Echenique como ejemplo

Pablo Echenique ya debería haber dimitido por contratar a un asistente sin cotizar por él a la Seguridad Social.

El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique.
El secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique.
Víctor Lerena / Efe

Como Zola, pero sin ninguna pretensión, yo también confieso que siempre me he encontrado más cómodo con el estereotipo de la España de la picaresca que en esta sociedad artificial y farisea hacia la que estamos mutando. La de la doble moral, la del triple rasero, la del discurso polivalente, la de las aristas sin un vértice que se proyecte hacia la realidad que más o menos todos percibimos. Llaman -llamamos- nueva política a viejas farsas de toda la vida y elevamos a categoría de referente público o moral a cualquiera que se cuele en nuestras vidas en un puñado de caracteres.

Con su lucidez y semántica inigualables, hace ya unos cuantos años dijo el gran Antonio Gala que la televisión se estaba convirtiendo en «el reino de lo putesco». Cuesta imaginar cuál será su metáfora para las redes sociales en las que andamos atrapados, entre verdades líquidas y mentiras recias. No hay más que ver que el dedo más rápido del twitter nacional, el número tres de Podemos, nuestro Pablo Echenique, volvió a negar ayer, por tercera vez, que contratar a un asistente doméstico sin seguro y pagado con dinero negro sea siquiera reprobable.

Cuando todos sabemos que es un abuso ilegal, cuando la Seguridad Social le ha denunciado, incluso cuando los tribunales le han condenado, sigue proclamando que es puro y limpio y que este maldito sistema se va a cargar la ley de la dependencia.

Flaco favor a tan incontrovertible causa, flaco favor a la democracia y flaco favor a su partido, pues con su código ético en la mano ya debería haber dimitido, señor Echenique. Siga usted mandando a casa a los demás, que a estas alturas toda España, la auténtica y la farisea, tiene claro que está ahí por principios y no por interés.