Santuarios y rocas singulares en Puertomingalvo y Mosqueruela

Viaje a Gúdar-Javalambre para descubrir dos ejemplos de las numerosas piedras y rocas singulares de Teruel, un santuario lítico en Puertomingalvo y las cortantes fisuras del lapiaz del barrio de la Estrella, en Mosqueruela.

Piedra Sacrificial de Puertomingalvo.
Piedra Sacrificial de Puertomingalvo.
Javier Magallón/Pilar Catalán

Las piedras constituyen uno de los principales depósitos de tradiciones e historias de la provincia de Teruel, tristemente amenazada por la despoblación. Son símbolos de inmovilidad, invariabilidad, energía y fuerza para los hombres de las distintas épocas que las utilizaron como santuarios, lugares de sacrificio, hitos, lugares de señalización, de paso o de encuentro, como amuletos sanadores, monumentos fálicos o en ritos funerarios en función de la forma, ubicación o tamaño.

En Aguaviva (Bajo Aragón), la redonda Lliura reposa junto al río Bergantes, ajena al pasado ritual de la dolménica Roca Caballera de Calaceite (Matarraña) y a la vigilante mirada de la Caraza del barranco la Hoz, en Albalate del Arzobispo (Bajo Martín); en la sierra de Albarracín, el varano es un lagarto de arenisca que se deja acariciar por los practicantes de búlder en la sierra de Albarracín y la Rana o Peña Corva nos sorprende junto a la carretera de Allueva (Jiloca); el Diablo de Martín del Río (Cuencas Mineras) vigila los estrechos del Pajazo, no muy lejos de la Botica del Infierno, en la Cañada de Alacón (Andorra Sierra de Arcos); el Árbol Pétreo de Castellote (Maestrazgo) lo dice todo con su nombre y en Cella (Comunidad de Teruel), el Copo de la Vieja nos recuerda a un ovillo de lana para hilar. Numerosos destinos para realizar un viaje por ese desconocido patrimonio cultural y natural, que hoy nos lleva hasta el extremo sur de Teruel, a la comarca de Gúdar-Javalambre.

Uno de nuestros últimos hallazgos es la Piedra Sacrificial de Puertomingalvo, que encontramos escondida en un remoto ‘masico’, en un espacio prácticamente inexplorado, lejos de todo, lejos de todos. Se trata de una piedra única en un rincón de cuento donde solo la magia puede explicar su existencia.

Mas de Collau

Para llegar hasta ella nos situaremos junto a la entrada oeste de Puertomingalvo, donde se inicia el sendero PR-TE SN2 que posibilita un bonito paseo circular de unos 4 km, visitando la roca junto al Mas de Collau. Es un recorrido sencillo y sin dificultad técnica. El paisaje es abrumador y al atardecer adquiere una luz especial, con inmensas vistas hacia la vecina Castelvispal. Y es la luz la que da protagonismo a la roca, ya que fue elegida por ello. La piedra sacrificial está orientada a la salida del sol, un sol venerado por decenas de civilizaciones, y su posición se relaciona con el solsticio de verano y los rituales que pudieran haber acontecido precisamente en esa fecha, la de mayor periodo de luz del año.

La roca tiene 1,60 m de altura y 3 m de largo, siendo una característica importante la aparición en la zona de mayor altura de un espacio curvado en el que presumiblemente se depositaría la cabeza del animal o persona sacrificada, por ello se le atribuye un fuerte simbolismo ritual y sacrificial. Junto a ella hay cinco piedras de menor tamaño a modo de peldaños que darían acceso a la parte superior. El verdugo o sacerdote se situaría en un alza a modo de altillo que encontramos en la parte posterior y que facilita el proceder al sacrificio. No encontramos referencias sobre su origen, pero podría enmarcarse en un tipo de construcciones propias del neolítico, como la Roca Caballera de Calaceite.

En las inmediaciones encontramos otras dos moles calizas con símbolos grabados, que podrían estar relacionadas, formando un gran triángulo. En las rocas adyacentes aparecen cazoletas y canalillos comunicados -similares a las de otros santuarios de la provincia como el de Peñalba en Villastar, de origen celtíbero- e igualmente una gran riqueza de petroglifos. El conjunto probablemente tuvo una función ritual, de carácter religioso, en el que se conmemorase la acción sacralizada a una deidad.

Tormo Royo y Santa Bárbara

El paseo por el sendero se puede completar con la visita a la Poza de los Buitres y al Tormo Royo donde, según cuentan, en su base aparece una curiosa piedra con forma de lagarto, finalizando la excursión en la ermita de Santa Bárbara, muy cerca nuevamente del casco urbano de Puertomingalvo.

Nos encontramos en una comarca, la de Gúdar-Javalambre, rica en formaciones rocosas. Otro lugar al que podemos acercarnos es el espectacular lapiaz de la Estrella, barrio rural del municipio vecino de Mosqueruela conocido también por el santuario homónimo. El lapiaz o lenar es consecuencia del modelado kárstico. Se trata de una superficie formada por surcos o acanaladuras de distinto tamaño separadas por estrías cortantes, producidas por la disolución superficial de la caliza por efecto del agua.

Por el camino es inevitable observar las tapias de piedra seca surgida al amparo de la necesidad de conquistar nuevas tierras de cultivo donde abundaba la piedra, al retirarla se creó este paisaje de montaña modificado. El entorno de estas formaciones únicas es donde Martín y Sinforosa sacaban a pastar el ganado cuando eran jóvenes. Hoy viven solos en La Estrella, allí nacieron hace más de ochenta años y desde hace treinta y cinco son los únicos habitantes de este minúsculo barrio, eso sí, en compañía de sus veinticinco gatos. Seguramente les faltarán algunas comodidades relacionadas con nuestro modus vivendi en las ciudades, pero os aseguramos que les sobra sentido del humor y felicidad.

Pilar Catalán y Javier Magallón son autores del libro ‘Lítica, 100 piedras singulares de Teruel’.

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