Javier Zaragoza: "El juicio sobre el 'procés' es el más importante de la democracia"

El fiscal aragonés es uno de los representantes del Ministerio Público que llevó la instrucción y estará en el juicio del ‘procés’ que sentará en el banquillo a 29 políticos independentistas. Se celebrará a partir del próximo 6 de febrero en el edificio del Tribunal Supremo. Es uno de los más complicados en sus 38 años de carrera, tras pasar por la Operación Nécora, el 11-M y el terrorismo de ETA.

El fiscal aragonés Javier Zaragoza, este sábado, en el centro de la capital aragonesa.
Javier Zaragoza: "El juicio sobre el 'procés' es el más importante de la democracia"
Oliver Duch

Javier Zaragoza (Alcorisa, 1955) será reconocido este domingo como hijo predilecto en su pueblo natal, a las puertas de asistir como fiscal del Tribunal Supremo al juicio sobre el ‘procés’ que dirimirá si lo que pasó en Cataluña el 20 y 21 de septiembre y el 1-O de 2017 fue o no rebelión, con 29 políticos catalanes acusados, entre los huidos, encarcelados o libres bajo fianza.

La Justicia y el estado de Derecho le han llevado como fiscal al juicio del ‘procés’...

Siempre he procurado en todos estos años representar a la institución a la que pertenezco con imparcialidad y sujeción a la ley, porque el fiscal es una pieza fundamental en el proceso penal. Es el primer garante del orden constitucional, el defensor de la legalidad y de los derechos de todos los ciudadanos. Eso es lo que debe tener la gente en cuenta cuando se habla de la actuación del fiscal, que va a defender a la sociedad, a las víctimas, a los menores, a los discapaces y a los menos favorecidos. Esa es la grandeza de su función.

Ha coincidido en la instrucción con su paisano Fidel Cadena.

Con Fidel Cadena compartimos tarea en el Tribunal Supremo y en el asunto catalán. Somos de la misma promoción de la Facultad de Zaragoza, de 1972 a 1977. El azar o la providencia ha querido que volviéramos a coincidir en este asunto penal. Del ‘procés’ solo puedo decir –porque está ‘sub iudice’– que es, quizás, el juicio más importante de la democracia.

¿Qué juicio le ha marcado más en los casi 40 años de profesión como fiscal desde su llegada al País Vasco en los 80? ¿La Operación Nécora, el 11-M o el ‘procés’?

Es muy difícil precisarlo. Son casi 40 años de vida profesional como fiscal, una experiencia muy intensa en el mundo judicial. Mis destinos han sido siempre de trinchera, en primera línea de combate con investigaciones y procesos muy relevantes. Los primeros años fueron en San Sebastián entre 1981 y 1987, con el azote del terrorismo, cuando ETA cometía varias decenas de asesinatos. Fueron años muy difíciles por la intensidad de la violencia terrorista.

Y de allí fue a combatir el narcotráfico. ¿Cómo recuerda aquella época?

Estuve 18 años en la Fiscalía antidroga, órgano que pusimos en marcha en 1988 con otros compañeros del Ministerio Público. Iniciamos investigaciones muy importantes contra el narcotráfico, sobre todo el relacionado con las organizaciones radicadas en Galicia, con la Operación Nécora, el clan de los Charlines o Sito Miñanco, por citar a los más conocidos, y contra las organizaciones de blanqueo de dinero. Uno de aquellos personajes contrató incluso a un sicario para matarme y varios individuos fueron condenados por tal motivo. Eran gajes del oficio, y por ello, la lógica consecuencia de la relevancia que tenía la Fiscalía en esas investigaciones.

La historia se ha convertido en serie...

Poco puedo decir de esa serie. Que no es perfecta, que tiene algunos errores importantes y que algunos personajes no están bien reflejados. Quizás deberían haber consultado, pero ya es tarde.

En la Audiencia Nacional vivió el final de la banda terrorista ETA...

Así es. Estuve once años al frente de la Fiscalía en la Audiencia Nacional, en las investigaciones del terrorismo de ETA. Acabamos con ella hasta el punto de que hoy ya es historia. Nos queda, sin embargo, una tarea que comencé en 2011: investigar los crímenes no resueltos, y defender a ultranza los derechos de las víctimas. No se puede poner en el mismo lugar a las víctimas y a los criminales. Por eso iniciamos entonces la reapertura de los crímenes sin resolver con la finalidad de evitar su prescripción y en todo caso investigar la autoría de los mismos aunque no se pudieran exigir responsabilidades. Las víctimas deben conocer la verdad material y una de nuestras funciones esenciales es defenderlas.

¿En el 11-M quedó clara la autoría del yihadismo o quedaron dudas?

En la Fiscalía de la Audiencia Nacional al tiempo que conseguíamos acabar con el terrorismo de ETA se abrió otro frente, no menos importante y dramático, con el yihadismo. El juicio del 11-M fue durísimo y complejo, porque a las dificultades técnicas y jurídicas propias de un proceso penal con 200 asesinados se añadió un juicio paralelo alentado por determinados medios de comunicación y algunos políticos, que quizás vieron en el 11-M una manera espúrea de acceder al poder en 2004. Aunque actualmente nadie duda ya de la autoría del atentado del 11-M, fue una célula yihadista. Algunos de sus miembros fueron detenidos, otros se suicidaron en Leganés y los restantes fueron juzgados con un escrupuloso respeto a sus derechos y a las reglas del proceso penal de un estado de Derecho. Fue un juicio sin precedentes que demostró la fortaleza de nuestro sistema judicial.

¿Qué piensa del reconocimiento que le otorga Alcorisa, de donde se fue en la década de los 70 y a la que vuelve cada año?

Es un cúmulo de emociones. Cuando me llamó la alcaldesa, Julia Vicente, para decírmelo sentí una satisfacción y un orgullo enormes. No es verdad eso de que no eres profeta en tu tierra, aunque nunca he pretendido serlo. Me siento muy orgulloso de ser alcorisano, de haber nacido en Alcorisa y haber ejercido como tal allá donde he estado. Me he sentido siempre muy vinculado a mi pueblo porque mantengo las raíces: tengo la casa de siempre en la que nací, y sigo visitando a los amigos de la infancia con los que comparto paseos, tertulias y partidas de guiñote. Todos los miembros del Ayuntamiento de Alcorisa, sin distinción de credos políticos, han aprobado este reconocimiento, que para mí es el más importante porque viene de mi tierra.

Lleva 38 años de carrera profesional de fiscal. ¿Cómo ha mantenido el contacto?

Lo he mantenido porque los amigos se quedaron allí. Siempre he regresado dos o tres veces al año, en las jornadas culturales, en el 1 de mayo, en verano, en Semana Santa o en las fiestas de septiembre. Tuvo mucha influencia en ello Pepe Azuara (alcalde de 1983 a 2003), un personaje sensacional como político y una buenísima persona que me hizo partícipe de todas las actividades del pueblo. La relación era estrecha y me involucró mucho en la vida social de Alcorisa. Llevé a compañeros como Garzón o Bueren de conferenciantes o pregoneros y eso tuvo un impacto tremendo.

Como bajoaragonés, no será ajeno la crisis de la térmica de Andorra...

Hay que echarle mucha imaginación para solucionarlo. Sabíamos hace muchos años que las minas estaban condenadas a cerrar. Para eso están los políticos, que deben dar soluciones, y los empresarios, con ofertas de inversión.

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