"La criatura", mejor que "el niño": una guía de la DGA para promover el lenguaje inclusivo

Las indicaciones no son, en ningún caso, obligatorias, aunque sí se espera que sirvan de referencia para los empleados públicos.

Una guía de la DGA para promover el lenguaje inclusivo: “la criatura” mejor que “el niño”
Una guía de la DGA para promover el lenguaje inclusivo: “la criatura” mejor que “el niño”

El Gobierno de Aragón ha puesto a disposición de los empleados públicos un manual de estilo que promueve el uso del lenguaje inclusivo en la redacción de documentos públicos y circulares internas. El objetivo es que los funcionarios y el resto del personal laboral se inclinen por las expresiones y construcciones "con perspectiva de género" frente al masculino genérico y otras formas consideradas erróneas, de modo que todos los aragoneses -y todas las aragonesas- se vean reflejados en los documentos emanados de la función pública.

El escrito ('Lenguaje inclusivo con perspectiva de género') se enmarca dentro del Plan de Igualdad que viene desarrollando el departamento de Hacienda y Administración Pública. Fuentes de la consejería subrayan que "en ningún caso se obliga a los funcionarios a emplear unas palabras u otras, se trata únicamente de sugerir expresiones y términos desprovistos de tintes machistas. No se va a penalizar, ni mucho menos, a quien no siga estas pautas a la hora de elaborar documentos". El manual se ha distribuido entre las secretarías generales técnicas de la DGA, "aunque no hay una orden específica para su aplicación inmediata".

El texto recomienda prescindir de los plurales masculinos por defecto. Un ejemplo que propone es sustituir "los empleados" por "la plantilla". También se inclina por evitar las fórmulas femeninas y masculinas en singular y decantarse por alternativas inclusivas. Así, sugiere cambiar niña o niño por "la/el infante, la criatura o la infancia", usar "la población reclusa" en lugar de preso o presa o primar fórmulas como "el claustro" y "el profesorado", en lugar de profesores y profesoras.

El manual sugiere primar los determinantes y pronombres sin marca de género ("cada participante" recibirá un regalo mejor que "los participantes recibirán..."), las paráfrasis ("pueblo aragonés" frente a "los aragoneses") y los sustantivos epicenos (persona, ser humano, personaje, criatura, víctima...) ya que no tienen una marca de género.

Uno de los apartados aborda de forma específica los desdoblamientos ("los empleados y las empleadas"), en los que deben alternarse el orden de las formas masculinas y femeninas. Esta fórmula será "muy conveniente" en los discursos orales con un público diverso ("delegados y delegadas", "compañeros y compañeras"). El texto reconoce, eso sí, "el componente ideológico" y la "difícil cabida" en la producción documental de la equis en las casillas donde se esperan las marcas formales de género ("lxs niñxs" en lugar de "los niños"). Tampoco apoya, aunque sí contextualiza, fórmulas de carácter reivindicativo como el empleo de la ‘e’ o la ‘@’ (“les niñes”, “l@s niñ@s”).

Uno de los capítulos está dedicado en exclusiva a la palabra hombre, "que en el español actual ha evolucionado clara y rápidamente hacia un sustantivo heterónimo, sinónimo de varón (varones) en contraste con mujer (mujeres)" y que a diferencia del pasado ya no tiene "un sentido predominantemente inclusivo y abarcador de mujeres y varones". Frente a ello, para alcanzar una referencia universal “debe recurrirse a alguna de las variadas alternativas de significado inclusivo: los seres humanos, las personas, la humanidad, el género humano, la especie humana, individuo/s, las mujeres y los hombres, las mujeres y los varones”.

El tratado afronta, asimismo, la redacción de impresos y formularios. Propone cambiar las fórmulas "Sr. y Sra." y "don y doña" por las casillas "nombre" y "apellidos".

La redacción ha corrido a cargo de José Luis Aliaga Jiménez, profesor titular del Departamento de Lingüística General e Hispánica de la Universidad de Zaragoza, "una de las personas que más saben del empleo del lenguaje desde la perspectiva de género", apuntan desde el Ejecutivo. En las primeras páginas, el Gobierno justifica la necesidad del manual: “El lenguaje no es una mera herramienta mediante la cual expresamos y comunicamos nuestros pensamientos. El lenguaje construye nuestro pensamiento y a través de él entendemos el mundo y construimos y extendemos nuestra cultura. El uso de determinadas palabras o la omisión de estas para definir y dirigirnos a determinados colectivos puede contribuir a su invisibilización o, por el contrario, a potenciar su reconocimiento e identificación”.

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