Heraldo del Campo

La vendimia (casi) interminable

Todavía quedan vendimiadores en los campos de Aragón, porque el clima, que ha sido benévolo con el cultivo, también ha provocado una cosecha tardía que se ha alargado más de lo normal. Eso sí, habrá cantidad y buena calidad.

Un momento de la vendimia de la garnacha con la que se elaboran los vinos de Viñedos y Bodegas Pablo.
Un momento de la vendimia de la garnacha con la que se elaboran los vinos de Viñedos y Bodegas Pablo.
D. O. Cariñena

Está acabando el mes de noviembre y aún hay vendimiadores aragoneses que todavía están recogiendo la cosecha. No es lo habitual, pero en este año nada lo ha sido en este cultivo. Y no precisamente para mal.

Ya comenzó tarde la brotación y este retraso hizo presagiar que la recogida de la producción se alargaría. También fue tardana la floración y el envero y la uva decidió ir madurando de forma lenta y tardía al ritmo de unas temperaturas estivales poco cálidas y acompañadas de continuas tormentas, que no provocaron daños en el viñedo sino una muy adecuada vegetación.

Para terminar de hacer casi interminable la vendimia, en los últimos compases de la recogida las lluvias o la humedad ambiental han provocado una intermitencia de las labores de recolección, que ha hecho que, de manera inusual, denominaciones de origen como Cariñena y Campo de Borja aún no hayan terminado de llevar todas sus uvas a las bodegas. Somontano, que es la D. O. más temprana en iniciar la campaña, finalizó a mediados de octubre y en Calatayud, que siempre comienza la última, se acaba de poner fin a la cosecha.

No solo es una campaña larga, además terminará incluso con algunos récord, porque la producción de este año superará con creces incluso las optimistas previsiones realizadas por los cuatro consejos reguladores. Si a finales de agosto se estimaba una producción conjunta de 158 millones de kilos de uvas, ahora la cifra total ronda los 180 millones de kilos. Una cifra a la que ha contribuido especialmente el incremento de producción en Cariñena, donde esperan una cosecha un 20% superior a la media de los últimos años. Pero en la que también ha jugado papel decisivo el récord que se anotarán las bodegas de Campo de Borja, que a unos días de terminar su vendimia ya saben que superarán los 40 millones de kilos de uva, una cifra jamás antes conocida que en la denominación.

Y lo que es mejor. No solo hay cantidad en las denominaciones aragonesas. Además la uva presenta una calidad «excelente» porque aunque parezca paradójico a pesar de las continuas y abundantes lluvias caídas en verano y otoño, el viñedo no ha sufrido ataques de mildiu, un temido y microscópico hongo que puede llegar a producir elevadas pérdidas en este cultivo. A conseguir las buenas cualidades de la uva ha ayudado también la apuesta de las denominaciones por implantar los sistemas de confusión sexual para evitar plagas tan devastadoras como la polilla del racimo.

No hay preocupación tampoco con los problemas comerciales que podrían generar esta abundante producción, ya que la pasada campaña quedó muy mermada por los efectos de la sequía, por lo que a partir de ahora se podrá responder con desahogo la demanda del mercado.

No es habitual encontrar vendimiadores a estas alturas del mes de noviembre. Pero en los viñedos de Campo de Borja y de Cariñena todavía continúa la recolección. La denominación conocida ya como el Imperio de la Garnacha calcula que la cosecha todavía se alargará hasta finales de noviembre. «Veníamos con un retraso de casi 20 días y eso ha hecho que esta vendimia, que no comenzó hasta el 25 de septiembre, parezca interminable», señala José Ignacio Gracia, secretario del consejo regulador de la D. O. Campo de Borja. Un otoño templado hizo que la maduración fuera lenta y la humedad ambiental de los últimas semanas ha hecho que los viticultores prefirieran esperar a que el fruto estuviera bien seco. Gracia explica que la recogida ha tenido que hacerse «poco a poco» en las variedades tintas, que suponen el 90% de sus producción, porque en estas uvas, esencialmente de garnacha, hay que trabajar las pastas «con mucho mimo y cuidado».

Sin embargo, y aunque la faena se ha hecho larga, el optimismo cunde en Campo de Borja. «El año ha sido inmejorable», destaca el secretario de la D. O., que insiste en que el clima ha sido un auténtico aliado. Permitió que la floración, «el momento más crítico del cultivo» se realizará de la forma más adecuada y la garnacha logró un cuajado «excepcional» con un 100% de flores y bayas que ya hacía presagiar «un potencial productivo muy bueno».

Es cierto que ha llovido en abundancia y que el verano llegó cargado de tormentas, pero ninguna de ellas, y mucho menos el granizo, «provocó una desgracia» en los viñedos situados a las faldas del Moncayo. Tampoco han tenido que soportar heladas.

La combinación de todos estos factores ha dado un récord a esta denominación, que, a falta de las cifras definitivas, ya sabe que su producción hará historia con más de 40 millones de kilos de uva vendimiados. La cifra ha dejado cortas las expectativas realizadas por la D. O. a finales de agosto, cuando sus representantes hablaban de una «buena previsión» que cifraban en unos 34 o 36 millones de kilos.

Si contentos están los viticultores de Campo de Borja por la cantidad, mucho más por la calidad. La uva que está entrado en sus bodegas es excepcional. Gracia explica que esta cualidad se debe esencialmente a la instalación de una técnica de confusión sexual en el viñedo para evitar la plaga de la polilla del racimo, con lo que no solo se impiden los daños en la producción sino que se elimina totalmente el uso de fitosanitarios. «El proyecto de feromonas nos ha dado un plus», insiste el secretario del consejo regulador que asegura que, además, no ha habido ataques del temido hongo mildiu. «Casi diría que ha sido atípico y milagroso y quizá ha tenido mucho que ver con el hecho de que las lluvias llegaban acompañadas de cierzo racheado que no deja prosperar la plaga», insiste Gracia, que reconoce que otros años con una pluviometría menor ha habido mucha más afección.

Lenta y tardía

También entre viñedos continúan aún algunos agricultores de Cariñena, la mayor y más antigua de las denominaciones aragonesas. Pero, no queda mucho por recoger y si el tiempo no lo impide probablemente a comienzos de la próxima semana la vendimia en esta D. O. estará finalizada.

Aunque el pasado año, el otoño cálido y muy seco hacía temer otra campaña marcada por la sequía, llegó la primavera para paliar la situación con abundantes lluvias y sin riesgo de heladas. Y tras ella un verano sin la calícula extrema sufrida un año antes y con unas abundantes tormentas que llegaron a dejar hasta un acumulado de 345 litros por metro cuadrado, pero sin provocar graves daños.

En ese escenario climático, explican desde la denominación, la brotación llegó tarde a los viñedos de Cariñena (en torno al 4 de abril), pero el crecimiento de los pámpanos fue bueno. En torno al 10 de junio comenzaba la floración y el cuajado «muy bueno en general» se producía en torno al 22 de ese mismo mes. Tardío -la denominación vuelve a utilizar este calificiativo- fue también el envero (momento en el que el grano comienza a coger color) y no fue hasta el 24 de julio (con 15 días de retraso) respecto al año anterior cuando se hicieron visibles los primeros granos coloreados. Las temperaturas «no muy cálidas» de agosto y las frecuentes tormentas provocaron que la maduración fuera lenta y tardía (de nuevo). Y con tanto retraso, era de esperar que la vendimia también se alargará más de lo habitual. Una situación a la que han contribuido también las lluvias de los últimos días, que han complicado la entrada a los viñedos, explica el presidente de la D. O. Cariñena, Ignacio Casamitjana.

De esta manera, esta D. O., que integra ya a 34 bodegas y más de 14.000 hectáreas, alcanzará este año los 107 millones de kilos de uva, una cifra que deja pequeñas las primeras estimaciones realizadas en verano cuando se preveía una producción de 93 millones de kilos, supone un incremento del 21% respecto a la media de los últimos 10 años y supera nada menos que 34 millones de kilos la cosecha del pasado año (73 millones), muy mermada por la sequía.

«Los productores están contentos porque hay cantidad, pero también mucha calidad», insiste Casamitjana, que explica a ello ha contribuido el buen estado vegetativo del viñedo y la muy buena sanidad del fruto. «Aunque estuvo a punto a aparecer en primavera no ha habido ataques de mildiu», señala el presidente de la denominación. Y puntualiza que aunque apreció brotitis no causó graves daños como no los causaron las mínimas poblaciones de polilla detectados, porque «más del 93% de la superficie de la denominación cuenta con la técnica biológica de confusión sexual contra esta última plaga».

Tranquila y escalonada

La vendimia en la Denominación de Origen Somontano es siempre la más madrugadora. Habitualmente sus vendimiadores comienzan la recolección en pleno agosto. Y así fue también este año, aunque los productores tuvieron que espera hasta la noche del día 22 de ese mes para iniciar la faena, aunque el grueso de la cosecha no llegaba hasta una semana más tarde. Unas fechas que han convertido la vendimia de 2018 en la más tardía de los últimos años.

Aunque desde la denominación oscense se reconoce que este ha sido un año «climatologicamente complejo que ha requerido mucho trabajo de campo», aseguran también que las condiciones del clima han favorecido una recolección «tranquila y escalonada» que ha permitido vendimiar cada variedad «en su momento óptimo de maduración y estado sanitario». La recompensa ha llegado en forma de kilos. Hasta las bodegas de Somontano han llegado 18,7 millones de kilos de uva, una producción notablemente superior (un 20%) a la del pasado año muy afectada por la ausencia de precipitaciones y que incrementa en más de 3 millones de kilos las expectativas de los agricultores cuando comenzó la vendimia. Pero no solo se ha conseguido más, sino mejor. La producción tiene una «gran calidad» y las primeras vinificaciones, señala el consejo regulador, ya permiten augurar una gran añada que dará lugar a vinos blancos y rosados muy frescos y aromáticos. «Los vinos tintos, tanto jóvenes como de largas crianzas, tendrán colores intensos, fruta, buena concentración y una perfecta expresión de las variedades con los que se elaboran», explican los responsables de esta denominación de origen, en la que el 71% de la producción de este año es de variedades tintas y el 29% restante de blancas.

Los últimos

Los vendimiadores de la D. O. Calatayud son los últimos en comenzar la recolección y, por lo tanto, lo habitual, es que también sean los que más tarde la terminan. Este año no ha sucedido así porque esta es la única denominación aragonesa que ha recogido sus frutos en sus fechas habituales.

«Estamos muy contentos porque hay cantidad y además la uva está muy sana», señala Michel Arenas, presidente del consejo regulador. Aunque la recolección ha terminado quedan por cerrar los últimos recuentos, pero las bodegas de Calatayud sumarán una producción incluso algo superior a los 14 millones de kilos, tal y como apuntaban sus estimaciones iniciales.

Y es que después de que en la campaña pasada la sequía provocaran hasta un 20% de la producción, las lluvias de primaveras aliviaron la situación del cultivo que, en esta denominación, «al estar el viñedo en altura se seca enseguida y eso ayuda a que la uva tenga muy buena sanidad», detalla Arenas.

Es cierto que la comarca de Calatayud estuvo este verano fuertemente castigada por fuertes tormentas de granizo que, sin embargo, respetaron los viñedos. «Fueron muy localizadas e incluso hubo momentos en los que caía una fuerte tromba en la ciudad de Calatayud y sobre explotaciones que se encontraban a apenas a dos kilómetros lucía el sol», recuerda el presidente de la D. O., que insiste en que los viñedos de esta denominación no han tenido que soportar ninguna de las habituales plagas propias de este cultivo.

De esta manera, solo en las cuatro denominaciones de origen aragonesas (a las que habría que sumar las producciones integradas en Vinos de la Tierra y aquellas que no se incluyen en ninguna de estas marcas de calidad) podrían alcanzar los 180 millones de kilos. Una cifra que no preocupa a los consejos reguladores porque tras una campaña de 2017 demasiado corta, este volumen permitirá responder a toda la demanda de las bodegas e incluso a disponer de un remante para años posteriores porque nunca se sabe con qué caprichos sorprenderá el clima en la próxima vendimia.

De interés

Cariñena. La mayor denominación de origen aragonesa calcula que su producción rondará los 107 millones de kilos, un 21% más que la media de los últimos 10 años. Somontano. La única D. O. oscense finalizó el pasado mes la vendimia con una cosecha de 18,7 millones de kilos de uva, tres millones más de lo que preveía inicialmente. Calatayud. La denominación más joven de Aragón todavía no cuenta con datos definitivos, pero todo apunta a que su producción rondará los 14 millones de kilos de uva. Campo de borja. Aún no ha terminado de vendimiar, pero esta D. O, situada a los pies del Moncayo, ya sabe que batirá un récord histórico, al superar los 40 millones de kilos de uva. 

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