Qué ver en Teruel: ciudad del amor, del mudéjar y de los dinosaurios

La Leyenda de los Amantes, su arte mudéjar Patrimonio de la Humanidad y el parque temático Dinópolis son solo algunos de los atractivos turísticos de la ciudad de Teruel. Cuando se empieza a conocerla, una visita sola no basta.

La torre de mudéjar de San Martín de Teruel, durante las celebraciones de las Bodas de Isabel.
La torre de mudéjar de San Martín de Teruel, durante las celebraciones de las Bodas de Isabel.
Antonio García

A Teruel, capital del arte mudéjar por excelencia, se le ha unido la vitola de capital del amor, ya que la trágica historia de los enamorados Isabel de Segura y Diego de Marcilla congrega todos los meses de febrero a miles de visitantes que acuden a ver la recreación de la Leyenda de los Amantes, un momento al que los turolenses se suman con pasión, y para lo que muchos de ellos se visten con indumentarias de la época, sumergiéndose así en primera persona en la atmósfera medieval que respira la ciudad.

No solo para las Bodas de Isabel acuden los visitantes a sentir el amor: durante todo el año son muchos los viajeros que visitan el mausoleo, adosado a la iglesia de San Pedro, donde se guardan los restos de los amantes, bajo unas esculturas a tamaño natural de Juan de Ávalos.

Testigos de ese amor fueron en su día las torres mudéjares de San Pedro y de la catedral, un arte que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en el año 1986. Tras estas torres del siglo XIII, se levantaron en el XIV las torres de El Salvador y San Martín, donde la exuberancia decorativa y la filigrana artística del mudéjar turolense se hace verdaderamente deslumbrante, haciendo con materiales sencillos como el ladrillo y el azulejo verdaderas joyas de la arquitectura.

Sobre la catedral de Santa María de Mediavilla se levanta también un hermoso cimborrio mudéjar, ya de época renacentista, aunque el elemento más destacado del templo es su techumbre, con madera primorosamente decorada y figuras pintadas de un delicado cromatismo, que recoge imágenes del que probablemente sea el mejor catálogo de escenas cotidianas de esa época de toda España. El legado de ese pasado medieval se mantiene también en la traza urbana, en la muralla que aún se conserva en buena parte, y en torreones como el de Ambeles o el de la Lombardera o el portal de Daroca.

Habrá que esperar al principios del siglo XX para que otro estilo arquitectónico irrumpa con fuerza y marque la fisonomía turolense. Ese estilo fue el Modernismo, que llegó a la ciudad del Turia de la mano del arquitecto tarraconense Pablo Monguió. De él son edificios como la Casa Ferrán, la Madrileña, las escuelas del Arrabal o la Casa del Torico, en la plaza Carlos Castel, conocida popularmente como la del Torico, por la pequeña escultura que corona su fuente central, verdadero emblema de la localidad. Coincidiendo con el tercer sábado de noviembre, Teruel celebra una atractiva fiesta vinculada a la época modernista que vivió la ciudad. La recreación recupera personajes y costumbres turolenses de principios del siglo XX.

Un elemento también indisoluble de la silueta del Teruel es su viaducto, con sus cinco grandes arcos, y unida a él, la plaza del Óvalo. Tampoco hay que perderse la ermita de la Virgen del Carmen, el convento de los Franciscanos o el Museo de Teruel, antigua Casa Comunidad de época renacentista, construido con un acusado estilo manierista y en el que pueden verse interesantes colecciones de arqueología y etnología.

Anteriores a todo este legado fueron los dinosaurios que poblaron Teruel hace 200 millones de años. El parque temático Dinópolis lleva al visitante por un viaje en el tiempo que lo traslada hasta el mundo de estos grandes saurios, que ‘aparecen’ de repente ante el visitante, haciendo las delicias especialmente de los más pequeños de la familia.

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