El tortazo ecológico

La solución para la central de Andorra es invertir para que contamine menos. Endesa está haciendo eso en otras térmicas. El Gobierno debe exigirle la inversión necesaria para mantenerla operativa al menos otros 20 o 30 años.

Central térmica de carbón en Boxberg, junto al lago Baerwald, en Alemania.
Central térmica de carbón en Boxberg, junto al lago Baerwald, en Alemania.
Filip Singer / Efe

Los Gobiernos de España adolecen de simplismo en la toma de decisiones estratégicas. A menudo legislan a base de ocurrencias ideológicas, como querer ser el primer país en prohibir los coches con motores de combustión. O la incapacidad para tener un sistema energético equilibrado; tenemos la energía más cara de Occidente, mientras que el precio de los combustibles es el mismo para todos.

En esta línea de sostenibilidad mal entendida, el Gobierno ha decidido dejar caer la central térmica de Andorra. La ministra de Transición Ecológica nos visitó en plan turista, sin aportar solución concreta alguna, que era su obligación. Posiblemente el Gobierno no se siente concernido y se encuentra más cómodo impulsando planes energéticos verdes y ruinosos.

El Gobierno lanzó a destiempo un pésimo plan de primas desmedidas a las renovables que nos ha costado últimamente unos 100.000 millones de euros, que han ido a los bolsillos de unos pocos privilegiados y a pagar unas tecnologías que eran caras e inmaduras. Hasta gobiernos petrolíferos ricos vinieron aquí a por las subvenciones españolas, pues no había negocio mejor. Ese dinero sale de impuestos y de aumentar el precio de la electricidad. El resultado es sufrimiento para el ciudadano y lastres excesivos para las empresas (caso Alcoa y otros) y es mucho dinero que hubiera estado mejor invertido dinamizando la economía real, lo que hubiese creado 1,5 millones de puestos de trabajo, y la crisis hubiera sido mucho menos dramática. La lección es que en las renovables habría que haber invertido ahora, cuando las tecnologías son competitivas, y no entonces.

Pero no se aprende. Ahora el error de libro lo cometen con el carbón. La central de Andorra va a cerrar por decisiones del binomio Gobierno-Endesa porque hay que ser más sostenibles, menos contaminantes y porque lo prohibe la UE. Pero las justificaciones no encajan. En Europa, Polonia produce un 80% de su energía mediante carbón; Alemania, el 40%; y España, el 17%. Polonia ha planificado que dentro de 40 años ‘sólo’ el 50% de su energía provendrá del carbón. Polonia y Alemania siguen hoy día construyendo centrales de carbón, varias de ellas de la misma potencia y poder contaminante que Andorra.

Desde 2000 el mundo ha duplicado la producción de energía del carbón. Hay el equivalente a 2.000 centrales como Andorra, de las cuales China tiene unas 950; EE. UU., unas 280; y Alemania, 50. India y China están construyendo unas 340 centrales nuevas como Andorra. Cerrar la de Andorra tendrá una repercusión igual a cero en el planeta, pero enorme en el Bajo Aragón.

La solución es invertir en la central para mejorar su ciclo y que contamine menos. Endesa está haciendo eso en otras centrales como la de As Pontes en Galicia y debería actuar igual aquí. Las eléctricas cuentan con una normativa hecha a medida de sus intereses por el Gobierno, separando la producción de la distribución, pagándoles supuestos déficits de tarifa y procurando siempre que los beneficios sean altos y la competencia inexistente. En vez de mirar para otro lado en el caso de la térmica de Andorra, el Gobierno debería exigir a Endesa la inversión necesaria para mantener la central operativa al menos otros 20 o 30 años, y que nuestra desconexión del carbón sea al ritmo aproximado de los otros socios europeos. Para la eléctrica, dicha inversión no es inasumible en términos reales y sociales, por mucho que la tendencia empresarial de moda sea solamente ganar dinero, sin plantearse devolver a la sociedad parte de los importantes beneficios que extraen de ella, y sin tener por ejemplo en cuenta que casi toda su infraestructura de distribución eléctrica, con un coste superior a la inversión que se está manejando para Andorra, les ha sido construida y regalada por los particulares, porque así está regulado. Invertir en la de Andorra debería ser algo natural. Quizá para los intereses de los ciudadanos no sea bueno que tantos ex-ministros, expresidentes y políticos estén en nómina de las eléctricas.

España debe perseguir la sostenibilidad real y la transición progresiva, acompasada al resto de países, nunca de forma destalentada, porque en vez de transición ecológica nos estamos pegando el gran tortazo ecológico.

Juan Ros es profesor de la Universidad de Zaragoza