de Ciudadanos será presidente autonómico o alcalde gracias a los votos de Vox?

El compromiso es negociar con las fuerzas constitucionalistas. Y vamos a salir a ganar y a gobernar.

Niegan cualquier pacto con el sanchismo, pero sí con barones como Lambán. ¿Estarían más cerca aquí de cerrar acuerdos con el PSOE que con el PP?

El PSOE de Aragón, como el de otras autonomías, se parece al PSOE de toda la vida y, por supuesto, podemos llegar a acuerdos. Pero no con el sanchismo, que está dispuesto a todo por resistir. El título del libro de Pedro Sánchez, ‘Manual de resistencia’, es muy significativo. No habla de socialdemocracia, de reformas, sino de estar atornillado al sillón.

¿Qué se juegan los aragoneses el 26 de mayo en las europeas?

Meter a Europa en una deriva nacionalista que nos devuelva a los años 30. Sabemos cómo empieza, pero no dónde acaba.

También alude en su libro a la necesidad de nuevas políticas para frenar la despoblación. ¿Qué medidas plantea?

En primer lugar, hay que garantizar infraestructuras de comunicación, energía y transporte. También que se pueda hacer cualquier gestión por vía electrónica con la Administración desde un pueblo del Pirineo. Y, en tercer lugar, la actividad económica, que pasaría por el turismo interior, la agricultura ecológica y la reforestación y por los nuevos artesanos. Cada vez hay más demanda de productos con un componente alto de significado, como un queso o un vino especial.

Defiende clarificar la distribución competencial en el estado autonómico. ¿Es partidario de recentralizar?

La construcción del estado autonómico se ha hecho sin pies ni cabeza. En el momento que un Gobierno necesitaba al PNV o a CiU para una investidura o un presupuesto para un año se pasaban competencias para siempre.

Las competencias vienen fijadas en los estatutos, que son leyes orgánicas aprobadas en Madrid.

No hablo de dónde está recogidas, sino de la eficiencia. El estado autonómico es muy poco eficaz, tiene muchas duplicidades y necesitamos que garantice la igualdad de derechos. Y algunas competencias habrá que recentralizarlas.

¿A cuáles se refiere?

Las instituciones penitenciarias, tráfico y las competencias de seguridad, que deberían estar sujetas a un test de lealtad.

Plantea un nuevo estado de bienestar en el que los trabajadores tengan cobertura en un mundo robotizado. ¿Quién lo paga?

El progreso tecnológico trae más riqueza y debemos asegurar que todos vivan mejor. Lo que peor está funcionando es la fiscalidad corporativa de las grandes empresas tecnológicas, que pagan muchos miles de millones de menos. Debemos cambiar la fiscalidad, ligándola más a los ingresos que a los beneficios.

Advierte en su ensayo de que el cambio tecnológico traerá en un principio mucho más paro. ¿Cómo se puede combatir?

La transición es complicada. Hay que reciclarse, por eso tiene que haber unas ‘mochilas’ de formación para que los trabajadores decidan en qué se forman y establecer unos ingresos adicionales para que sean razonables. Y luego está la contratación, cuya solución pasa por igualar los derechos entre autónomos, falsos autónomos y trabajadores por cuenta ajena.

Eso pasa por más gasto y usted, como liberal, no es partidario de elevar la presión fiscal.

Los liberales pensamos que se ha gastado mucho muy mal. Un ejemplo es la formación, en la que el gasto es muy elevado pero los empresarios y sindicatos se han financiado con ellos.