Francisco Boya: "A los pueblos de montaña hay que ponerles las cosas más fáciles"

El aranés Francisco Boya preside la Asociación Española de Municipios de Montaña (esMontañas), a la que pertenecen  entidades locales aragonesas.

Boya preside la asociación desde 2013.
Francisco Boya: "A los pueblos de montaña hay que ponerles las cosas más fáciles"
Rafael Gobantes

Aragón, un país de montañas. Es una de nuestras señas de identidad y un eslogan, pero para quien reside en la montaña la vida es más difícil.

Más difícil y más cara. Esto es un  eje central de nuestra reivindicación. Sus habitantes sufren la lejanía de los servicios públicos, porque las comunicaciones son más complicadas. Lo mismo cabe decir en cuanto a las oportunidades. La agricultura, por ejemplo, tiene más limitaciones. Luego está la brecha digital. Ya tenemos un coctel perfecto para generar un proceso de abandono.

El medio rural se ha despoblado, ¿y todavía más los pueblos de montaña?

Sí, seguro. Son las zonas más remotas. Hablamos de ruralidad, pero deberíamos hablar de ruralidades: no es lo mismo estar a 20 minutos de una gran ciudad que a dos horas y media.

¿Se ha sacado alguna ventaja a esa diferencia?

Necesitaríamos que nos reconocieran la dificultad en los marcos legislativos, y para ellos las administraciones deben sobreponerse a una miopía histórica que se ha trasladado desde la centralidad a las autonomías. La mayor parte de los países europeos han desarrollado leyes específicas para territorios con dificultades objetivas por la orografía, el clima y la lejanía, que durante años han sufrido en silencio esas condiciones. Esta es la cuestión de fondo: a los pueblos de montaña hay que ponerles las cosas más fáciles.

¿No existen leyes específicas?

No. La Constitución habla de dispensar un tratamiento especial, pero no se ha desarrollado una ley que lo concrete.

¿Este país legisla igual para quien vive en la Castellana que para quien reside en alguno de los 70 núcleos del Alto Aragón por encima de 1.000 metros?

España tiene la luz del semáforo rojo cuando hablamos de despoblación. ¿Las administraciones quieren que el 80% del territorio del Estado sean zonas residuales sin actividad humana, con las consecuencias que conlleva, o estamos dispuestos a iniciar una política para darles una oportunidad? Este problema no tiene similitudes en Europa. El 62% de nuestro territorio está por debajo de 12 habitantes/km², luego viene Portugal, con 22. Eso demuestra que hemos hecho las cosas mal. Hay que cambiar la mirada sobre el territorio rural.

¿Qué medidas serían efectivas?

La extensión de la banda ancha, iniciativas en el empleo... Tengo esperanzas en la estrategia nacional contra la despoblación.

¿Se arregla con dinero?

No es lo único, pero hace falta. En un pueblo sin guardería, difícilmente se instalará una pareja joven. La inversión para el Estado es relativamente baja, pero es una apuesta estratégica. No se debe mirar solo como un espacio con problemas, es una enorme oportunidad para algunos de los retos futuros de España y del planeta.

¿Los pueblos necesitan más solidaridad de las ciudades?

Esos grandes retos futuros tienen que ver con la sostenibilidad del planeta y con la calidad de vida de sus habitantes: el aire que respiramos, el agua (el 60% viene de la montaña), las energías renovables y la buena alimentación. Las ciudades deberían hacer una apuesta por las zonas que les van a brindar esta calidad de vida. Hay que establecer complicidades territoriales, en ello estamos.

¿La montaña se debate entre el abandono progresivo y la masificación turística?

El riesgo es acabar convertidos en territorios residuales o en parques temáticos. Un territorio que solo abre cuatro meses al año no se le puede considerar vivo. El turismo es un gran aliado, pero no es suficiente, necesitamos economías diversificadas, que el turismo sea una palanca para hacer posible el tránsito hacia economías que contemplen el mantenimiento de la agricultura y la ganadería, porque esto es imprescindible para controlar el paisaje y tener bosques sanos, y de cara a la industria artesanal. Las nuevas tecnologías y el mundo del siglo XXI nos da también oportunidades. Aínsa, con la Zona Zero de BTT, es un ejemplo.

¿Cómo animaría a un joven a trasladarse de una ciudad a un pueblo, cuando tendrá más lejos el colegio y el centro de salud?

Los problemas relacionados con la climatología y los servicios públicos deben y pueden minimizarse. En un pueblo, un joven tendrá tranquilidad, naturaleza, vecinos que le ayuden, alimentos sanos y calidad de vida. Lo que no debe la administración es considerar que tener un 4x4 en la montaña es un lujo y por tanto la política fiscal debe considerarlo.

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