Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Conchita Gimeno: "Quiero que me den premios porque me lo merezco, no por ser mujer, no quiero ser simplemente una cuota"

Estudia compuestos de plata y oro en el Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (CSIC-UZ). Elegida una de las doce mejores químicas del mundo, es una de las seis mujeres científicas Medalla de las Cortes 2018.

Conchita Gimeno, investigadora del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea
Conchita Gimeno, investigadora del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea
Oliver Duch

¿Qué hay que hacer para ser reconocida como una de las doce mejores químicas del mundo por la Unión de Química Pura y Aplicada, como le ocurrió en 2017?

Trabajar mucho. Y no me pena haber trabajado tanto porque la investigación me apasiona. Es un reconocimiento a una trayectoria. Las aportaciones clave dieron lugar, hacia 2010-2011, a una patente nacional, europea y luego mundial que se aplica a las pantallas y dispositivos ópticos OLED. Después, en 2012, conseguir buenos resultados de nuestros compuestos en actividad antitumoral también fue un hito.

¿Debe haber premios solo para mujeres?

Tengo el corazón dividido porque la discriminación positiva no me gusta; quiero que me den premios porque me lo merezco, no por ser mujer, no quiero ser un número, no quiero ser simplemente una cuota. Pero, de momento, tiene que haber premios para mujeres porque el número de hombres premiados es muy diferente al de mujeres premiadas.

Las mujeres científicas han sido este año Medalla de las Cortes de Aragón, una científica estuvo entre las pregoneras de las Fiestas del Pilar..., ¿se nos olvidarán las mujeres científicas en unos años?

Supongo que, como en todo, puede haber un poco de moda. Desde el año pasado se está insistiendo en visibilizar que las mujeres también estamos en la ciencia. Puede que dentro de un tiempo vaya a menos, pero espero que sea porque ya haya más mujeres en la ciencia o más vocaciones, que es el principal problema.

¿Qué significó recibir la medalla, junto a Gloria Cuenca, María Jesús Lázaro, Pilar Gayán, Azucena Gracia y Julia Herrero?

Me sentí muy orgullosa porque representábamos a todas las mujeres investigadoras y se reconocía nuestra labor, pero no solo la de las mujeres, porque para que progrese la ciencia tenemos que ser todos: mujeres y hombres, aunque es cierto que la mayoría de los premios recae siempre en hombres. La medalla reconoce que estamos ahí, luchando, y que también contamos.

La carrera investigadora no es fácil, menos en tiempos de crisis. ¿Es más cuesta arriba para las mujeres?

Es más cuesta arriba porque, aunque el mismo número o incluso más mujeres que hombres se doctoran, cuando llega el momento de seguir tras la tesis, con una estancia posdoctoral fuera, más hombres que mujeres eligen continuar. ¿Por qué? Quizás al conciliar con la vida personal siempre ceden más las mujeres.

¿Qué consejo daría a las jóvenes que comienzan en la investigación?

Que tengan una vocación clara porque es sacrificado. No es un trabajo convencional con un horario.

Químicas fue la carrera experimental donde antes entraron las mujeres. ¿Qué ha cambiado con el tiempo?

Cuando terminé la carrera había puestos en la industria que no se veían bien para mujeres porque se creía que no se iba a aceptar su autoridad como jefas de muchos hombres. Afortunadamente ya no existe ese problema; he formado a muchas doctoras que trabajan de jefas de planta en empresas.

Por primera vez, una mujer preside el CSIC. ¿Hacen falta más mujeres en los puestos de decisión de la ciencia?

Es positivo tener las visiones tanto de científicos como de científicas, aunar esfuerzos para un mejor resultado en todo lo que se emprenda.

¿Cómo entiende el feminismo?

Como igualdad de oportunidades. No soy una mujer que defienda a capa y espada las cuotas. Defiendo que los puestos nos los ganemos, que se nos elija porque somos las mejores para desempeñarlos. Pero, a veces, a igualdad de méritos se tiende a elegir al hombre. Existen sesgos inconscientes, tanto en mujeres como en hombres, y deberíamos cambiarlo desde la escuela.

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