Los vecinos de San José agraciados siguen "en una nube" un día después de la fortuna

La papelería Wodan, que repartió 40 millones del Gordo, abrió como un día cualquiera. Decenas de personas se acercaron a la tienda a felicitar a los propietarios.

Los agraciados con el Gordo: "Estamos en una nube"

"No ha sido un sueño". Fue el primer pensamiento que tuvieron muchos de los afortunados del barrio de San José al despertarse este domingo. Por mucho que se hayan frotado los ojos o pellizcado, lo que vivieron fue real: les tocó el Gordo. Los propietarios de la librería Wodan, de este zaragozano barrio, vendieron 400 participaciones de cinco euros del primer premio de la lotería de Navidad. Ellos calculan que se han beneficiado 300 familias de la zona, la mayoría clientes habituales del establecimiento, que lleva más de tres décadas en la calle de Ceuta. Cada papeleta está premiada con 100.000 euros, que tras pagar impuestos se quedarán en 82.000.

Los hermanos Dulce y Pedro Guallar subieron la persiana de su papelería, como si fuera un día más. Como si no tuvieran cada uno dos décimos premiados del Gordo, como si el sábado no hubieran descorchado 25 botellas a las puertas del local y repartido 40 millones de euros. "Hemos decidido abrir porque teníamos pedidos de Papá Noel, hay que dar los regalos a los chicos", apuntó la propietaria. Pero el ambiente era diferente, en medio de los periódicos vendidos y los regalos envueltos, los clientes se dividían entre los que habían comprado lotería y los que no. "¿Llevabais o no?", era la primera frase que se oía nada más pasar el umbral de la puerta. Si la respuesta era afirmativa se fundían en un abrazo y si era negativa la reacción era la misma. Los primeros agradecían a Dulce y Pedro que vendieran el 03347 –casualidad total, porque todos los años cambian de número–; y los otros les transmitían su alegría: "Venimos solo a felicitaros, no sabéis cómo me alegro", decían unas vecinas. Esto era, precisamente lo que más sorprendía a los hermanos Guallar: "Ha venido mucha gente que no llevaba papeleta a darnos la enhorabuena". Así lo hizo Begoña Pinzolas, dueña de una empresa cercana, que este año no tenía la lotería de Wodan. "Los conozco de toda la vida del barrio, pero me alegro mucho por la gente a la que le ha tocado y porque está muy repartido", señalaba. En ese sentido, Pedro Guallar reconocía que sabían de muchas personas que no habían comprado y era "una sensación agridulce".

En el caso de Jorge Soria acudió expresamente a comprar el periódico HERALDO: "Mi mujer y mi hija salen en las fotografías". Desde que la niña mayor va al colegio adquieren el material escolar en este establecimiento y decidieron comprar una participación por miedo al "¿y si toca aquí?". "Es un pellizco muy bueno que nos desahoga y nos hace muy felices después de tiempos muy malos", afirmaba Soria. "El sábado bajamos a celebrarlo a la librería y a llorar con todos; todavía no hemos parado", añadía, aunque admitía que no había dormido mucho de la emoción. Sobre en qué gastarán esta suma de dinero la respuesta es rotunda: "La guardaremos".

Felicidad compartida

Muchos vecinos adquirieron más de una participación para familiares, para amigos, para compartir con otros seres queridos... Por ello, la felicidad es doble y compartida. Mariví Bruñén conoce la papelería desde que abrieron hace 32 años y tanto su madre como ella compraron papeletas. "No me lo creía hasta que bajé y vi todo el revuelo que había", explicaba Bruñén. "Aún estamos flotando", continuaba. Ella tiene claro en qué gastará parte del dinero: "Quiero reformar mi casa desde hace 10 años". No obstante, también aprovechará para pagar la Universidad a su hijo, que acaba de empezar este año. Son solo algunas de las historias que se contaban este domingo en esta papelería de barrio, que jamás olvidará este 22 de diciembre.

"Este pellizco nos ha salvado a mucha gente"

"Cuatro cientos miiiiiiiil eurooooooos", gritaba María José Neira al entrar a la librería Wodan. Neira tiene desde hace 17 años una peluquería a unas calles de distancia de este establecimiento y cada semana compra las revistas del corazón allí. Una tarde fue a comprar un bolígrafo y vio la lotería. "Solo tenía dinero para el boli y dije 'mañana la compro'" y así fue. La noticia de que era una de las agraciadas le pilló con el secador en la mano y 24 horas después todavía estaba "en una nube". Lo primero que hará será "tapar agujeros" y pagar gran parte de los gastos de su local. "Este pellizco nos salva a mucha gente, piensas que podría ser cualquier premio, pero es que nos ha tocado el Gordo", afirmaba. Sin vergüenza admitía que no iba a hacer las camas ni la comida porque la celebración continuaba ayer. Eso sí: "Mañana a trabajar"

"Después de 25 años, esta vez no cogimos"

Pero no todos los que se pasaron este domingo por el establecimiento que ha hecho tan felices a los vecinos de San José eran agraciados. El destino o la mala suerte hizo que este año Trinidad García no cogiera la lotería de esta librería. Su marido, Eduardo Escribano, es compañero de trabajo de Pedro Guallar, uno de los propietarios, y desde hace 25 años cogía el número. "Un poco jorobada sí que estoy, pero ya me tocará otra cosa", admitía entre risas García. De hecho, ya le tocó, hace unos meses fue pregonera de las fiestas del Pilar como presidenta del club Balonmano La Jota. "Me alegro mucho por ellos, porque siempre han estado muy sensibilizados con la zona y este barrio obrero se lo merece", añadía. Por esta razón, no dudaron en dar la enhorabuena a Pedro y de lamentarse, aunque solo fuera un poco, de no haber comprado una participación antes.

"Todavía se me pone la carne de gallina"

"Cuando vi que tenía el número y que me había tocado llamé a toda mi familia y nadie me creía". Así relataba Eva Mancebón el momento en el que se enteró que el Gordo estaba entre sus números. Se subió encima del sofá, saltó sobre la cama y gritó como nunca: "Parecía una cría". Este "respiro" le ayudará a pagar muchos gastos, entre ellos la hipoteca pero también podrá quitarse de encima los pagos de la silla de ruedas de una de sus hijas. "Son muy caras y tienes que trabajar mucho para pagarlas", explicaba. Pero también ayudará a la familia y "disfrutará más de la vida", como lleva haciendo desde el mediodía del sábado. "No he podido dormir, estaba muy inquieta", comentaba. Este domingo se quiso acercar a abrazar de nuevo a Pedro y Dulce, a quienes conoce desde los 14 años y que considera casi de la familia.

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