Embid de Ariza: más de una veintena de vías de escalada para llegar con éxito a lo más alto

Embid de Ariza cuenta con un entorno propicio para este deporte, que llama la atención de muchos aficionados de Aragón y de otras comunidades. El Camino de Santa Quiteria y el Estrecho son sus puntos de referencia dentro del municipio.

Ricardo Cortés, un enamorado de la naturaleza de Embid de Ariza.
Ricardo Cortés, un enamorado de la naturaleza de Embid de Ariza.
JESÚS MACIPE

Rocas escarpadas, desnudas, agrestes. En definitiva, imponentes paredes de calizas que rodean el casco urbano de Embid de Ariza, localidad enclavada en el curso del río Henar (también conocido por Argadir o Deza) y que parte la localidad en dos partes, unidas por un estrecho puente que da a su Plaza Mayor. Allí, en esas verticalidades, han encontrado refugio y pasatiempo desde hace años decenas de escaladores, tanto los más autodidactas del propio pueblo como otros llegados desde Madrid, Zaragoza o la cercana Calatayud.

Hace unos diez años, varios miembros del bilbilitano Club de Montaña Ayud –entre ellos, Manolo Oroz, Carlos Tomás y Ricardo Cortés– decidieron abrir una escuela de escalada, nombre por el que se conoce a un conjunto de vías para realizar este deporte. Entre el barranco de Santa Quiteria y la zona llamada de El Estrecho, en la carretera hacia Cihuela, lograron habilitar hasta una veintena de estas empinadas rutas de ascenso.

Así, se han ido alumbrando en el mapa deportivo de esta zona de Aragón algunos puntos que los asiduos de este deporte conocen como la placa de la discordia: las losas Peligrosa y la del Bu (cercana a la formación conocida localmente como la rana), los bordillos del Castillo, el mallo Zara o el propio barranco. "Para un sitio tan pequeño, eran muchas vías. Después de abrirlas nosotros se han hecho otras, incluso de mayor dificultad", explica Ricardo Cortés, hoy ya desvinculado de empolvarse las manos.

En cuanto a lo que hace especial a esta escuela, Cortés lo sintetiza asegurando que es "una roca muy fiel, muy agradable y con un entorno maravilloso, porque en poco trozo tienes mucho trozo, valga la redundancia; la zona es tranquila y, por si fuera poco, tienes el río al lado". Estos parajes han sido utilizados hace años por los bomberos de la Diputación de Zaragoza para hacer entrenamientos, y también "vienen a estudiarlos geólogos de algunas universidades", explica Joaquín Mariscal, alcalde del municipio desde hace 20 años.

"Estoy enamorado de mi pueblo, yo soy muy feliz subiendo a uno de los altos con mis perros y los prismáticos y quedarme viendo el paisaje, los animales… la naturaleza que tenemos aquí", confiesa el propio Mariscal. Para el primer edil, zonas como el azud de riego o el nacimiento de las aguas termales que se hacen famosas en Alhama de Aragón son puntos de visita obligada en la zona. También es bien conocida su peña del Agujero, orificio realizado por los celtas y por el que pasa el sol en el amanecer del 24 de junio.

Para Mariscal, agricultor de 62 años, esa salida del sol tan especial es una fecha importante; no en vano se trata de un acontecimiento de larga tradición, al que son especialmente sensibles en Embid. "Suele venir gente de fuera para verlo también", reconoce. Esta peculiar formación se encuentra en el mismo barranco de Santa Quiteria, un camino vecinal, que es barranco natural también, y que más de una vez les ha dado un susto. "Hace dos años llegaron a bajar hasta cuatro metros de agua".

A su patrimonio natural, Joaquín Mariscal añade varios edificios de gran valor para la localidad, como es la iglesia de la Asunción, los peirones y las ermitas. "Son patrimonio del pueblo que hemos restaurado o que vamos a restaurar, porque es muy importante que perduren. Si no lo hacemos nosotros, se perderían", remarca.

Una curiosidad: en Embid de Ariza murió hace 96 años el astrónomo riojano Francisco de Íñiguez, reputado docente y director del Observatorio Astronómico de Madrid. Íñiguez está reconocido como un verdadero precursor en la investigación de los eclipses solares. Su ingenio y dedicación le hicieron merecedor en el año 1900 de la Gran Cruz de Isabel la Católica, y el gobierno de Francia le premió con las llamadas Palmas Académicas. Fue decisivo en el resurgimiento de la astronomía en España.

Un quejigo monumental y Juana la Loca, curiosidades en la Casa de la Vega

A unos cuatro kilómetros de Embid de Ariza, siguiendo el curso del río hacia su desembocadura en el Jalón, aparece el conjunto denominado como Casa de la Vega; una finca particular, de las denominadas granjas agrícolas, y que contaba con seis vecinos, según plasma el Nomenclátor Descriptivo, Geográfico y Estadístico de los pueblos del Obispado de Sigüenza fechado en 1886.

En este punto, el mismo documento asegura que "se ignora su antigüedad, pero como se sabe que era Sitio Real de Doña Juana la Loca, la cual venía a esta granja a pasar muchas temporadas después de la muerte de su esposo Felipe el Hermoso". Desde la entrada a la Casa de la Vega, junto a la báscula –hoy inutilizada– parte un camino paralelo al trazado de un barranco y que, cruzando el propio río Henar (o Deza o Argadir), va a parar a un árbol singular de Aragón; un roble o quejigo, también conocido como roble carrasqueño o valenciano. Citado incluso por el cronista de Fernando el Católico, se trata de un ejemplar de 23 metros de altura, con seis metros de diámetro en la base de su tronco.

Los imprescindibles

El castillo

En la frontera con Castilla y al lado del paso natural que conforma un río está la fortaleza local, del siglo XII; formada por una torre circular sobre un torreón rectangular. El acceso está en la propia roca y la muralla de piedra llega al pueblo.

La parroquia

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se encuentra junto al río Henar. Destaca su portada románica, del siglo XIII, uno de los pocos ejemplos de este estilo artístico en una comarca dominada por el gótico mudéjar.

Las calles

Desde los soportales de la plaza Mayor, en la que se enmarca su iglesia y una fuente moderna con un estanque y una docena de peces, parten calles de trazado angosto. Desde la plaza sale un pequeño andador que bordea el río.

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